viernes, 20 de febrero de 2015

Capítulo 2 - Secretos |Buscándote en otro mundo|

Historia



Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis:
Bienvenidos a mi historia.
Vivo en una de las dieciséis ciudades bajo el agua, Luna. Después de la tercera guerra mundial, la Tierra se inundó de radiación y todos los terrenos habitables de la superficie dejaron de serlo. Debido a aquellos efectos de la guerra, tuvimos que hacer un éxodo mundial. Hubo dos grandes planes para ello: tres enormes naves espaciales y vivir en inmensas ciudades bajo el agua. Desgraciadamente el primer plan no salió como se esperaba y miles de millones de personas, que eligieron aquella vía de éxodo, murieron.
Ahora nosotros estamos aquí, bajo metros y metros de agua rehaciendo nuestras vidas y acostumbrándonos a nuestra nueva condición.

¿Quieres saber más? Solo tienes que leerme.
Capítulo: 2.
Géneros: yaoi, fantasía, ciencia ficción, homo, romance, drama.
Personaje: Sebastian y Sarah.
Notas: 
Ya por fin aparece el protagonista que faltaba ^^

Capítulo 2

Secretos


Ya es mi tercer día trabajando en esta bazofia de limpiar el fondo marino cercano a la ciudad. Estoy realmente agotado, ya sea física o psicológicamente hablando. Tengo que llevar un traje muy aparatoso, que cuesta muchísimo de mover, para poder salir fuera de la ciudad a donde estoy completamente rodeado de agua. Aunque el peso que siento sobre mi cuerpo es menor por el empuje que recibo del agua, principio de Arquímedes, el traje pesa tanto que ya estoy exhausto a las pocas horas de haber empezado a trabajar. Todo esto se le suma el hecho de que estoy completamente a oscuras y la única luz que tengo es la de mi traje. Las vistas no son para nada bonitas porque el fondo marino cercano a nosotros está realmente asqueroso. El suelo está repleto de porquerías que se expulsan de la ciudad para que no se acumule dentro de ella, aunque realmente no es una buena decisión hacerlo. Además, me han prohibido totalmente que hable de las cosas que vea aquí afuera. Al parecer le sale más a cuenta contaminar el agua que la población se conscience sobre la contaminación que están produciendo otra vez hacia el medio que le rodea. ¡Cómo si no hubiera servido de escarmiento el perder nuestro hogar encima de los continentes!

En mi primer día de trabajo no me dejaron salir fuera porque me tuvieron que enseñar como se usaba cada instrumento que tendría que utilizar y como debía ponerme el traje para que no hubiera fugas. También tuvieron que hacerme un par de pruebas para ver cuánto oxígeno consumía y la eficiencia de éste en mi cuerpo. Supongo que era para saber qué cantidad me tenían que dar, aunque el miedo se apoderó de mi aquella noche imaginándome a mi mismo perdiendo la vida porque no me habían dado el suficiente oxígeno o se me acababa antes de poder llegar dentro de la ciudad. Lo pasé verdaderamente mal, pero al final mi madre me ayudó a superar ése pequeño miedo a la mañana siguiente diciéndome que había muy pocas posibilidades de que aquello pasara. Terminó con la frase de “a las personas buenas no le pasan cosas malas”. Quise creerla, de verdad, pero me era muy difícil creerme eso después de la muerte de la persona más buena del mundo, mi padre.

El segundo día por fin salí fuera, aunque acompañado por una persona con bastante experiencia en ese trabajo. Me estuvo enseñando lo esencial, como: si se me acaba el aire debía pulsar un pequeño botón que tenía en mi muñeca izquierda para activar una propulsión de emergencia; no podía contarle nada de lo que viera fuera de la ciudad a la gente, bajo castigo; cómo debía usar las herramientas más eficientemente para hacer el trabajo más rápido y mejor; y que no debía acercarme a un gran hoyo que estaba bastante cerca de mi zona de trabajo. ¡Leches! Todo era no puedes esto, no puedes lo otro y trabajar como un esclavo. ¿Qué se habían creído? ¡Ni que hubiera extraterrestres en el fondo del mar! Aunque supongo que todas las ciudades tienen secretos que no quieren que sean descubiertos.

Llevo ya tres horas removiendo basura de un lado a otro. Quien diría que nuestra sociedad no tan consumista y más preocupada por los bienes iba a producir tanta cantidad de desechos en tan poco tiempo. Ciertamente la raza humana está hecha para romper todo lo que toca aunque no quiera provocar eso. Sigo removiendo la basura ya desganado. Aun quedan más de tres horas para que mi turno termine y lo único que hago a parte de estar con la basura es mirar a cada segundo la cantidad de oxígeno que me queda. Creo que no me voy a acostumbrar a esto. Aunque intente centrarme en el nuevo paisaje que puedo ver y saborear, no puedo quitarme de la cabeza que puedo morir de un segundo a otro. Veo peces y crustáceos que nunca he llegado a ver en mi vida, pero me parecen tan insignificantes que los paso de largo. Esto no es disfrutar de la vida, esto no es lo que yo quiero. Yo debería haber sido un enfermero que cuida amablemente de sus pacientes y les ayuda con sus problemas de salud. ¡Pero no! Aquí estoy yo, limpiando la maldita basura que han tirado los demás. 

Sigo con mi trabajo a regañadientes e intento concentrarme más en lo que hago y menos en la cantidad de aire que me queda, aunque me cuesta todo un mundo. Afortunadamente las siguientes dos horas se me pasan más rápidas que todas las anteriores. Solo una maldita hora más y ya puedo volver a mi casa con todas mis comodidades. Aunque tengo que ponerme a estudiar que ya mismo tengo exámenes. Poco a poco la hora de terminar la jornada se va acercando y mis nervios van creciendo. Se que me ponen unas horas de aire más por si acaso me pasa algo o mi respiración es más rápida que de costumbre, pero no puedo evitar obsesionarme con el aire. “Cinco minutos más, solo cinco minutos más” me digo a mi mismo, animándome. Y aunque esos minutos fueron más de treinta en mi cabeza, por fin sonó la alarma de mi Mipm que me avisaba de que mi jornada terminaba en ese momento. Dejo lo que estoy haciendo y salgo lo más rápido que puedo hacia la puerta de entrada a la ciudad, que se está a unos doscientos metros de mi. ¡Por fin la libertad y la tranquilidad de saber que no tengo un bien limitado a una cantidad de horas! Pero antes de acortar la distancia en cien metros de mi y la puerta de la ciudad, ésta se empieza a cerrar y una alarma estridente suena, poniéndome la piel de gallina. ¿Qué está pasando? Ahora corro todo lo posible para intentar llegar antes de que la puerta se cierre pero cuando me quedan aun sesenta metros se cierra dejándome completamente desprotegido. Mis piernas fallan y caigo de rodillas al suelo desesperado y casi sin aliento. Miro hacia todos lados buscando a alguien que pueda ayudarme, pero soy la única persona que se ha quedado fuera por lo que parece ya que no encuentro ninguna luz entre la oscuridad a parte de la mía. Mi corazón late tan fuerte que me llega a hacer daño en el pecho y el pulso retumba en mis sienes, mareándome. La alarma sigue sonando intermitentemente. De pronto un montón de luces se encienden por fuera de la ciudad y apuntan hacia arriba, congregándose en un mismo punto. Es una especie de roca gigante que cae muy rápidamente hacia el suelo. A medida que se va acercando mi visión capta que no es una roca, si no una especie de nave abollada seguida de otra un tanto más grande que la dirige. Una pregunta no duda en pasarse por mi mente: ¿Qué era aquella nave y por qué la llevaban hace el gran agujero al que le habían prohibido ir?

Pero antes de que pudiera pensar nada más un par de luces me cegaron por completo, me estaban apuntando con ellas. Moví los brazos desesperadamente para llamar más la atención y en cuanto lo hice, un grupo de guardias con trajes más avanzados se dirigieron hacia mi. En ese momento entré en pánico otra vez porque… ¡llevaban armas! Me levanté y di dos pasos hacia atrás, pero en cuanto hice aquél movimiento me apuntaron con ellas. Se que las armas convencionales que siempre se han utilizado no sirven bajo el agua, pero las que están llevando aquellos guardias no parecen para nada normales. En pocos segundos llegan hacia donde yo estoy y me agarran, inmovilizándome por completo. Rápidamente me llevan dentro de la ciudad arrastrándome literalmente, el miedo me ha poseído tanto que no puedo mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Me llevan a la sala de vaciado y cuando nos libramos completamente de estar rodeados de agua me sueltan, aunque me apuntan de nuevo. ¿Es que no ven que soy un habitante de ésta cuidad? Uno de los guardias se acerca lentamente a mi y me quita el caso en un rápido movimiento.

-¡Identifícate!-me ordenan. Yo abro la boca y empiezo a balbucear palabras apenas entendibles. Estoy demasiado nervioso y acojonado como para poder comportame como una persona normal. Los guardias, hartos de no entender nada, me agarran del brazo y me quitan el guante para ver la información personal que tengo en mi Mipm. En cuanto confirman quien soy buscándome en la base de datos de la ciudad bajan las armas. Un enorme suspiro sale de mi boca, no es exactamente una experiencia preciosa que te apunten con unas cuantas armas a la vez.-¿Qué es lo que hacías ahí fuera?-me pregunta otro guardia.

-Es…-trago saliva porque aun me cuesta formar oraciones coherentes- Estaba trabajando, soy limpiador de fondos-respondí. Es mejor que diga la verdad a andarme con rodeos y que me vuelvan a apuntar con sus malditas armas. Ellos lo vuelven a confirmar en la base de datos y asienten con la cabeza. Después todos se quitan los cascos dejándose ver las caras. La mayoría eran hombres, aunque había un par de mujeres entre ellos.

-Esperamos que no te vuelva a pasar-dice una de las chicas. Ésta guardia era la más corpulenta y la más mayor de todos los ahí presentes. Seguramente es la capitana de los demás. Antes de que pueda rechistar por el hecho de que no pueda moverme con gran rapidez por el fondo marino me corta rápidamente- Me dan igual tus excusas. Si te volvemos a ver ahí fuera cuando suene la alarma, créeme que nada bueno te pasará. Ésta vez quedas perdonado.

Y me dejaron ahí solo, sentado en el suelo mientras asimilo el nuevo peligro de mi trabajo: todo lo que no esté relacionado con la basura y llegar antes de que se cierre la puerta es castigo seguro. Lo peor que le puede pasar a un habitante de Luna. Después de pasar cinco minutos decido que ya es hora de quitarme el horrendo traje e irme por fin a casa. Mientras voy de camino a ella, mi cabeza no para de imaginarse cosas y hacer hipótesis sobre qué es lo que hay en ese gran hoyo. Desgraciadamente no se lo puedo decir a nadie o… castigo. ¡Todo lo que haga va a desembocar en castigo por lo que parece! Cuando llego a casa saludo a mi madre y subo a mi habitación rápidamente para tirarme en la cama y poder darme un respiro después de tanta presión. ¡Odio mi trabajo! Afortunadamente antes de que me pueda más hundir en mi propia mierda mi Mipm empieza a sonar, es un mensaje de Sarah.

“Espero que te esté yendo todo bien Sebastian. Acabo de recordar que hace nada tuviste tu asignación de trabajo. ¡Seguro que has tenido tanta suerte que te ha tocado el que tu querías! Tengo ganas de volver a verte, besos”

Aunque se que Sarah lo ha hecho sin querer, no puedo evitar odiarla por unos segundos. Parece que hoy el mundo se está riendo en mi cara. El resto de día lo paso dando vueltas por mi casa haciendo cosas variadas, desde limpiar mi cuarto hasta hacer la comida porque mi madre no se encuentra muy bien. Prefiero estar ocupado y así no pensar en cómo ha cambiado mi vida, para mal.

——————————————————————————

Esta noche he vuelto a soñar con aquella persona que me pedía que le buscara. ¡Pero no se quien es! ¿Cómo voy a buscar a alguien que no se quien es y no se si existe? Seguro que mi inconsciente está aburrido de limpiar tanto el fondo marino y quiere que me busque otro “hobby”. Aunque en este sueño si he podido ver la cara de la persona que quería ser buscada por mi: era un chico de no más años que yo. En mi sueño tenía los ojos azules, azules como el fondo del océano cuando tienes una pequeña luz a tu espalda. Azules como nuestro “cielo” cuando es de noche. Su pelo era largo, bastante largo para ser un chico, y también era de ese color azul. Una combinación bastante rara, seguramente se habría teñido. Estaba bastante delgado, por no decir que estaba en los huesos el pobre. ¿Por qué tengo que crear a una persona así de raros inconscientemente? Mejor no seguir pensando en ello. Es una completa tontería pensar que alguien necesita mi ayuda.

Ya es por la tarde, acabo de terminar mi jornada lectiva y tengo que dirigirme de nuevo a mi nuevo trabajo. Pasaré de nuevo toda la maldita tarde ahí fuera limpiando los desechos de los demás mientras yo me muero de miedo por lo que me pueda pasar. Aunque tengo muy claro que esta vez no me voy a alejar tanto de la ciudad, esta vez no me voy a quedar fuera como un tonto. Camino desganado hacia el puesto este de limpiafondos, mirando hacia el suelo. Cuando llego evito cualquier contacto con los demás trabajadores porque noto como me miran mal, como si hubiera hecho algo prohibido, y me voy hacia mi taquilla para ponerme el traje. ¡El maldito traje que pesa un quintal! En cuanto me lo pongo y compruebo que está bien puesto y no hay fugas, voy hacia la salida. Cojo mi botella de oxígeno, me aseguro que está bien llena y me la echo a la espalda en cuanto la conecto a mi traje. Antes de meterme en la cámara de vaciado inhalo una gran cantidad de aire y me armo de valor para poder terminar la jornada de hoy con fuerza. Entro y dejo que el agua inunde hasta mi cadera, luego me pongo el casco y me aseguro de que está bien cerrado y que el oxígeno está abierto. Más tarde, cuando la puerta al exterior se abre, salgo lentamente con pasos de hormiguita. Todo está igual que ayer, igual de oscuro. Enciendo la luz que llevo encima del casco y voy hacia un cúmulo de desechos muy cercano a mi. ¡Hora de trabajar!

Todo va bien, ya ha pasado la mitad de mi jornada y aun no ha pasado nada extraño. Lo único que puedo destacar es la cantidad de cosas raras que me he encontrado mientras he estado removiendo la basura de un lado a otro. Cosas como: condones, botellas de alcohol, pañales, juguetes horrendos… son las que más encuentro. Esto dice mucho de nuestra sociedad la verdad. Sigo ensimismado en mi trabajo hasta que siento un gran temblor a mis pies. Tiro asustado la herramienta que estaba utilizando y miro a mi alrededor para ver qué es lo que lo ha provocado. El corazón se me contrae por completo. A apenas a cien metros de mi hay una pequeña cápsula abollada y un tanto hundida en el suelo.

-¿Pero qué leches?-digo asustado a la vez que curioso. Esto es raro, esta vez no han encendido las luces ni han conectado aquella alarma tan estridente. A lo mejor podía ser algún vigilante que ha perdido el control de su nave y se ha estrellado en el suelo. La curiosidad me corroe el alma.

Después de mucho meditar qué hacer, me decido por ver qué es lo que hay dentro. No puedo dejar atrás mi instinto por ayudar a los demás cuando lo necesitan, eso es lo que hace un buen médico. Me acerco lentamente hacia la cápsula y parece que no hay movimiento ni dentro y fuera de ella. La luz del interior de ésta está parpadeando y cada vez tiene menos intensidad. Siento que debo darme prisa por si hay una fuga de agua. Acelero mi paso todo lo que puedo, aunque sin llegar a correr, y llego a mi destino en un par de minutos. Como sigue sin haber ninguna alarma que me avise de que debo entrar en la ciudad y ninguna luz que apunte, termino de acercarme a la cápsula. Doy un pequeño rodeo al objeto sin identificar y no encuentro ninguna apertura para poder entrar. Que raro, debería haber una pequeña compuerta que dejara paso hacia el interior. Cuando llego de nuevo al punto de partida decido mirar por el cristal que está a metro de mi. Tiene un poco de arena por encima por lo que la limpio con una mano y miro hacia el interior y… ahí estaba el chico de mis sueños, literalmente. Tiene una herida en la cabeza y está con los ojos cerrados. El pánico se apodera de mi cuerpo y empiezo a aporrear el cristal para llamar la atención del muchacho. Nada vuelve a tener sentido. Éste abre los ojos como platos y se levanta del asiento en el que está, cayendo hacia el fondo de la cápsula. Yo sigo aporreando el cristal aunque esta vez más flojo, y espero la respuesta de éste. El mundo se está riendo de mi, seguro. Al final se asoma por el cristal con cara confundida. ¿Es que no sabía donde estaba? Además, un chico tan joven no puede ser un guardia, eso seguro. Realmente esto tiene que ser una broma. ¿Por qué siempre me meto en todos los líos sin quererlo ni beberlo?

El chaval empieza a gritar algo que no consigo escuchar y empieza a aporrear también el cristal como yo hacía antes. En mi cabeza intento trazar un plan para sacarle de ahí o ayudarle, pero antes de que pudiera dar con algo, el chico rompe el cristal dejando que el agua entre en la cápsula. ¿¡Pero qué está haciendo!? Miro de nuevo hacia mi alrededor para asegurarme de que no se han encendido las luces, que no hay nadie viniendo hacia nosotros con armas o que no hay alarma. Pero nada, todo está en calma. “¡Todo esto no tiene sentido!“ grito en mi interior. El chico saca una mano por el agujero que había hecho anteriormente en el cristal y la agita pidiendo mi ayuda. Yo, sin pensármelo dos veces, la agarro y tiro de el para sacarle. No hizo falta nada más que un empujón para lograr que todo su cuerpo saliera, aunque no ileso. Tras de si dejó un par de hilos de sangre que salían de su cara, torso y piernas. Se había cortado y bastante. Pero ahora eso no era lo importante, ¡evidentemente el no podía respirar! ¿Qué debía hacer ahora? Estamos a más de 100 metros de la puerta y como muy poco yo conseguiría llegar en 5 minutos cargando con su peso. Tiene que haber algo más. El extraño empieza a aporrear mi casco y a abrazarse a mi, cosa que me pone más nervioso y no me deja pensar con claridad. “Piensa Sebastian, piensa” me ordeno a mi mismo y antes de que la idea llegue a mi cabeza, aprieto el botón de propulsión de emergencia y salimos disparados hacia la puerta.

A toda velocidad nos acercamos a la sala de vaciado, aunque nuestra trayectoria va dando un tumbos de un lado a otro, al ser la primera vez que lo pruebo no puedo controlarlo bien. Agarro el cuerpo del chico para ayudar en su agarre y lo prieto hacia mi traje. Afortunadamente llegamos a nuestro objetivo sin ningún percance. En cuanto estamos dentro, le suelto y éste cae lentamente hacia el suelo perdiendo la vida.

-¡NO NO NO! Debes vivir-grito. Desesperadamente busco el botón que vacía por completo la cámara y después de unos segundos interminables, doy con él y lo aprieto. En unos segundos la sala se vacía y me quito el saco para atender al herido rápidamente. Éste está echando el agua que había tragado por la boca. Me acerco a el y le ayudo a inclinarse hacia un lado para que pueda echarlo todo bien. Le había conseguido salvar.

-Eres tú- dijo al final el chico con una gran sonrisa en la cara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario