domingo, 15 de febrero de 2015

Capítulo 9 - Día 13. Estambres |Pétalos de rosa|

Historia



Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 9.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan, Simon y Normand.


Capítulo 9

Día 13 - Estambres


"Todo iba bien. Ethan aun seguía con aquella sonrisa tonta dibujada en la cara, soñando cosas hermosas hasta que algo las enturbió: su oscuridad del pasado. En el nuevo sueño, éste se hallaba en el salón de su casa sentado en el sofá. Su padre iba de un lado a otro de la sala agitando los brazos con enfado y gritando cosas sin sentido. Estaba enfadado, realmente enfadado. Su madre en cambio estaba sentada en una de las sillas de la mesa donde solían comer. Estaba llorando. Llorando como si se hubiera acabado el mundo. ¿Por qué están tan molestos? pensó el joven, aun no comprendía lo que estaba pasando. Acababa de salir de urgencias y al parecer lo peor aun no había pasado. No recordaba nada de aquél día ni de los anteriores. Según lo que le habían dicho sus padres, es que se lo habían encontrado tirado en el suelo de un parque inconsciente y que los médicos diagnosticaron una pérdida de memoria.

-¿Es que no podías ser como los demás chicos?-preguntó su padre furioso con tanta ansia que se salió una gota de saliva disparada de su boca. Ethan solo pudo mantener la compostura e intentar no echarse a llorar. Llorar por no saber lo que había hecho. Todo era tan extraño. ¡Ni si quiera sabía de lo que estaban hablando! ¿Cómo podían echarle la bronca después de que ellos supieran que no recordaba nada?-¡Estás haciendo llorar a tu madre! VERGÜENZA TE TENDRÍA QUE DAR-declaró con los ojos desorbitadamente abiertos. Más que una figura paterna, Ethan veía a su padre como algo a lo que temer.

-No se que he hecho...-susurró entre los gritos de su padre. Éste se le quedó mirando mientras le comía con la mirada. Después de unos segundos le propinó un guantazo en la mejilla. El golpe le hizo perder el equilibrio y calló encima de los cojines que tenía a su lado, hundiéndole la cara en ellos. "No tiene sentido, NADA tiene sentido. Quiero llorar, quiero morirme, no quiero ser yo" dijo en su mente. Aprovechó el hecho de que no podían verle la cara para soltar las lágrimas que no conseguía retener.

-¡Tu sabes perfectamente lo que has hecho!-gritó de nuevo y agarró a Ethan por la espalda para levantarle y que le mirara a los ojos.-Encima de maricón, llorica. Lo que nos faltaba Ely-bufó. El llanto de su madre se intensificó con aquel comentario. Ella incapaz de terminar con aquello, con ese sufrimiento innecesario que le estaba causando un padre a su propio hijo. Pero no tenía el poder para parar a su marido. Por mucho que ella quisiera sabía que estaba completamente bajo sus órdenes. Bajo su tiranía, pero aun así le amaba.”

Por suerte el sueño acabo allí, después de aquel adjetivo despectivo hacia su persona. Ethan se levantó exaltado y sudado. "Ya decía yo, nada nunca me puede salir bien” pensó. Que el día anterior hubiera tenido un respiro no significaba que su mala suerte se hubiera acabado. Aunque si podía sacar algo bueno, había encontrado ya por fin lo que tanto le había costado encontrar : la felicidad o al menos un trozo de ella. Ésta estaba allí, junto a Simon. Aquella persona que había sido tanto para él en un pasado lejano y que ahora iba a serlo en el presente pero con aun más fuerza. ¿Es que estaban destinado a estar juntos de un modo u otro? Es lo primero que se le vino a la cabeza después de pensar en el peliblanco.

Sacó su débil cuerpo de la cama y se dirigió al cuarto de baño para ducharse y desprenderse de la capa de sudor que se había formando en casi todas las partes de su cuerpo. Cada vez vivía más los sueños. Cada vez le parecían más reales. Mientras la caliente agua acariciaba su piel, recordó que el día anterior había quedado con Simon para salir. Acto seguido el corazón le pegó un brinco, haciéndole daño en el pecho. Era el primer sábado que iba a salir con alguien y el hecho de nunca haber tenido una cita o algo parecido le estaba empezando a atormentar. A llenar su cabeza de pensamientos incómodos e hirientes hacia si mismo. Un cúmulo de preguntas le invadieron corriendo la mente, preguntas como: ¿Y si se aburre conmigo? ¿Y si me deja tirado? ¿Y si al final se arrepiente de haber quedado conmigo?… y por mucho que las intentara apartar de su mente, volvían golpeándole las sienes. Cuando terminó de ducharse salió del cuarto de baño y fue hacia su habitación. Era hora de vestirse ya que de momento solo llevaba unos calcetines y unos bóxers. Abrió su armario y lo contempló por un largo tiempo. ¿Qué debía ponerse? Ahora toda la ropa que tenía le parecía la más desastrosa y fea del mundo. Rebuscó entre toda el cúmulo de ropa, si es que ahora la podía llamar así, pero no había nada que le convenciera al 100%. Ethan normalmente solía vestir con unos vaqueros y una camiseta roja o violeta, pero hoy quería salirse de la rutina. Después de mucho rebuscar y darle vueltas, agarró unos pantalones de pitillo negros y una camiseta naranja que hacía años que no se ponía. Dio un par de vueltas por la habitación y se miró más de 100 veces en el espejo intentando convencerse de que estaba bien, agarró el peine y dejó libre su larga melena. Había estado más de 5 años dejándose el pelo largo, cortándoselo solo y exclusivamente para sanarlo, y la verdad es que lo tenía bastante largo. A decir verdad su pelo era lo único que le gustaba. Era raro y bonito a la vez. Hundió sus dos manos en la cabellera y se puso a masajear la cabeza. El corazón estaba intentando salir por su boca. Debía calmarse, no podía pasarse toda la mañana con aquellos nervios esperando a que viniera a recogerle ya que no sabía cuando iba a venir.

Al final acabó recogiéndose de nuevo el pelo en una coleta, como siempre. Ahora solo tenía que conseguir algo de dinero para poder comprar la comida o lo que fueran a hacer y esperar a que viniera Simon. Primero fue hacia el salón e investigó la posición de sus padres. Quería hablar solo con su madre ya que si su padre se enteraba que iba a salir empezaría a preguntar y seguro que al final no le dejaría salir por cualquier tontería. Por suerte, solo estaba su madre sentada en el sofá viendo la tele. Se acercó a ella y se sentó a su lado nervioso. Le explicó lo que iba a hacer ese día y ella asintió ante su plan. Sin mediar muchas más palabras ella le dio algo de dinero y le dijo que no se preocupara, que ella le diría a su padre que había ido a hacer un trabajo. Ethan le sonrió ante la ayuda de librarse del tonto de su padre que le había ofrecido y fue hacia la cocina para desayunar algo. Acabó comiéndose un par de yogures y cuando hubo recogido todo, salió de su casa para esperar a Simon en su portal. Era mejor así ya que si éste llamaba al porterillo de su casa cabía la posibilidad de que su padre le atendiera o se enterara de que alguien le había venido a buscar.

Eran las 11:30 cuando bajó y hasta media hora después Simon no apareció por su calle. En cuanto le vio acercarse, la sonrisa que le había sacado el día anterior se dibujó de nuevo en su cara, aunque esta era aun más tonta. Al contrario le pasó lo mismo y negó la cabeza, aun no llegaba a creer que aquello estuviera pasando por fin. Se acercó a su puerta, donde estaba el menor, y le acarició la mejilla dulcemente.

-Espero que estés preparado para pasar un día que jamás podrás olvidar-dijo Simon alegre. Había estado soñando con este día desde hacía muchísimo tiempo y por fin se estaba materializando. Ethan asintió con la cabeza entusiasmado. 

Intercambiaron unas cuantas frases proponiendo lugares a donde podían ir y al final ambos estuvieron de acuerdo en ir a un centro comercial a comer y a ver alguna película. Tuvieron que coger un par de autobuses para llegar a su destino. Ethan notó como varias miradas de personas  demasiado curiosas se clavaban en su persona, como si estuviera haciendo algo malo. Éste agachó la cabeza y enrojeció. “Seguro que saben que …” dijo en su mente pero Simon le paró los pensamientos cogiéndole de la mano a escondidas. El peliazul no pudo evitar sonreír y se quitó todas las preocupaciones de la cabeza. Debía disfrutar de el día, aunque solo fuera por una vez en la vida. Hoy debía darle igual lo que los demás pensaran de él.

En cuanto llegaron dieron un par de vueltas al enorme centro comercial y al final se pararon frente a la cartelera para elegir la película que iban a ver. Estaban entre dos: una de una plaga zombie que invadía la Tierra y otra de una familia que tenía problemas paranormales en su casa. Al final Simon cedió ante los gustos del peliazul y eligieron ver la de zombies. Cuando llegó la hora de comer fueron a un establecimiento de comida rápida y cada uno se pidió un menú diferente. No tardaron mucho en comer ya que en breves comenzaba la película y habían comprado ya las entradas para aquella sesión por estar la siguiente completa. Terminaron de comer y fueron hacia la entrada del cine. Pasaron sin problemas a la sala donde se emitía su película y se sentaron en los asientos más alejados de la pantalla por cortesía de Simon, que no le gustaba estar cerca de ésta. Estaban en una esquina, apartados de todos las demás que iban a ver la película con ellos. Al parecer a nadie le gustaba estar tan lejos de la pantalla. No no tardó mucho en empezar a emitir los anuncios que ponen siempre antes de emitir la película y las luces se atenuaron. Ethan, sin saber por qué, empezó a incomodarse, a sentirse muy nervioso. Simon estaba ahí, a su lado, a apenas 10 cm de él y tenía ganas de sentir su piel rozando la suya. Le miró de reojo curioso y vio como éste también le estaba mirando. No era el único que sentía aquellas tremendas ganas. Ambos lucharon por reprimir el impulso de acercarse más y, por suerte, la película empezó.

El largometraje que estaban viendo se llamaba “Zombie war”. Al entrar habían oído a todo el mundo decir que era una de las mejores películas que habían hecho de zombies, pero a ambos se cansaron de verla pasada media hora de haber empezado. Era demasiado pesada, poco original y sin ningún sentido. Simon, aburrido, apoyó su mano más cercana al peliazul en la mano de éste y la apretó para llamar su atención. Ethan no pudo evitar pegar un pequeño salto en su asiento ante el repentino contacto del peliblanco y enrojeció más rápido que la velocidad de la luz mientras miraba a su alrededor para ver si había algún cotilla mirándolos. Pero no era así, todos estaban mucho más atentos a la película que ellos mismos. Simon acercó su boca lentamente hacia la oreja del contrario y dulcemente le susurró al oído.

-Te quiero- y acto seguido sonrió maliciosamente. Sabía perfectamente que ese comentario iba a enmudecer a Ethan en menos que cantaba un gallo, y así fue. Lo único que pudo decir el peliazul fue un leve “ugh”.

Simon se acercó más a su oreja hasta rozar sus labios contra el lóbulo del contrario, notando como una leve descarga se difundía por sus pieles. El contrario intentó deshacerse del puente de contacto pero el peliblanco reacio a alejarse de éste, le mordió la oreja evitando la desconexión. Los ojos de Ethan se pusieron blancos ante otra fuerte descarga de electricidad y sin poder evitarlo, los cerró mientras soltaba todo el aire que tenía aguantando en su pecho. Hundió su cuerpo en el asiento mientras volvía a mirar a su alrededor. Nadie les estaba echando cuenta. Simon soltó la oreja del menor y puso un nuevo rumbo, sus labios. A medida que iba avanzando su nariz rozaba la piel del contrario, haciendo que se erizara. En cuanto llegó a su destino, deseoso ya de volver a sentir los labios de Ethan, los aprisionó contra los suyos fuertemente mientras entrelazaba una de sus manos en la nuca del contrario para que no se pudiera escapar. El peliazul consiguió contener las ganas de gemir y se dejó llevar por el ritmo que marcaban los labios del mayor. Simon, de vez en cuando, paraba de besarle para morder su labio inferior o para quedarse mirando los ojos éste, esos ojos que siempre había amado a pesar del olvido que había sufrido.

Estuvieron besándose hasta un poco más de la mitad de la película, que duraba casi tres horas. El peliblanco no pudo retenerse más y quiso seguir con lo que casi empiezan el día anterior. Una de sus manos se apoyó en las piernas del contrario, a la altura de la rodilla, y empezó a subirla poco a poco, mirándole fijamente a los ojos para no perderse ninguna expresión facial de éste. Los nervios de Ethan se hicieron aun más notorios e intentó hundirse aun más en el asiento, pero ya era el tope. Era como si una serpiente estuviese subiendo por una de sus piernas y el tuviera miedo de tocarla para apartarla, solo que no era el miedo lo que le retenía, sino el placer. Su respiración se volvió mucho más profunda y fuerte. Simon no dudó en seguir subiendo la mano hasta llegar a la entrepierna en donde la abrió todo lo posible y abarcó el miembro erecto del contrario, sintiendo como un leve espasmo se difundía por éste. Aquello se les estaba yendo de las manos a ambos pero ninguno estaba por la labor de parar, había demasiada excitación y deseo entre ellos como para que aquello pasara. El peliblanco empezó a masajear los genitales de Ethan mientras este hacía todo lo que estaba en su mano por no emitir ningún sonido y delatar lo que estaba haciendo, pero se lo estaba poniendo muy difícil. Era la primera vez que alguien le tocaba de aquella manera y se sentía demasiado bien. Mucho más que cuando él mismo se hacía esas cosas. Además, la continua mirada de Simon no ayudaba ya que avivaba muchísimo más la llama que estaba ardiendo descontroladamente por to su cuerpo. Los movimientos poco a poco se volvieron más rápidos y marcados. Ethan ya se estaba mordiendo una mano para evitar la salida de inminentes sonidos, aunque algunos bajos ya se habían escapado. Simon, descaradamente, quitó el botón de los pantalones del contrario con la mano que tenía libre y bajó la cremallera. En cierto modo, el menor se lo agradeció ya que la presión le estaba matando, pero ahora se moría aun más de vergüenza. Solo una capa era lo que cubría su miembro y sus brazos no estaban por la labor de moverse y tapar su zona íntima. El mayor volvió a masajear la zona, ahora más intensamente, y agarró una de las manos del peliazul para llevarla a su propio paquete. El también quería sentir placer en sus genitales. Ethan, obedientemente, posó su mano encima de la enorme erección del contrario, pero no era capaz de moverla. Sentía cada movimiento que hacía y lo duro que estaba. No es que fuera muchísimo más grande que su miembro, pero el simple hecho de saber que él estaba así por su culpa era lo que le estaba matando. Simon, con una sonrisa más maliciosa aun plasmada en su cara, bajó los bóxers del peliazul dejándole totalmente expuesto. Ahora era cuando Ethan debería haber mirado hacia las demás personas presentes en la sala para asegurarse de que nadie estaba viendo nada, pero solo pudo seguir mirando a su compañero de butaca.  Simplemente ya le daba igual lo que pasara a si que apretó la mano que tenía apoyada en el miembro del contrario y lo masajeó tímidamente. 

El mayor tomó aquel acto como que quería seguir pasara lo que pasara, volvió a agarrar el pene del menor sin miedo y levantó su camisa porque se notaba a tres leguas que estaba a punto de explotar. Ethan lo agradeció interiormente y el placer le llevó a una dimensión superior, a una en la cual aun no había estado. Abrió la boca exageradamente e hizo como si hubiera chillado, aunque ningún sonido salió de su boca. Su barriga estaba completamente manchada de su propio semen, al igual que la punta de su miembro. Pero eso no le paró, ahora sentía las ganas de devolverle el placer que Simon le había proporcionado multiplicado por dos o tres, si hacía falta. Desabrochó los pantalones de Simon y bajó su bragueta. Las manos estaban temblando por una mezcla de nervios y el reciente gran placer que había probado. Tardó en dejarle como le había dejado éste anteriormente, pero lo consiguió. Se sentía raro al estar observando un pene que no fuera el suyo. Lo agarró con decisión y acercó su boca a éste, introduciéndolo inexpertamente en su calidad bucal. Al principio no podía evitar el contacto de sus dientes con la piel del peliblanco, pero poco a poco ganaba algo de experiencia. Simon estaba completamente tenso, haciendo como que estaba atendiendo a la película muy seriamente. Poco a poco iba subiendo la velocidad de sus embestidas. Después de unos minutos haciendo movimientos con casi todo su cuerpo, sintió como la mano de Simon se posaba sobre su cabeza y le agarraba por los pelos con furia. El mayor empezó a empujar la cabeza del menor con fuerza para ayudar a agilizar y profundizar los movimientos de éste y así poder terminar ya. Estaba a punto de explotar y ,debido a la inexperiencia del que le estaba dando placer, estaba en ese punto dese hacía más tiempo del que podía aguantar. Solo faltaron un par de movimientos más para poder llegar a la dimensión que recientemente había visitado el peliazul.

Simon, sin darse cuenta, había retenido a Ethan en la posición donde más profundo llegaba su miembro en la boca de éste, por lo que se estaba atragantando. Le soltó rápidamente y le pidió disculpas con hilo de voz ya que no tenía fuerzas para más. El peliazul después de unas cuantas arcadas, aunque sin soltar el líquido que se había tragado hacía segundos, se incorporó en su asiento y asintió con la cabeza un tanto molesto. Casi se ahoga. Limpió su boca con la manga de la camiseta y se abrocho los pantalones con dificultad. Sin saber por qué, aquella tontería que acababa justo de pasar le había puesto de nuevo su miembro más erecto que antes. Simon hizo lo mismo y se volvió a acomodar en su asiento. No se volvieron a mirar hasta que la película acabó. De pasar a ser simples conocidos habían llegado a darse placer mutuamente y ahora eso les iba a pasar factura. Ahora no se atrevían a dirigirse la palabra o simplemente la mirada. Se habían dejado llevar demasiado, deberían haberse parado mutuamente, pero lo que sintieron ambos en aquel momento había sido demasiado fuerte.

Después de salir del cine ambos estuvieron de acuerdo en volver a sus respectivas casas y ya verse otro día. Simon, avergonzado por lo que le había hecho, le pidió su número de móvil para poder contactar con él y quedar otro día, aunque sonara muy mal. Ethan accedió y se lo dio. Más tarde cuando llegaron a la casa del menor, solo pudieron decirse un “nos vemos”.
A Ethan el final del día se le hizo cortísimo. La escena de él comiendo el miembro de el peliblanco no se le había ido en ningún momento de la mente y le había tenido grabada en su cabeza la mayoría de las horas dejándole en la luna. Evitó todo contacto con su padre ya que después de todo lo que había pasado, no podía ni mirarle a la cara. En el fondo sentía las ganas de contarle lo que sentía por un chico, pero por otra parte no quería cavar su propia tumba. Al final se fue a la cama temprano y, aunque aquella noche no tenía la sonrisa tonta que tanto le había gustado tener el día anterior, su mente la ocupó completamente la persona que estaba haciendo su vida un poco más llevadera. Era verdad que no iba a olvidar este día.

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