miércoles, 22 de julio de 2015

Capítulo 11 - Día 16. Plaga |Pétalos de rosa|

Historia



Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 11.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan, Simon y Normand.


Capítulo 11

Día 16 - Plaga


Un nuevo día se alzaba a medida que la luz entraba por la persiana medio abierta de Ethan. Apenas había podido dormir aquella noche, pues a las horas de haberlo conseguido, su sueño terminó abruptamente. El saber que Simon lo estaba pasando igual o peor que él le quemaba la garganta y hacía que sus ojos se bañaran en ácido. Nada nunca le podía salir bien, ni por asomo. Todo era tan repetitivo y monótono. Ya estaba cansado. No se podía librar de su pésima mala suerte. ¿Cuanto tiempo llevaba sin poder dormir bien? Aunque tuviera sueño, no pudo llegar a conciliarlo de nuevo.
"No te preocupes, él es el que vendrá a mi" recordó en ese instante. Ese maldito rubio le estaba llevando por un camino aun más oscuro y lleno de sombras que le engullían sin piedad. Como si no tuviera suficiente ya con sus problemas, viene otra persona para ponérselo aun más difícil.

¿Por qué iba a ir él tras ese cabrón? Estaba harto de que le tratara así. Después de tantos años de abusos por parte de él. Sabía perfectamente, aunque no desde el principio, que estaba completamente obsesionado con él. Sin ir más allá, lo supo cuando los abusos se volvieron demasiado seguidos, hasta que algunos empezaron a sospechar y tuvo que alejarse. ¿Es que alguien le había echado un mal de ojo u algo? Él no hacía daño a nadie o, al menos, no lo hacía intencionadamente.

De pronto y cortándole todos sus pensamientos, su móvil empezó a sonar. Avisándole de que tenía un nuevo mensaje en su bandeja de entrada. Al principio, dudó si leerlo o no, por lo que podía contener. Pero al final la curiosidad mató al gato, como siempre. ¿Y si era...?

Asunto: (Sin asunto).

"Lo siento, pero no puedo verte en un tiempo".

Ethan tuvo que leer varias veces el mensaje. Esta vez no era porque estaba somnoliento, sino porque no podía creer lo que sus ojos acababan de leer. Simon le acababa de pedir que no se vieran en un tiempo y eso solo podía significar una cosa: estaba peor de lo que esperaba. Él, que parecía la persona más fuerte que jamás ha conocido, había caído en las garras de algo que él estaba más que acostumbrado. La oscuridad. Una viscosa oscuridad que, si se engancha a ti, es muy difícil desprenderte de ella.

Pero ahora lo único que podía hacer era aceptar su decisión. Muy a su pesar, pues se moría de ganas por hablar con él y ayudarle en ese bache. Además, si mal no deducía, el que no se vieran significaba que alguno de los dos debía de faltar a la escuela. Y lo peor de todo, es que iba a ser Simon el que faltara. Todo iba de mal en peor. Su único apoyo se había roto.

Desganado, se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño para darse la ducha más fría que jamas se había dado. Necesitaba penitenciarse de alguna manera y, aunque no era nada en comparación con lo de Simon, le servía aquel dolor. Cuando hubo terminado, el cuerpo lo tenía totalmente entumecido. Dolía mover cada extremidad. Luego, con las mismas ganas con las que fue hacia la ducha, volvió de nuevo a su habitación para vestirse y coger las cosas necesarias para la escuela. Antes de salir, se miró al pequeño espejo de su cuarto y peleó contra su pelo, pues estaba indomable aquel día. Después de algunos tirones y palabrotas, con el modo automático puesto en su cuerpo, fue hacia la puerta de salida sin despedirse de nadie. Hoy no era su día.

El camino hacia la escuela fue más que desesperante, pues buscaba en cada cara de todas las personas que le rodeaban, la de Simon. Sin embargo, ninguna de ellas era, ni por asomo. Desesperante, era más que desesperante no encontrarlo. Necesitaba verle. Los ojos le escocían por las pocas horas de sueño y sabía perfectamente que la gente se le quedaba mirando por la cara de muerto viviente que tenía. Hasta un par de chicas sentadas al lado de él dijeron en voz baja: "mira, este ya va fumado a clase".
Si hubiera sido un día normal, hubiera pasado del comentario pues la vergüenza siempre ha podido con él. Pero ese día era diferente, ese día no iba a dejar que le pisotearan más. Miró fijamente a las dos chicas y, con los ojos entrecerrados, les echó la mirada más fría que tenía.

-¿Es que te parezco gracioso?-dijo irritado. Ethan no era desagradable nunca, pero como os he dicho, eran circunstancias especiales.

Ambas chicas se asustaron. No tardaron más que unos pocos segundos en levantarse de donde estaban y sentarse en otro de los vagones. Después de que esto ocurriera, los demás ocupantes de su vagón se giraron hacia él, con cara de incrédulos. Pues le veían con una cara demasiado angelical como para soltar ese comentario por la boca. A Ethan le parecía gracioso que se quedaran mirándole a él, por lo que acababa de decir, y no las chicas irrespetuosas e impertinentes. Como siempre, la sociedad es demasiado traicionera.

"A la mierda lo que piensen de mi. Esta vez de verdad" pensó.

Cuando llegó a su parada, se bajó con la cabeza bien alta y pasó olímpicamente de sus compañeros. Ni si quiera les miró. Notaba sus miradas clavándose en su espalda, como miles de agujas. El camino hacia la escuela lo pasó solo, a paso bastante rápido, y llegó 10 minutos antes de que empezaran las clases. Se sentó en si recortado espacio y deseó que aquella mañana se acabara ya, aunque aun ni si quiera hubiera empezado.

Consiguió aguantar la primera hora bien. Sorprendentemente le había resultado una clase interesante y estuvo atento todo el tiempo. Sin embargo, cuando la segunda empezó, su cuerpo empezó a sentirse incómodo. A medida que pasaban los minutos, los ojos se le cerraban y su ira iba en aumento. No paraba de mirar hacia la mesa de Simon, vacía, e intentaba mantenerse despierto. Estaba empezando a notar las horas perdidas de sueño.

Al sentir que ya no podía más, pues sus ojos se cerraban y su cuerpo se relajaba involuntariamente, decidió pedirle salir a la profesora a la enfermería. Ella, ante tales ojeras y ojos inyectados en sangre, le dejó sin dudarlo. Sin embargo, esas no eran las intenciones de Ethan, ya que prefería meterse en un baño y encerrarse allí dentro.

Salió de la clase con el mal genio que había adquirido aquella mañana de manera especial y se dirigió directamente hacia los servicios más cercanos. Afortunadamente, como estaban los demás estudiantes en clase, no había nadie. Igualmente inspeccionó por si acaso para evitar males mayores. No iba a tropezar de nuevo con la misma piedra, lo tenía muy claro.

Las horas pasaron y Ethan estaba sentado en la taza del lavabo bajada, con la cabeza apoyada en sus rodillas. Estaba mirando todas las pintadas que había en las paredes que le rodeaban, llenas de insultos y de órganos reproductores (tanto masculinos como femeninos). El menor no entendía esa afición por pintar esas cosas pues, en vez de dedicarse a ello, podrían haber hecho un hermoso dibujo.
Había veces que el baño se llenaba de ruidos y de chavales hablando de cosas sin importancia. Según había supuesto Ethan, apenas quedaban un par de horas para que toda esa angustia y desesperación pudieran moverse hacia su casa. Además, durante todo ese tiempo, estuvo tramando en su mente algún plan para que su madre le dejara quedarse en casa. No quería volver a pasar otro día como el de hoy.

Todo estaba tranquilo, había pasado otra hora y Ethan ya se estaba impacientando. Había pasado bastante tiempo desde que los estudiantes visitaron de nuevo el cuarto de baño, por lo que estaba solo. O eso era lo que pensaba, pues por el suelo, una nota se deslizó hasta quedar a su vista. Incrédulo, se quedó mirando hacia ella y dudó si de verdad la debía coger. "Seguro que se le ha caído a alguien" pensó como excusa. Apoyó ambos pies en el suelo y, lentamente, se fue acercando a aquella nota blanca en el suelo. Estaba algo arrugada y el color de la tinta azul se transparentaba un poco, si lo mirabas lo suficientemente cerca. Una vez que la hubo agarrado, llevó de nuevo sus pies encima de la taza y la abrió.

<<Creo que tu y yo tenemos algo pendiente. Algo que hace tiempo no pudimos ni empezar, pero ambos sabemos que queríamos hacer. Nos vemos en el pequeño jardín para los del club de botánica, cuando terminen todas las clases.
Si decides no ir, vas a ser famoso por internet.>>

Si, no debía haberla ni tocado. Aunque si no lo hubiera hecho, no se hubiera enterado de la amenaza y, a lo mejor, su vídeo ya estaría colgado en 300.000.000 webs. Ya está, ya nada le podía ir peor. De la rabia, pegó un fuerte puñetazo a su pared derecha y un gran estruendo se hace escuchar por todo el cuarto de baño. "Con que con eso te referías a que yo iba a ir hacia ti" pensó mientras se agarraba el puño dolorido con la otra mano.

Por qué.
Por qué.
Por qué.
Por qué seguir viviendo.
Por qué parecía que todo el mundo estaba en su contra.
Por qué le pasaban esas cosas solo a él.

Esperó hasta que la última campana de la mañana avisaba el fin de las clases. Salió del cuarto de baño e, irritado, bajó las escaleras hasta el patio. Le rodeaban cientos de estudiantes ajenos a su dolor. Había gente que, aun teniendo cara de pocos amigos, se reía de él. Todo le daba vueltas y miles de sonidos se colaron en sus conductos auditivos, llevándole a la desesperación. ¿Debería ir y enfrentarse contra Norman, aun sabiendo sus nulas posibilidades, o pasaba de él y hacía lo que fuera por abandonar este mundo? Quería huir pero a la vez plantarle cara a su sufrimiento. ¿Qué hacer? Una cosa era tan poco la otra. Debía elegir.

Si.
No.
Si.
No.
Puede.
A lo mejor.
Podría ser.
Vale.

El día se había apagado completamente, pues amenazaba con lanzarle lluvia. "Debo hacerlo, no puedo volver a caer" se dijo. Cogió bastante cantidad de aire y, acomodando la mochila a su espalda, salió corriendo de la escuela. Huir fue la mejor opción en su cabeza. ¿Podría haberlo intentado? Puede, pero seguro que Norman se saldría con la suya, aunque fuera por las buenas o por las malas. Y no tenía ganas de aguantar ninguna de las dos. Bueno, ni ganas ni cuerpo para ello. Seguro que el rubio ya había perdido la cabeza por completo y esa idea, le aterraba. Imaginaos lo que era capaz una vez ya haya perdido toda cordura.

Corrió hacia la entrada de la estación, mas antes de entrar, se percató del enorme error que iba a cometer. Aquella acción era la que hacía todos los días y si Norman esperaba verle, sabía perfectamente que en la estación era el lugar para hacerlo. Debía hacer cosas inusuales para que aquel loco no pudiera seguirle la pista. Le dio la espalda a la estación y cogió la primera calle que tenía a su derecha, ya luego pensaría la ruta que iba a coger para llegar a su casa. Lo malo es que la hora y media no se la quitaba nadie andando. Aunque eso era mejor que tener la mala suerte de ser cazado por su antiguo depredador.

A medio camino, el cielo, que anteriormente estaba amenazando con llorar, empezó a hacerlo. Y vaya que si lo estaba haciendo. En apenas unos minutos, Ethan ya estaba completamente mojado. "¿Algo más, mundo?" preguntó retóricamente aun más irritado. Era gracioso pensar que si, podía empeorar su día a pesar de todo. La gente corría de un lado a otro para poder resguardarse de la lluvia, mas el menor pasaba de ello. Andaba con rumbo fijo, pero a trompicones y cabizbajo. El agua empezó a calarle hasta los huesos y el viento comenzó a helarle. Ya solo le faltaba que le cayera un rayo y se muriera allí, en medio de nadie, pues ya todos habían huido. Siguió caminando hasta que en su camino apareció un enorme parque con un río, con bastante caudal en ese instante y con el agua brava, circulaba a su lado. Media hora más y ya estaría en frente de su casa, mojado, esperando a que le abran la puerta.

El río, de la fuerza que estaba adquiriendo, estaba empezando a desbordarse por algunas partes. Apretó el paso para darse algo más de prisa por llegar a su destino. Pero en cuanto lo hizo, uno sonido de chapoteo empezó a hacerse notable tras de si.

Ethan giró sobre sus talones rápidamente, curioso de aquel sonido, y algo le embistió a toda velocidad. Salió volando, agarrado por las manos de otra persona, hacia el césped que había hacia un lado. Aunque más que césped era barro. Su cara se incrustó entre el terreno fangoso y, lo que hubiera sido lo que le había embestido, cayó a su lado y le clavó algo en la espalda. Se retorció de dolor e intentó levantar la cabeza para poder respirar, mas una mano no le dejó hacerlo.

-Hola, ¿me esperabas?-dijo una desquiciada voz a pocos centímetros de su oreja embarrada. La mano le apretaba cada vez más y la necesidad de coger aire, se le hacía cada vez más importante. Se estaba ahogando. Intentaba coger aire, mas solo conseguía llenarse la boca de barro.-¿Qué es lo que quieres?-preguntó mientras le subía la cabeza para dejarle hablar.

En cuanto Ethan consiguió ver la cara de la persona que le había hecho caer al barro, no pudo evitar escupirle el barro que había comido segundos antes. La bola le cayó justamente en la cara a Norman, la cual estaba extrañamente tensa y no paraba de enseñar los dientes. Una de sus cejas bailó ante el impacto y, sin miramientos, le propinó un fuerte puñetazo en la mandíbula del menor. Si no le hubiera estado agarrando por el pelo, éste hubiera caído redondo al suelo. Ethan sintió un enorme dolor en su cara y cerró los ojos por inercia. Dolía, dolía demasiado. Además, estaba tan asustado que ningún miembro de su cuerpo respondía a los estímulos.

Norman volvió a lanzar su puño y, esta vez, se lo clavó en uno de sus pómulos. Después de hacerlo, el menor notó como un gran chorreón se sangre salió de su boca. No sentía los labios, a si que supuso que en el primero impacto, el rubio le había partido uno. Ésta vez, Norman si soltó la cabeza de Ethan y ésta cayó al suelo embarrado de nuevo. Afortunadamente, cayó de manera que solo una parte de la cara estaba inundada por el fango, ya que si no hubiera sido así, seguramente no habría tenido las fuerzas para mover la cabeza y así poder estudiar.

-Creo que me debes algo- declaró Norman y acto seguido, llevó ambas manos hacia el cuerpo inerte del menor. Con violencia, bajó sus pantalones y su ropa interior. Ethan sintió todas las gotas de agua que impactaban contra la piel de aquella zona. Por mucho que intentaba huir de allí, su cuerpo aun seguía sin responder. Demasiado dolor en tan poco tiempo. No era una persona que lo aguantara bien.

Las manos de norman fueron acariciando los glúteos del contrario con perversión y malicia. Por fin tenía ante sí lo que le había estado atormentando todos los días. Por fin podía acabar con la impotencia que, según él, era por culpa de Ethan. Apretó con ambas manos poca carne del culo de su presa, deseoso por poder hacerlo suyo. Acercó su zona íntima hacia él y refregó sus pantalones en la piel de su presa. Gracias a la gran cantidad de agua que estaba cayendo, el roce era bastante bueno y solo le producía dolor al menor, ya que los botones y la cremallera se le estaban clavando.

-P-para, por favor-suplicó Ethan con un hilo de voz, pues apenas tenía fuerzas para más. Pero aquello fue su perdición, ya que Norman no iba a tolerar que éste estuviera lloriqueando todo el rato. Le cogió por el pelo de nuevo, con ira, y lo estiró hasta que le pudo ver la cara llorosa. Verle así hizo que tuviera aun más ganas de hacer que siguiera llorando. Le estampó de nuevo la cara sobre el barró y abrió las piernas del menor.

-Sé que esto te gusta, puta.

Después de abrirle las piernas, escupió en la zona indicada y, con una mano, bajó levemente sus pantalones y dejó al aire su prominente erección. Pasó completamente de ayudar a dilatarse a su presa y acercó su miembro a la entrada del contrario. Ethan se retorcía como podía, pero apenas podía causar movimiento. Lloraba con todas sus ganas y se sentía completamente impotente. Una impotencia atroz se abría paso por su interior y le quemaba cada rincón de su cuerpo. Quería morir antes de que pasara lo que Norman estaba a punto de hacer.

-Ahí va-dijo con diversión el mayor, antes de coger impulso para penetrarle.

Poco a poco, el miembro duro del rubio se abría paso por el interior de su presa. Notaba una tensión placentera por parte de él, pero eso hacía que le gustara más. Y hasta que no la hubo metido entera, no paró de incarle el pene. La lluvia apretaba cada vez más y disipaba alguno de los gritos desgarradores de Ethan. Si antes había sentido dolor, este no se podía ni comparar. Algo le estaba entrando por un sitio que jamas había sido penetrado. Su cuerpo no paraba de convulsionar por el dolor, pero eso no era suficiente para deshacerse de su atacante.

Impaciente, Norman empezó a moverse dentro del menor, sintiendo un gran placer por ello. Se sentía poderoso, estaba logrando su objetivo. Por fin, después de aquello, podría sentir estas cosas con otras chicas y no con Ethan. Aunque siendo sinceros, podía acostumbrarse a ese dulce placer que le proporcionaba.

Las embestidas se fueron haciendo más fuertes y profundas, aunque también desgarradoras. El menor sentía como su interior se resentía a cada roce y emitía un líquido aun más caliente que su piel. Ese no era el placer que había sentido en aquel sueño donde Simon le iba a penetrar con uno de sus dedos. Además, ese maldito se estaba llevando su virginidad como si nada. Esa que le hubiera gustado guardarse para el peliblanco. Su pecho le empezó a doler y su cara a hincharse hasta límites inimaginables. Si no paraba ya de embestirle, se iba a desmayar. Su cuerpo se estaba hundiendo entre el barro y desplazándose varios centímetros cada vez que sentía que el miembro de Norman había llegado a lo más profundo de su ser.

Pero Norman siguió hasta que consiguió alcanzar el clímax e irse dentro del menor, victorioso. Ethan notó como, a parte de la sangre que él estaba emitiendo en su interior, algo más le estaba bañando. Algo asqueroso que se movía por su interior sin permiso. Notaba como el miembro del mayor se hinchaba y deshinchaba dentro de él. Si hubiera comido, habría vomitado en ese momento.

-Pues si que te ha gustado, maricón-dijo alegre Norman, mientras sacaba su miembro flácido del interior de Ethan y se subía los pantalones.

Se levantó satisfecho de lo que acababa de ocurrir y, como regalo, le pegó una patada en un costado al menor. Ya no le servia de nada, o eso pensaba.

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Ethan tardó de levantarse del suelo y conseguir subirse los pantalones. Apenas podía mover bien sus piernas, pues se habían dormido, y no podía sentir su culo. Su cabeza latía con fuerza, sobre todo en las heridas. Apenas le quedaba unos 10 minutos para llegar a casa. El cielo aun seguía lanzando agua con fuerza.

Cuando consiguió llegar a su puerta, después de haber tardado una eternidad en subir las escaleras, llamó al timbre. Su madre apenas tardó unos segundos en abrir la puerta y abalanzarse sobre su hijo, aunque se lo pensó después de ver como estaba. Había llegado, al menos.

En ese instante, perdió el conocimiento y su cuerpo se abalanzó alarmantemente hacia el suelo.

Día 16 completado... o no.

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