domingo, 26 de julio de 2015

Capítulo 1 - El ratón ahogado |No.6|

Historia




Autor/a: Astuko Asano
Sinopsis: 

El año es 2013, en la ciudad de No. 6- la ciudad que personifica los más altos ideales de la humanidad. Shion ha sido criado como un élite de alto rango desde los dos años, pero en la noche de su doceavo cumpleaños, su destino se vuelve de cabeza cuando conoce a un chico que se llama a si mismo Nezumi. 
¿Por qué abrí la ventana esa noche? Nunca habría necesitado saber lo que era pelear, estar hambriento o sufrir de angustia... 
Capítulo: 1.
Géneros: Shonen ai, ciencia ficción, post-apocalíptico.
Personajes: Shion y Nezumi.


Capítulo 1

El ratón ahogado


Respiró lentamente, envuelto en la oscuridad. Podía oler el suave aroma a tierra húmeda. Avanzó, lentamente y alerta. El pasadizo era estrecho. Apenas lo suficientemente grande como para que una rata pudiera pasar a través de el. Y era de noche. No había suficiente luz como para poder ver. Pero se sentía a gusto. Le gustaban los lugares oscuros y estrechos. Los que intentaban atraparle no podrían pasar por un sitio así. Sintió un fugaz momento de paz y tranquilidad. La herida del hombro le dolía, pero no lo suficiente como para que pudiera ser una molestia. El verdadero problema no era el dolor, si no la cantidad de sangre que estaba perdiendo. La herida no era especialmente grave. Era apenas un pequeño agujero en el hombro. Debería haber empezado a coagularse hacía tiempo. Pero... la herida... se sentía viscosa y caliente. Todavía estaba sangrando. 

—Deben de haber puesto un anticoagulante en la bala. La rata se mordió el labio. 

Desearía tener algún agente hemostático. No pido nada del otro mundo. Trombina o sulfato de aluminio, cualquiera de los dos me vendría bien. O por lo menos desearía tener un poco de agua limpia para lavar la herida. 
Sus piernas cedieron. Se sentía aturdido y mareado. 

—Esto es malo. 

Probablemente estoy empezando a colapsar. Si es así, estoy en serios problemas. No voy a ser capaz de seguir. 

—Está bien. 

Empecé a escuchar una voz en mi cabeza. 

Tal vez no sea tan malo que no puedas seguir moviéndote por esta húmeda oscuridad. Simplemente te quedarías dormido y morirías en paz. Probablemente apenas sufras. Apuesto a que solo sentirás un poco de frío. No, eso sería demasiado fácil. Tu presión arterial está bajando, tu respiración se hace más lenta, tu cuerpo se adormece... por supuesto que va a sufrir. 

—Tengo sueño. 

Tienes sueño. Tienes frío. Sientes dolor. No te puede mover. Solo tienes que sufrir un poco más. Vamos, deja de oponerte inútilmente y déjate llevar. Incluso si los que te persiguen consigue llegar hasta aquí, nadie vendrá a rescatarte. Nadie va a salvarte. Así que renunciar ya a vivir. Simplemente ríndete y quédate dormido. Date por vencido. 
Se obligó a ponerse en pie nuevamente, apoyándose contra la pared. La rata sonrió con ironía. 
Su cuerpo desafió a la voz que le tentaba a renunciar. ¡Qué se joda! 

—Una hora. No, ¿treinta minutos? 

Sólo podré seguir avanzando en este estado durante unos treinta minutos más. En ese tiempo tengo que detener la hemorragia y encontrar un lugar donde descansar. Es todo lo que necesito para salir de esta. 

Una ligera corriente de aire llego hasta él. La oscuridad que lo rodeaba empezó a aclararse con cada paso que daba. Siguió avanzando con paso firme. Finalmente llegó al final del estrecho y oscuro túnel y se encontró con una amplia explanada rodeada por muros de hormigón blanco. La rata sabía que antiguamente ese lugar había sido parte del sistema de alcantarillado. 

En comparación con las secciones de superficie de la No 6, las instalaciones subterráneas abandonadas eran muy comunes. Instalaciones prácticamente intactas desde el siglo pasado fueron totalmente olvidadas. Sin duda alguna era el ambiente más apropiado para una rata. Cerró los ojos y recordó el mapa de No. 6 que había hackeado de los ordenadores. 

Esta zona de drenaje correspondía a la ruta K0210. Dicho lugar terminaba cerca de la zona residencial de clase alta, Kronos. Por supuesto, tendría que pasar bastantes zonas muertas antes de llegar hasta allí. 

Si quieres sobrevivir, tienes que seguir adelante. En este momento, la rata no podía permitirse dudas o estar con exigencias. 

Ahora el aire circulaba libremente. Ya no era el viciado y pegajoso de antes, pero seguía siendo fresco y húmedo. Sin lugar a duda estaba lloviendo a cántaros en la superficie. Con total seguridad, ese lugar conectaba con el mundo exterior. 

La rata respiró el olor de la lluvia. 

~~~~

El 7 de septiembre de 2013 fue el día de mi doceavo cumpleaños. 

Ese día hubo un ciclón tropical, en otras palabras, un tifón, que se había desarrollado en la parte suroeste del Pacífico Norte y reforzado cuando se dirigía hacia el norte hasta llegar a tierra, justo en la ciudad donde yo vivía, No 6. 

Fue el mejor regalo que jamás había recibido. Estaba muy emocionado. Eran poco más de las cuatro de la tarde, pero seguía siendo débil. Los árboles del patio eran golpeados por el viento haciendo que las hojas se desprendieran. El sonido resultante era muy agradable. Un contraste total frente al habitual silencio de esta zona residencial. 

Mi madre prefería los árboles con flores, por lo que terminó plantando camelias y arces japoneses por todo el patio. En lugar de un jardín teníamos un pequeño bosquecillo, de ahí lo ruidoso de la situación actual. Cada árbol tenía su propio gemido. Las hojas y ramas golpeaban el cristal, aferrándose a el antes de ser arrastrado de nuevo. Incluso el viento golpeaba con fuerza. 

Tuve la terrible tentación de abrir la ventana. No había ninguna posibilidad de que de forma natural, una ráfaga de aire rompiera el cristal. En esta sala de ambiente controlado, la temperatura y la humedad eran constantes, sin ningún cambio. Por eso mismo quise abrir la ventana. Quise abrir la ventana e invitar al viento y la lluvia a que camparan a sus anchas dentro de este ambiente controlado. 

—Shion.

Mi madre me llamó por el intercomunicador. 

—No trates de abrir la ventana ni nada por el estilo.

—Vale.

—Perfecto... ¿Pero te enteraste? Las tierras bajas en el Bloque Oeste están bajo el agua. Es terrible—La voz de mi madre no parecía ni remotamente preocupada. 

No 6 se divide en cuatro secciones, Norte, Sur, Este y Oeste, la mayoría de las tierras occidentales y del sur son zonas de cultivo y pastos. Constituyen el 60% de la producción y el 50% del ganado que consumen los habitantes de No 6. La zona Norte se compone de montañas y bosques de árboles de hoja caduca. La región está totalmente protegida por la Comisión de Control Central. 

No se puede entrar en esa zona sin el permiso del Comité. Tampoco es que alguien quiera poner un pie en un lugar así, a fin de cuento solo hay árboles y fauna salvaje. 

En el centro de la ciudad, más de una sexta parte de la zona está cubierta por un enorme parque arbolado. Puedes disfrutar de la naturaleza de cualquier temporada, y hay alrededor de un centenar de variedades diferentes de pequeños animales e insectos con los que se puede mantener contacto. La naturaleza del parque es más que suficiente para la mayoría de los ciudadanos de aquí. Pero no para mí. Siempre he odiado que la Torre Principal se eleve sobre el centro del parque. Es un edificio con forma de cúpula de cinco pisos abajo suelo y diez de altura. Es bastante alto para un lugar como el No 6 que en realidad no tiene ningún rascacielos, así que igual no debería llamarse —torre—. Pero, por alguna razón, es bastante intimidante. Hay gente que lo llama la —Gota Lunar—, debido a que es redondo, y con el exterior blanco, pero a mí sólo me recuerda a una ampolla. Una ampolla en el centro de la ciudad como si hubiera sido consecuencia de una paliza o quemadura. El hospital y la oficina de asuntos públicos se alinean a su alrededor. Están conectados por pasajes que parecen tubos de vidrio. Y todo ello está rodeado por un bosque verde. El bosque colindante a un parque arbolado tranquilo y relajante a disposición de los ciudadanos. 

La flora y la fauna que viven aquí son minuciosamente controladas. Todo lleva un seguimiento, desde cuándo y dónde una flor florece y da fruto hasta donde viven los animales. 

Los ciudadanos pueden incluso buscar los mejores lugares y momentos para observar y admirar la zona a través del sistema de servicios de la ciudad. Todo muy tranquilo y seguro. Pero, al menos hoy es un día diferente. Se acerca un tifón, después de todo. 

Abrí la ventana. El viento soplaba cargado de lluvia. Fue la primera vez en mucho tiempo que pude oír el sonido de las quejas del viento. Era casi como el sonido de los temblores de tierra. Llevé mis manos a la cara y traté de gritar. Mi voz fue borrada por el viento, ni un alma podría oírme. Grité con todas mis fuerzas. Gotas de lluvia cayeron en mi garganta. Incluso yo sabía que estaba actuando de forma infantil, pero no podía evitarlo. La lluvia comenzó a caer aún más fuerte. Me pregunté cómo de agradable sería quitarme toda la ropa y saltar bajo la lluvia. Me imaginé desnudo, corriendo por la tormenta. Probablemente me vería como un demente pero era una tentación irresistible. Abrí la boca y bebió de la lluvia. Traté de reprimir ese extraño deseo. Tenía miedo de lo que estaba pasando dentro de mí. Emociones fuertes y violentas me asaltaban cada vez más. 

Rómpelo.
Destrúyelo.
¿Destruir el que?
Todo. 
¿Todo? 

Escuché un ruido electrónico. Era el sonido de alerta que indicaba que el ambiente interno había sido modificado. Si el lugar se quedaba vacío, las ventanas se cerraban y aseguraban automáticamente. El control de humedad y temperatura se activarían y la zona húmeda por la lluvia, incluyéndome a mí se secaría. Me sequé la cara empapada en las cortinas y me acerqué a la puerta para desactivar los controles del ambiente. 

Me pregunto... qué hubiera pasado si hubiese obedecido el ruido de advertencia en aquel momento. Lo diferente que hubiera sido mi vida si hubiese cerrado la ventana y decidido quedarme en la sala más o menos seca. No. No lamento para nada mis actos de aquel entonces, sólo es curiosidad. Es curioso que lo que cambió mi, hasta aquel entonces, mundo estrictamente controlado, fue la apertura de una ventana durante el tifón del siete de septiembre de 2013, únicamente por capricho. 

Yo no creo en Dios, pero de vez en cuando la frase —la mano de Dios— parece bastante apropiada. 

Apagué el interruptor. El ruido electrónico se detuvo. La sala quedó en silencio de inmediato. Pude oír una risa débil a mis espaldas. Instintivamente me di la vuelta y dejé escapar un gemido. Un chico empapado estaba de pie allí. Aunque no me di cuenta que era un chico de inmediato. Tenía el cabello hasta los hombros y la cara pequeña escondida bajo un largo fleco. Los brazos y el cuello que sobresalían de su camisa de manga corta se veían delgados y finos. No podía decir con certeza si se trataba de un hombre o una mujer, joven o mayor. Más que nada, mis ojos y mi mente se fijaron en la mancha roja de la parte izquierda de su hombro, fue lo único en lo que pude pensar. Rojo sangre. Era la primera vez que veía a alguien manchado con tal cantidad de sangre. Extendí la mano hacia él casi de manera inconsciente. Antes de que mi mano llegase a tocarlo, el intruso desapareció. Al mismo tiempo, hubo un golpe seco. Una fuerza violenta me estampó contra la pared. La sensación de frío y terror golpeó mi garganta junto con cinco dedos helados cerrados al rededor. 

—No te muevas —dijo.

Era más bajo que yo. Me miró a los ojos mientras agarraba mi garganta. Sus 
ojos eran de color gris oscuro. Nunca antes había visto unos ojos de ese color. Sus dedos se clavaron aún más en mi cuello. Nunca hubiera imaginado que sería tan fuerte, todo mi cuerpo estaba congelado. Se veía como si supiera lo que estaba haciendo. 

—De acuerdo—Dije con un tono asustado.—No voy a hacer nada.

Sus ojos color ceniza no parpadean ni una sola vez. Si los mirabas lo suficiente te dabas cuenta de que eran dos pozos de inquebrantable mar en calma así que poco a poco dejé de sentirme amenazado, y el miedo a ser asesinado. Eran realmente unos ojos tranquilos. Me sorprendí ligeramente fascinado. 

—Voy a curarte—Dije, mordiéndome el labio.—Estás herido, voy a tratar la herida.

Me veía reflejado en los ojos del intruso. Podía sentir su desconfianza con fuerza. Bajé la mirada y lentamente repetí las mismas palabras. 

—Voy a tratar la herida. Es necesario para detener el sangrado. Voy a tratar la herida, ¿de acuerdo?—La fuerza del agarre de cuello cedió un poco. 
—Shion—La voz de mi madre se escuchó a través del intercomunicador.—Abriste la ventana, ¿verdad?

Traté de respirar profundamente. Todo irá bien, pensé. Está bien, puedo actuar como si nada malo hubiera pasado. 

—¿La ventana? ... Sí, la abrí.

—No deberías haberlo hecho. Vas a coger un resfriado.

—Vale

Mi madre se echó a reír de repente.

—A pesar de que hoy cumples 12 años, sigues siendo como un niño.

—Ya te dije que la voy a cerrar... ah, mamá.

—¿Qué pasa?

—Voy a trabajar en un informe, así que no me moleste por un tiempo.

—¿Un informe? Pero si acabas de matricularte en el curso especial.

—Ya... pero eso no quita que tenga muchas cosas que hacer —Bueno... No te esfuerce demasiado. Y por favor, baja luego a cenar.

Retiró sus dedos helados de mi garganta. Volvía a ser libre. Extendí mi mano y dejé que el sistema de control ambiental se reactivara. Pero desactivé el sistema de detección de extranjeros. Sin el, el intruso no sería reconocido como un cuerpo extraño y la desagradable alarma no volvería a sonar. Los residentes legales de No 6 no pondrían en marcha el sistema de detección si estuvieran en la habitación. No se considerarían cuerpos extraños pero no estaba muy seguro de que este intruso empapado pudiera ser un residente legal de la ciudad. 

Cerré la ventana y el aire caliente comenzó a inundar la habitación. El intruso de ojos grises se sentó, aferrándose a la cama como si fuera a derrumbarse. Tomó respiraciones profundas y prolongadas. Parecía muy desgastado. 

Saqué el botiquín de primeros auxilios, y traté de tomarle el pulso. Corté la camisa y le limpié la herida. 

—Esto es...—No podía dejar de mirar. Nunca había visto algo así. Ligeras ramificaciones rojas se extendían por todo el hombro. —¿Una herida de bala?
—Sí.

Me dio la única respuesta posible. 

—Me rozó una bala. ¿Cuál es el término técnico que usan los humanos para referirse a eso? 

—No soy un especialista. Solo soy un estudiante.

—¿En el curso especial? 

—A partir del próximo mes.

—Eso está bien. Debes de tener un alto coeficiente intelectual.

Había un deje de burla en su voz. Dejé de mirar la herida y alcé la vista hacia sus ojos. 

—¿Te estás burlando de mí?— 

—¿Burlarme de ti? ¿Cómo podría burlarme de la persona que está atendiendo mi herida?, ¡De ninguna manera! Entonces, ¿Cuál es tu especialidad? 

Le dije que era ecología. Recién había decidido inscribirme en el curso especial de Ecología. No estaba preparado para tratar una herida de bala. Era la primera vez que lo hacía. Era un poco emocionante. Mmm ¿qué debería hacer primero? Desinfectar, detener la hemorragia... bien, lo correcto era centrarse en detener la hemorragia. 

—¿Qué crees que vas a hacer con eso? 

Se me quedó mirando fijamente cuando me vio sostener una jeringuilla del estuche estéril y repentinamente tragó saliva. 

—Es un anestésico local. Te vendrá bien.

—Espera un segundo, ¿Para qué necesitas anestesia? 

—Para coser.

—¡Puntos! ¿Vas a usar un sistema tan primitivo? 

—No estamos en un hospital, además una herida de bala ya es bastante primitiva de por sí.

La tasa de criminalidad en la ciudad era prácticamente nula. El orden público era impecable por eso no había necesidad de que ningún ciudadano portara un arma de fuego. La única excepción era para la cacería. La prohibición de caza se levantaba dos veces al año, momento en el cual la gente salía a las montañas con sus armas antiguas. A mi madre no le gustaba esa gente. Aunque tampoco era a la única que no le gustaban. Las encuestas de opinión mostraban que un 70% de la población estaba en desacuerdo con esas prácticas. 

Matar a pobres animales indefensos que no han hecho nada es simplemente terrible. Es pura crueldad. Horrible... 

Sin embargo, la hemorragia que tenia frente a mi no pertenecía a ningún zorro o ciervo, si no a una persona. 

—Yo no creo en eso.

Susurré. 

—¿No crees en qué? 

—En la gente que usa las armas contra otras personas... ¿puede ser que un cazador te disparase por casualidad? 

Entrecerró los labios. Estaba sonriendo. 

—No era un cazador. Bueno, no como los cazadores ordinarios que conoces. Y sobre todo, tampoco fue un error 

—Si ellos sabían que eras una persona, ¿no es eso ilegal? 

—No lo sé. En vez de zorros cazan seres humanos. La caza del hombre. Probablemente no sea un crimen real 

—¿Qué quieres decir?

—Que hay quien caza personas, y personas que son objetos de casa 

—No tengo ni idea de lo que estás hablando.

—Lo sé, probablemente sea bueno que no sepas nada. De todos modos, ¿de verdad es necesario que me pongas una inyección? ¿No tienes ningún analgésico ordinario? 

—Siempre he querido ponerle a alguien una inyección.—Después de desinfectarle la herida, le inyecté tres veces el analgésico alrededor de la herida. Me encontraba bastante nervioso, haciendo que mis manos temblaran un poco, pero de alguna manera todo salió bien.—Bien, ya solo queda aplicar un apoyo en la herida... 

—Y a coser.

—Correcto.

—Habías hecho esto antes?

—No. No me interesa mucho la medicina, así que obviamente no. Pero al menos sé algo al respecto. Hace tiempo vi un vídeo sobre el tema. 

—Así que estás actuando sin criterio ninguno.

Respiré profundamente. Me estaba mirando directamente a los ojos. Sus labios eran delgados y sin color y tenía las mejillas hundidas. Su piel estaba pálida y seca. No importa de qué forma lo mirase, esa cara no parecía la de una persona viva. Realmente parecía que había sido perseguido, agotado y obligado a abandonar su escondite. Sin embargo sus ojos mostraban otra cosa muy diferente. Aunque no revelase nada de lo que le estaba pasando, yo podía sentir que estaba vivo. Hasta ese día nunca había visto a una persona con unos ojos tan impresionantes. Esos ojos que me miraban sin pestañear. 

—Eres un tío raro.

—¿Por qué dices eso? 

—Ni si quiera me has preguntado mi nombre.

—Ya, pero tu tampoco lo has hecho, así que ambos somos raros entonces.

— Te llamas Shion, ¿verdad? Como el nombre de la flor. 

—Sí. Mi madre ama los árboles y las flores silvestres. ¿Y tú? 

—Rata.

—¿Cómo? 

—Así me llamo.

—Rata... no puede ser.

—¿Por qué no? 

Sus ojos no estaban avergonzados para nada. Al contrario, se veían orgullosos. De un color como el cielo justo antes de amanecer... 

Me sonrojé. De repente me dio vergüenza las palabras poéticas que acababan de aparecer en mi mente. Volví a oír su clara voz. 

—Allá vamos.

Bien, recuerdo el proceso básico para suturar vasos sanguíneos. 

Se tienen que asegurar de dos en dos y no de tres puntos para que se apoyen mutuamente y ejerzan presión... tengo que hacerlo con precisión... para que la sutura salga perfecta... 

Me temblaban las manos. Ratón miraba en silencio la punta de mis dedos. 

Me encontraba bastante nervioso, pero también estaba algo excitado. Estaba llevando a la práctica algo que solo había sido retazos de información guardados en mi mente. Ciertamente era una agradable sensación de excitación. 

Finalmente terminé la sutura y lo envolví en gasa estéril. Para ese entonces el sudor perlaba mi frente. 

—Perfecto.—Ratón también había transpirado un poco.—Está claro que tengo unos dedos talentosos.
—No solo los dedos, todo tú es bastante brillante. ¿De verdad solo tienes doce años?, eres de la súper élite por entrar a un curso especial solo con esa edad.

Esta vez no sonaba como si se estuviera burlando de mí otra vez, más bien parecía que me estaba alabando. En silencio, limpié las gasas y los utensilios utilizados. 

Hace diez años, durante mi segundo chequeo anual en la ciudad fui certificado como —rango superior de inteligencia—. A las personas que eran certificadas de esa manera o bien de alta capacidad física se les garantizaba una educación de primera calidad en la ciudad. Tomé clases de educación general y varios profesores de renombre me educaron hasta alcanzar la edad de diez años. A partir de entonces se esperaba que eligiera una especialización en el campo que más se ajustara a mí. Me asignaron tutores personales. Mi futuro fue planificado desde el preciso momento en que me certificaron con un rango superior a los dos años. No habría forma de poder evitarlo a menos que sucediera una locura. Locura que no debería suceder. 

—Tu cama se siente bastante cómoda.

Susurró el ratón, todavía apoyado en ella. 

—Puedes usarla si quieres, pero primero cámbiate de ropa.

Le lancé una toalla limpia, una camisa y la pequeña caja de antibióticos al regazo de Ratón. Luego se me ocurrió hacer chocolate. Sin apenas conocimientos previos de cocina hasta yo podría hacer algo tan simple como eso. 

—¿Te sirve? 

El ratón cogió la camisa de cuadros y resopló. 

—Bueno, siempre es preferible a una camisa rota y ensangrentada.

Le di la taza llena de cacao. Esa fue la primera vez que vi un rastro de emoción en sus ojos grises. Alegría. Tomó un pequeño sorbo y murmuró que estaba bueno. 

—Se siente bien, mejor que la operación de sutura de antes.

—No hagas comparaciones, fue mi primera vez. De todas formas creo que hice un buen trabajo teniendo en cuenta mi experiencia.

—¿Siempre eres así? 

—¿Perdona? 

—En cuanto a bajar la guardia frente a un desconocido. ¿O es que todos los de la élite son unos inconscientes? —Ratón me miró mientras sostenía su taza de chocolate entre las manos.—Todos vosotros vivís sin temor o recelo de los intrusos.

—Soy cauteloso, y tengo miedo. Claro que tengo miedo de las situaciones de peligro. No soy tan ingenuo como para creer que alguien que se arrastra a través de una ventana de un segundo piso, puede ser un honrado ciudadano.

—¿Entonces? 

Sí, ¿Cuál era la respuesta?. ¿Por qué estaba atendiendo a un intruso y ofreciéndole chocolate? Nunca me he considerado una persona alegre y despreocupada, al contrario siempre he sido bastante frío, pero no creo que sea porque resulte que soy un santo que se dedica a hacer caridad. Odio las situaciones molestas y los posibles problemas que éstas puedan causar. Pero aún así, me involucré con este intruso. Si las autoridades llegasen a averiguarlo estaría en serios problemas. Quizás solo esté falto de sentido común. Pero entonces... 

Me encontré con su mirada, con esos ojos grises. Parecían sonreír levemente. Casi como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Me lanzó una profunda mirada. 

—Si hubieras sido un hombre adulto habría hecho sonar la alarma de inmediato, pero es que te ves como si fueras una niña pequeña que además parecer a punto de colapsar en cualquier momento. Eso es... esa es la razón por la que te he socorrido. Y—Y, porque sus ojos son de un color fascinante que nunca había visto antes. Eso definitivamente despertó mi interés. 

—¿Y? 

—Y... quería probar a hacer la sutura.

Ratón se encogió de hombros y acabó su cacao. Se limpió la boca con el dorso de la mano y acarició suavemente las sábanas de la cama. 

—¿Puedo dormir aquí? 

—Sí, claro.

—Gracias.

Esa fue la primera vez que me dio las gracias desde que irrumpió en mi habitación. 

Me senté en el sofá de la sala de estar. Mi madre estaba mirando el panel de LCD de la pared. Señaló la pantalla cuando vio que la estaba observando. Una locutora de cabello largo y liso estaba leyendo una advertencia a los residentes de Kronos. 

Uno de los prisioneros de las instalaciones correccionales del Bloque Oeste había logrado escapar y estaba en paradero desconocido por Kronos. A medida que el tifón se acercaba, toda la región fue puesta en toque de queda. Esta noche, todas las salidas estarían prohibidas salvo bajo excepciones especiales. 

La cara de Rata apareció en la pantalla. El texto CV103221 fue estampado en rojo sobre su cara. 

—VC... 

Me comí un pedazo de tarta de cereza sentado en la mesa de la cocina. Mi madre siempre horneaba pastel de cerezas para mi cumpleaños. Todos los años después de que mi padre la trajera a casa el día que nací. Según mi madre, mi padre era descuidado con las mujeres y el dinero, gustaba del alcohol de buena calidad y bebía en exceso. Suena a hombre desesperado. Supongo que los tres pasteles de cerezas que compró bajo los efectos del alcohol fueron deliciosos. Mis padres se divorciaron apenas dos meses más tarde de haber comido aquellos pasteles de cereza, pero no recuerdo como me sentí por aquel entonces, solo que mi padre era un completo alcohólico. La verdad es que nunca me causó problemas. Simplemente se quedó atascado en este estilo de vida que mi madre y yo le brindábamos. Perfectamente seguro, acogedor y sencillo. Eso consiguió acabar con él. 

—Ah, por cierto, el sistema de alarma del jardín sigue apagado, pero supongo que no importa.

Mi madre se puso en pie lentamente, estaba empezando a subir de peso y su cuerpo se hacía cada vez más lento. 

—Si un gato se acercara al jardín, la alarma empezaría a sonar y el Departamento de Asuntos Públicos vendría de inmediato. Sería bastante engorroso 

El uso de la palabra —engorroso— se hacía cada vez más presente en su forma de hablar. 

—De todas maneras, parece tan joven –dijo volviendo a la pantalla – me resulta imposible creer que pueda ser un riesgo tan alto para el vecindario—VC. 

Un V—chip era un chip para los individuos violentos. En el pasado era el nombre que recibían los chips de silicio que se usaban en los televisores estadounidenses para restringir el acceso a ciertos tipos de programación. Si se instalaba en un televisor, se podía establecer para evitar escenas especialmente violentas etc. Si no recordaba mal, el nombre vino de la FCC estadounidense en 1996. 
Pero en No 6 el VC era algo mucho más serio. A las personas declaradas culpables de asesinato, intento de asesinato, robo o asalto se les implantaba ese chip en el cuerpo, a través del cual un ordenador podía rastrear la ubicación del preso. VC se había convertido en una especie de —registro familiar— para alguien que ha cometido un crimen atroz. 

—Me pregunto que habrá hecho para merecer el chip. 

Si seguía portando el chip, el sistema de búsqueda podría localizarlo fácilmente, entonces deberían ser capaces de apresarlo sin alertar a los ciudadanos. Sin embargo el asunto había llegado tan lejos que fue informado en un comunicado público, instaurando el toque de queda tras la huida del VC, con lo cual, seguramente era imposible localizarlo. 

¿Podría haberlo inutilizado auto disparándose...?, no, eso no es razonable. 

Para ser la primera vez que veía una herida de bala, estaba claro que había sido causada desde cierta distancia. Si el chip hubiera estado en su hombro y hubiera querido retirarlo, la herida resultante hubiera sido mucho más serie acompañada de una quemadura. Sin duda habría sido mucho peor de lo que vi. 

—A pesar de que hoy es tu cumpleaños, está siendo bastante aburrido, ¿verdad? 

Mi madre suspiró mientas salpicaba de perejil el guiso que estaba cocinando. Últimamente había desarrollado el hábito demasiado frecuente de describir las cosas como —aburridas—. 

La verdad es que ambos nos parecíamos bastante. Los dos éramos neuróticos y socialmente ineptos. La gente que nos rodeaba simplemente eran buenas personas y no daban problemas. Tanto mis compañeros de clase como el resto de la población eran bastante tranquilos, intelectuales y de buenos modales. Nadie usaba jamás la violencia verbal o física. Dentro de esta comunidad no había cavidad para gente extraña. Por supuesto, todo el mundo tenía acceso a la atención sanitaria fuera cual fuese su dolencia. En un mundo donde todos disfrutaban de una tranquila y pacífica vida, mi madre junto con muchos otros iba aumentando de peso progresivamente y cada vez más añadía a su vocabulario diario palabras como —engorroso— o — aburrido—. 

Rómpelo. 
Destrúyelo.
¿Destruir el que? 
Todo. 
¿Todo? 

La cuchara se me resbaló de la mano.

—¿Te pasa algo?, te ves disperso 

Mi madre me miró. Su cara redonda de pronto esbozó una sonrisa. 

—¡Qué raro es verte tan distraído!, ¿Te traigo otra cuchara? 

—No, gracias, no te preocupes.

Intenté forzar una sonrisa. El corazón me latía tan rápido que dolía. Me bebí el vaso de agua mineral que tenía delante de un solo trago. 

Herida de bala, sangre, VC, ojos grises, ¿Qué demonios era todo esto? Esas cosas nunca habían existido en mi mundo hasta hoy. ¿Por qué aparecieron en mi vida, así de repente? 

Tuve un presentimiento. Una premonición de que un gran cambio de aproximaba. Justo como un virus que se infiltra en una célula para modificarla o destruirla, algo que tal vez podría cambiar o incluso destruir mi mundo. 

—¿Shion? ¿Te sucede algo? 

Esta vez, mi madre me dirigió una mirada seria. 

—Lo siento mamá. Estoy preocupado por mi informe, así que mejor iré a comer a mi habitación —Sin pensar en que le estaba mintiendo me puse en pie y salí de la estancia. 

—No enciendas la luz.

Dijo en voz baja justo cuando entré en la habitación. No me gusta la oscuridad, por lo que siempre suelo dejar las luces encendidas aunque no esté en mi habitación. Ahora todo estaba completamente a oscuras. 

—Pero no puedo ver nada.

—Eso es bueno.

No podía moverme si no veía nada. Estaba congelado mientras sostenía en mis manos la bandeja con el postre y el guiso de mi madre. 

—Eso huele bie.

—Es estofado y tarta de cerezas.

Le oí silbar en la oscuridad.

—¿Quieres un poco?

—Por supuesto.

—¿A oscuras?

—Por supuesto.

Poco a poco empecé a caminar. Le oí reírse por lo bajo.

—¿No sabes desenvolverte a oscuras ni en tu propia habitación?

—Lo siento, pero no soy muy nocturno. ¿Tú puedes ver en la oscuridad? —A fin de cuentas soy una rata. Obviamente puedo hacerlo... —VC103221

Ratón se congeló en el acto.

—Obtuviste un primer plano en la televisión. Eres famoso 

—Jaja, pero definitivamente el real es infinitamente mejor, ¿no?. Oh, ese pastel está muy bueno —Me senté en la cama mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, poco a poco pude ver al ratón. 

—¿Te escapaste?

—Por supuesto.

—¿Y qué pasa con el chip? 

—Todavía lo tengo.

—¿Piensas en otra operación?, Dame un respiro... 

—Pero... 

—Estaré bien, de todos modos no funciona 

—¿A qué te refieres? 

—El VC es solo un juguete. Es fácil de romper 

—¿Solo un juguete? 

—Sí, un juguete. Para el registro, la ciudad entera es como un gran juguete. Un juguete barato que se ve bonito en apariencia 

Ratón terminó de rebañar el plato de estofado y el pastel. Suspiró satisfecho. 

—¿Así que estás seguro de que puedes escapar del centro de la ciudad donde la seguridad es mayor? 

—Por supuesto.

—Las personas que no están registradas en la ciudad están catalogadas como intrusos, y hay estrictos controles para detectarlos. Ese sistema se extiende por toda la ciudad.

—No sabes nada. El sistema que tanto —adoráis— no es para nada perfecto, es más tiene un sinfín de agujeros.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? 

—Porque no soy parte del sistema como el resto de la sociedad. Vosotros no podéis ver más allá así que encajáis perfectamente con esta ciudad falsa y utópica, pero la realidad es bastante diferente. Bueno, al menos así lo veo yo.

—No lo creo.

—¿El qué?

—No creo que esta ciudad sea utópica.

Las palabras se me escaparon casi sin pensar. Ratón se quedó en silencio. Solo había oscuridad delante de mí. No había indicios de su presencia. Al parecer, si que era un ratón después de todo. Un pequeño animal nocturno al acecho en la oscuridad. 

—Eres raro.

Dijo en un susurro mucho más débil que antes. 

—De verdad.

—Eres raro. Eso que acabas de decir no es algo propio de alguien de la alta elite. ¿No estarías en problemas si las autoridades de la ciudad se enterasen? 

—Sí, supongo que sería un problema.

—También acoges a un fugitivo que porta un VC y al que siguen las autoridades... eso también es un problema. Parece que te estoy causando bastantes problemas.

—No te preocupes.

De repente me agarró del brazo. Sus dedos delgados me aferraron fuertemente. 

—¿De verdad estás de acuerdo con eso? Tus historias no son de mi incumbencia, pero me sentiría culpable si algo llegase a pasarte por mi culpa, si te arruinase la vida no creo que pudiera perdonármelo... 

—Parece que tienes un fuerte sentido del deber.

—Mi madre me crió para que no le causara problemas a otras personas.

—¿Entonces te vas a marchar? 

—Por supuesto que no. Estoy cansado y afuera hay un tifón. Ahora que finalmente consigo una cama, creo que dormiré aquí.

—Hipócrita.

—Mi padre me enseñó que hay un tiempo y un lugar para todo
—Me soltó el brazo.

—Me alegro de que resultaras ser un bicho raro
—Susurró Ratón. 

—Ratón 

—¿Sí? 

—¿Cómo llegaste a Kronos? 

—Eso es confidencial.

—¿Puede que escaparas del centro penitenciario de la ciudad? 

—Por supuesto que sí. Pero no me colé en No 6 por mí mismo. Me trajeron en contra de mi voluntad.

—¿Te trajeron? 

—Sí. Normalmente se le suele llamar —escoltaron— (bajo guardia armada, por supuesto).

—¡Escoltaron! ¿A qué sitio de la ciudad? 

En el Bloque Oeste, se encontraba el centro penitenciario de máxima seguridad. La Oficina se encargaba de las solicitudes de permiso para entrar en No 6. Era fácil acceder para las personas con permisos especiales pero aquellos que no los poseían necesitaban al menos un mes tras presentar su solicitud. Y por si no fuera poco, la duración de la estancia tenía un tiempo límite. Naturalmente como había bastante lista de espera la gente se acumulaba en esa zona esperando su permiso con lo que por los alrededores habían bastantes hoteles, restaurantes, etc., a la par de bastantes personas que desarrollaban sus negocios allí. Yo nunca había puesto un pie allí pero parecía ser una zona bastante interesante. También había una cantidad mayor de delitos. Se podría decir que era una zona de alto riesgo para el resto de los ciudadanos de la ciudad. En el centro penitenciario el periodo de encarcelamiento, de entre un año y cadena perpetua, se determinaba en función de la edad y los antecedentes penales, así como la gravedad del delito. No había pena de muerte. Es cierto sentido, el Bloque Oeste era como una especie de rompe olas contra el crimen. Era la —primera línea de defensa— para que la delincuencia no entrara en la ciudad. Si un VC fue escoltado desde el interior del Bloque Oeste de la ciudad. ¿A dónde lo llevarían y con qué fin...? 

Ratón se metió en la cama. 

—Probablemente hacia la Gota Lunar.

—¡La Torre Principal!
—Me sorprendí.—¿Por qué te llevaban al centro de la ciudad?

—No te lo voy a decir. Probablemente es mejor que no sepas nada 

—¿Por qué? 

—Estoy cansado. ¿Te importa dejarme dormir? 

—¿Qué quieres decir con que es mejor que no lo sepa? 

—¿Acaso puedes olvidarte de algo después de haberlo escuchado? ¿Puedes hacer como si nunca lo hubieras oído? ¿Puedes hacerte el tonto? Puede que seas inteligente, pero esa es una habilidad que solo los adultos suelen tener.

—No sabes...

—Lo que tú digas. En cambio sí que debería hablar de lo de antes 

—¿Eh? ¿De lo de antes?

—Lo del grito en la ventana.

Me había visto. Mis mejillas me ardían. 

—La verdad es que me asustaste. Acababa de colarme en el jardín y estaba pensando que hacer cuando asomaste tu cara por la ventana.

—¡Espera un segundo! 

—Entonces me acerqué para ver que estabas haciendo y me sorprendió cuando empezaste a gritar. Ver a una persona gritar bajo la lluvia... 

—¡Cállate! 

Salté encima del ratón. Pero acabé aterrizando sobre la almohada. Ratón voló hacia mí con una velocidad increíble apresándome las manos. Mi cuerpo hizo una brusca media vuelta y acabé cayendo sobre mi espalda con él sentido a horcajadas encima de mí fijando fuertemente mis dos brazos por encima de mí con una sola mano. Apretó las piernas sobre mi cintura. Mis dedos empezaron a adormecerse de inmediato. Todo fue muy intenso. Estaba siendo apresado sobre mi propia cama con tal fuerza que me era imposible ofrecer alguna resistencia. La cuchara del guiso apareció misteriosamente en la mano libre de Ratón. Puso el mango en mi cuello y lo arrastró a través de mi garganta. 

—Si esto fuera un cuchillo... 

Se inclinó sobre mí y me susurró al oído derecho. 

—Ya estarías muerto.

Los músculos de mi garganta se contrajeron. Pero... Wow. 

—Guau, ¿Cómo hiciste eso?

—¿Qué? 

—¿Cómo consigues reducir a alguien con tanta facilidad? ¿Puede que por los puntos de presión?

La fuerza que me inmovilizaba desapareció. Y al mismo tiempo el cuervo de Ratón se encorvó. Estaba temblando de risa. 

—Definitivamente eres divertido. Muy divertido. Nunca se sabe por dónde vas a salir.

Envolví los brazos alrededor de Ratón y los metí debajo de su camisa. Estaba ardiendo. Su piel se sentía caliente y sudorosa. 

—Esto no es bueno... tienes fiebre. Deberías tomar un antibiótico.

—No te preocupes... solo necesito dormir.

—Acabarás más débil aún si la fiebre no desaparece. Estás ardiendo.

—Tú también estás muy caliente.

Susurró suavemente mientras respiraba profundamente. 

—La gente es tan caliente cuando están vivos... 

Se quedó dormido. Y antes de darme cuenta, yo también me quedé dormido sosteniendo su cuerpo febril. 

A la mañana siguiente Ratón había desaparecido. La camisa a cuadros, las vendas, y el botiquín habían desaparecido con él.

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