miércoles, 4 de febrero de 2015

Capítulo 1 - Búscame |Buscándote en otro mundo|

Historia



Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis:
Bienvenidos a mi historia.
Vivo en una de las dieciséis ciudades bajo el agua, Luna. Después de la tercera guerra mundial, la Tierra se inundó de radiación y todos los terrenos habitables de la superficie dejaron de serlo. Debido a aquellos efectos de la guerra, tuvimos que hacer un éxodo mundial. Hubo dos grandes planes para ello: tres enormes naves espaciales y vivir en inmensas ciudades bajo el agua. Desgraciadamente el primer plan no salió como se esperaba y miles de millones de personas, que eligieron aquella vía de éxodo, murieron.
Ahora nosotros estamos aquí, bajo metros y metros de agua rehaciendo nuestras vidas y acostumbrándonos a nuestra nueva condición.

¿Quieres saber más? Solo tienes que leerme.
Capítulo: 1.
Géneros: yaoi, fantasía, ciencia ficción, homo, romance, drama.
Personaje: Sebastian y Sarah.
Notas: 
Como ha tenido bastante buena acogida he decidiros daros el primer capítulo más adelantado a modo de agradecimiento.
Muchas gracias <3

Capítulo 1

Búscame


Corro, corro con todas mis ganas para escapar de lo que me está persiguiendo. No se cuanto tiempo llevo corriendo ni como he llegado aquí, pero noto que cada vez me cuesta más mover las piernas y mis zancadas se vuelven más patosas. Estoy huyendo de algo que no he llegado a ver pero se que me persigue, lo noto. Siento como unos ojos se me clavan en la nuca, agujereándomela El paisaje no cambia y, aunque estoy bajo el agua sin ninguna protección, puedo respirar y correr como si no me afectara para nada. Siempre es lo mismo, una roca enorme a la izquierda con unos peces amarillos huyendo de las perturbaciones del agua y a la derecha un gran abismo donde no se puede ver el fondo de lo oscuro que es. Sé que esto no es real, para nada, por el hecho de poder ver en el fondo del océano sin llevar ninguna luz conmigo o poder respirar, pero aun así estoy completamente asustado. “¡Sigue corriendo Sebastian!” me ordeno a mi mismo, mas no sirve de nada. Es como si de pronto hubiera olvidado cómo mover las piernas para correr o simplemente andar. Mis piernas van como quieren, no las siento, no las controlo. Al final caigo al suelo de boca mientas intento mover las piernas más desesperadamente, pataleando al aire, pero nada. Una bola angustia me atrapa y me deja sin palabras. Va a venir y me va a coger.

“Esto no es real” digo en mi cabeza. Me siento en el fondo oceánico y me llevo las rodillas al pecho, abrazándo con mis brazos las piernas. “Vamos, despierta” ruego aunque mi cuerpo no está por la labor. Me llevo las manos desesperadamente a la cabeza y empiezo a jalar de mi cabello. No siento dolor. Esto no es real. Se está acercando, lo siento en mi pecho. “¡DESPIERTA!” grito en mi cabeza intentando llamar la atención de mi cuerpo del mundo real aunque sea ilógico. ¿Qué más da? Nada de lo que está pasando tiene sentido alguno. Respirar se vuelve cada vez más y más costoso. Estoy notando… como el agua empieza a inundar mi boca y parte de mis pulmones aunque haya dejado de respirar por el miedo. A los pocos segundos un ruido ensordecedor me avisa de que ya está aquí. Él está aquí. Miro hacia todos lados, el tiempo se me agota, pero nada, no veo nada.

-Búscame-dice una voz masculina tras de mi. Me doy la vuelta lo más rápido que puedo y mi boca se abre por completo. Era un chico con el rostro tapado por su pelo azul oscuro y rodeado de oscuridad. Su sonrisa forzada y sus puños apretados me llaman la atención. Se le nota desesperado, lleno de… tristeza y miedo, más del que yo tengo. Me intento levantar para acercarme a él y poderle ver mejor, pero mi cuerpo no quiere, creo que he olvidado hasta hablar. Para colmo me empiezo a marear y todo da vueltas. Los párpados me pesan, me estoy ahogando. Me ahogo.-Búscame-vuelve a repetir el joven moviendo una de sus manos hacia sí mismo con intención de que yo me acercara, pero ya no puedo más. Mis ojos se han cerrado ya por completo y caigo, aunque no se muy bien a donde.

Mi cuerpo reacciona ante tal “caída” moviéndose espasmódica e involuntariamente. Abro los ojos de golpe asustado comiéndome de lleno toda la claridad de la mañana. Respiro rápida y profundamente mientras repaso el sueño de cabo a rabo. ¿Quien era el chaval de mi sueño? Nunca había visto una persona así, con ese color de pelo y esa…infelicidad tan palpable. Al moverme noto como todo mi cuerpo está empapado de sudor. Me llevo las manos a la cara y me la froto. Este sueño ha sido uno de los más vívidos que jamás he tenido. Toda aquella ansiedad que había sentido dentro de él la sigo teniendo ahora en mi cuerpo. Noto como la angustia me sigue taponando mi garganta dejándome sin habla y como sigo sin saber mover las piernas. Tras varios intentos de moverme, consigo sacar una de mis piernas de la cama, lo que hace que me calme un poco. Por fin ha terminado. Más tarde, y con esfuerzo también, saco todo mi cuerpo y me intento levantar. Mi cuerpo se tambalea pero al final consigo mantener el equilibrio. Apenas tengo fuerzas y siento una gran punzada en el estómago. Ahora que lo recuerdo, ayer me acosté sin cenar. Lentamente consigo salir de mi habitación y poner un nuevo objetivo, llegar a la cocina sin caerme por las escaleras. A duras penas lo consigo. En cuanto entro a la cocina mi madre, boquiabierta y con el ceño fruncido, me come con la mirada. ¿Tan mal aspecto tengo?

-No cenaste, ¿verdad?-me pregunta inquisitiva. Yo niego con la cabeza porque se que aun algo tapona la salida de mi voz.-Siéntate que te voy a preparar un buen desayuno. Pero no vuelvas a hacer más eso.- dice negando con la cabeza. Está enfadada aunque no lo parezca. Va hacia el frigorífico, coge un par de cosas, y se pone a cocinar.

Agónicamente como la gran cantidad de comida que me ha preparado mi madre, pescado con una masa espesa de trigo, y me lleno. Ahora mismo esta sensación de hinchazón es la gloria. Toda la pesadez y lentitud en mis movimientos se ha marchado completamente y ya puedo moverme con normalidad. Vuelvo hacia mi cuarto feliz de haber mejorado y enciendo mi ordenador para revisar si Sarah me ha respondido. Afortunadamente es así, tengo un par de mensajes de ella.

“Realmente deseaba que lo nuestro fuera recíproco pero intentaré conformarme con lo que teníamos antes de éste incidente. Lamento haberme ido de aquella forma ayer pero no podía soportar la situación. Espero que me perdones y tranquilo, no pienso irme.” decía el primer mensaje.

“He de decirte una mala noticia, mi universidad me quiere mañana en una reunión importante por lo que no nos vamos a poder ver hasta dentro de unos días. Se suponía que tenía un mes de vacaciones pero se ve que ha pasado algo importante y tengo que asistir. Espero que prepares algo divertido para cuando vuelta” decía el segundo.

Muerdo mi labio inferior con fuerza, reprimiendo mis ganas de gritar sandeces. Voy a estar más días alejado de ella y después de lo que ha pasado… No quiero dejar sola a Sarah sufriendo por mi. Realmente me siento fatal por ella, por no poder corresponderle como debería, pero no me siento así. Mi corazón solo siente afecto o cariño hacia ella. Nada de amor. Aunque bueno, tampoco se muy bien como funciona el amor. Pero si me pongo a pensar, haríamos una estupenda pareja. Ella es la persona que mejor me conoce en todo el mundo, al igual que yo a ella. Además muchas veces nos han tachado de novios, hasta mi madre, por haber estado mucho tiempo juntos. Bueno qué más da, eso nunca va a pasar. Miro el resto de mensajes que ayer no leí y los contesto.

-Tengo que ponerme a estudiar-me digo. No tengo exámenes cerca pero debo tener una rutina de estudio para que luego me cueste menos trabajo estudiar para un examen. 

Me siento en la silla de mi escritorio y me acomodo. Hora de estudiar las materias que tengo para el próximo dí… ¡Es verdad! Lo he olvidado por completo, mañana es el día que me asignan el trabajo. ¿Cómo ha podido pasar el tiempo tan rápido? Y yo que pensaba que se me iba a hacer eterno… aunque bueno, seguro que las hora de hoy pasaran mucho más despacio. Mañana sería el gran día. Mañana mi vida cambiaría, o eso es lo que deseo con más ganas. Unas mariposas empiezan a danzar en mi estómago haciéndome una especie de cosquillas, unas desagradables. Agarro un boli cualquiera y lo empiezo a morder. Mierda, ahora me será mucho más difícil estudiar, si es que lo consigo.

Al final me paso toda la mañana estudiando. La maraña de nervios que empezó hoy temprano, se va haciendo cada vez más y más grande. Mi madre nos prepara a los dos una comida especial para hoy, ya que ella está igual de nerviosa que yo y quería darme una sorpresa. La verdad es que le agradezco mucho que haga estas cosas por mi, porque se que me quiere y que está ahí para lo que necesite. Por la tarde, aunque estoy en mi habitación, no consigo estudiar para nada. Ahora la maraña parece que quiere salir por mi boca y es una sensación un tanto extraña, por lo que decido salir a dar una vuelta por los alrededores a despejarme. Voy hacia un parque artificial que lleva poco tiempo abierto al público y me siento en uno de los bancos que están rodeado de árboles. Si no fuera por el aire tan cargado y poco oxigenado, parecería que estuviera en la tierra. Mantener árboles aquí abajo es muy difícil y solo se puede en determinadas zonas. Requieren muchísimos cuidados como el agua, los nutrientes que necesitan y la reproducción, aunque realmente no se deja que lo hagan. Además si los miras bien, se puede ver como enfermedades debida a la falta de ciertos elementos químicos se apoderan de ellos lentamente.

-¡Se acerca algo!-grita una mujer mientras ve las unas noticias de nueva hora en su Mipm. Eso alarma a todas las personas presentes en un radio considerable y empiezan a gritar ellos lo mismo para avisar al resto de personas. ¿Cómo se lo pueden creer a la primera? Pero el caos pronto se apodera del parque. Todos empiezan a chillar y a correr de un lado a otro. Son demasiado exagerados, aquí nunca pasa nada.

Yo sin embargo sigo sentado viendo el panorama. De nada sirve ponerse histérico cuando aun no ha pasado nada. Espero y espero, pero nada “viene”. “Lo que yo decía” susurro. Pero después de unos minutos escuchando a la gente gritar y rezar por sus vidas, un enorme estruendo suena desde la parte superior de la cúpula y la luz se va, dejándonos completamente a oscuras. Si ese sol que os hablé antes, el que nos iluminaba, se ha apagado. Ahora si que me levanto y empiezo a correr a ciegas. ¿Qué está pasado? Al parecer la regla de que nunca pasa nada ya no se cumple. Es la primera vez que la luz se va, dejando a toda la ciudad en oscuridad absoluta. Durante mi camino hacia no se donde, porque la orientación no es mi punto fuerte, me choco con bastantes personas. Siento como mi cuerpo se llena de dolor pero sigo corriendo desesperadamente. Necesito salir de aquí. Tengo miedo, mucho miedo. ¿Y si se cae la cúpula y nos ahogamos todos? Mi corazón va a mil por hora y creo que mi boca empieza a saber a sangre de todos los codazos que me han dado en ella. Espera… Esto se parece a mi sueño, aunque ahora si que no veo nada y mis piernas pueden moverse perfectamente. Es una locura. Una bengala roja se alza por el aire dándonos visión durante unos minutos. Lo que consigo ver me aterra. Cientos de personas están tiradas en el suelo mientras se retuercen del dolor y otras siguen corriendo mientras pisan a los que están en el suelo sin importarles lo que están haciendo. Alguien me agarra de la pierna y tira de mi pantalón hacia sí. Es una mujer joven, de unos treinta años, con la nariz llena de sangre y un diente roto. Me mira con una cara desencajada. Yo sacudo mi pierna para deshacerme de ella y, después de hacerlo varias veces una más fuerte que la otra, lo consigo. Ahora si que corro con todas mis ganas. Aguanto el aliento y lo expulso cuando puedo. Debo darme prisa o no conseguiré encontrar el camino adecuado para llegar a mi casa. La bengala empieza a bajar y mis piernas a flaquear. Poco oxígeno está llegando a las extremidades de mi cuerpo, las cuales están agarrotadas ya. Pero no me detengo, sigo corriendo hasta salir del parque y encontrar la calle que me llevará hasta mi casa. La garganta me quema y los ojos buscan desesperadamente la silueta de mi casa entre todas las que ve durante el camino, aunque siempre se posan sobre los cuerpos tirados en el suelo de personas malheridas aunque no quiera verlas. “Sigue corriendo” me obligo. Vamos, VAMOS, VAAMOOS. Después de una eternidad, falto de aire y malherido, consigo ver mi casa, mi preciosa casa. Aumento el ritmo de las zancadas para llegar lo más rápido posible a ella y consigo llegar antes de que la bengala se haya apagado por completo. Llego hasta la puerta, la aporreo para que mi madre me abra y me aparto de ella tirándome al suelo exhausto. Escucho como se abre y como mi madre me grita desesperada. Tiene una vela en la mano lo que hace que respire más tranquilo. Por fin puedo ver. Tanto tiempo en oscuridad me estaba matando lentamente. Intento levantarme sin éxito. Mis músculos ya no responden, los he forzado demasiado. Mi madre me coge de un brazo y me adentra hacia el interior de la casa entre fuertes tirones.

-¡Pensaba que te iba a perder!-me grita llorando mientras cierra la puerta y se abalanza hacia mi. Yo también creía que me iba a perder. La abrazo de vuelta con la poca energía que me queda. No puedo ni hablar, la garganta me sigue quemando y no puedo controlar el ritmo de mi descompasada respiración.

Ella nota el estado en el que me encuentro y se va corriendo a la cocina para traerme un vaso de agua. Vuelve corriendo, me levanta la cabeza y me acerca el borde del vaso a la boca para que yo pueda sorber el agua poco a poco. No vuelvo a correr en mi vida. Poco a poco siento como recupero las fuerzas, aunque aun no soy capaz de levantarme. Me quedo tumbado en el suelo. La luz no vuelve, ya llevamos más de 30 minutos sin ella. Mi madre enciende un par de velas más y me da a mi una para cuando pueda levantarme, luego me da un beso en la frente tiernamente. Lo ha tenido que pasar fatal. Es una exagerada, pero todas las madres son así al fin y al cabo. Después de una interminable lucha por levantar mi cuerpo del suelo, lo consigo aunque las piernas me flaquean de vez en cuando. Cojo la vela que me ha dejado mi madre y subo lentamente las escaleras hacia mi habitación.

-¡Enciéndete!-digo. El ordenador se enciende y la pantalla se abre delante de mis narices. Todo parece normal hasta que un mensaje de error salta en medio de la pantalla. No hay conexión. ¿Cómo no puede haber conexión? Lo apago y lo vuelvo a encender, pero sigue igual.

Esto no es normal, para nada. Sigo dándole vueltas a todo lo que ha ocurrido pero el sueño tira de mi. He hecho demasiado esfuerzo y ahora me resiento aun más. Bajo hasta la cocina para comer algo y que no me pase como esta mañana y vuelvo a subir a mi habitación para dormirme. Tumbado en la cama contemplo la leve luz que proporciona aun la vela, medio consumida. Vaya día más raro he tenido. Ojalá sueñe hoy algo más alegre y bonito. Algo que no me coma la cabeza de esta manera. Cierro los ojos y espero que el sueño me domine. Espero que mañana todo vuelva a la normalidad.

Por la mañana mi madre me levanta con un “Buenos días cariño, ¿has dormido bien?”. Abro los ojos y la veo sonriente. Ha vuelto la luz, por fin. Me desperezo exageradamente y asiento con la cabeza. Tiene que olerme el aliento fatal por lo que mejor no abrir la boca. Ella me acaricia la cara y se va hacia la parte de abajo. Hoy es el gran día. Hoy por fin sabré si mi vida va a cambiar o me voy a quedar como siempre. De un salto me levanto de la cama y la hago nervioso pensando en mi nuevo futuro. El no saber qué me puede tocar me va a matar hasta que no me lo digan. La entrega empieza a las doce de la mañana y se pide expresamente que los chicos que van a participar tienen que ir impolutos. Hora de ducharse Sebastian. Me ducho con esmero y nerviosismo, dándome hasta por detrás de las orejas para estar perfecto. Luego seco mi pelo y lo peino lo mejor que puedo, aunque luego se que va a coger la forma que le de la gana. Tengo el pelo marrón medio largo y aleonado. ¿Que qué quiere decir eso? Que parezco un león aun habiéndome peinado. Afortunadamente no tengo pelo en la cara, por lo que no tengo que afeitarme. Más tarde vuelvo hacia mi habitación y me visto con el uniforme de mi escuela por ser lo más formal que tengo. Además la gente tiene mucho respeto a los uniformes de las altas escuelas, como la mía, ya que dicen cuan bueno eres en los estudios. Mi estómago ruge y bajo corriendo las escaleras para desayunar. Son las 11, aun tengo tiempo de sobra.

-Mamá, ¿cómo vas?-grito. Ella me responde a los pocos segundos con un “bien” y yo sonrío. Todo va sobre ruedas.

Abro la nevera y cojo lo primero que veo: algas y un poco de masa de trigo que había sobrado del día anterior. Lo caliento en el fuego y me lo como. Como echo de menos un buen trozo de carne de vaca o un simple baso de leche. Aunque los comí cuando era chico, los echo muchísimo de menos y ya apenas recuerdo cómo era su sabor. Enciendo mi Mipm para ver las noticias y enterarme qué es lo que paso ayer. En cuanto lo abro un mensaje salta y lo abro. Es de la administración de Luna pidiendo perdón por los percances de ayer. Sigo leyendo y veo que hace alusión a que miles de personas que perdieron el control de sus actos y resultaron heridas. Las que vi el día anterior. ¿Por qué una persona va a perder el control de sus actos? Una cosa es estar histérico y otra no saber qué es lo que estás haciendo. Aunque me huele a chamuscado, lo dejo a un lado y llamo de nuevo a mi madre para que baje. Ir contra el sistema es sentenciarte la muerte a ti mismo.

Hay que ir saliendo ya hacia la entrega. Ella baja corriendo y da una vuelta delante mía. Se había puesto su mejor vestido, uno rojo largo de tirantes y escotado. Es verdad, no os he hablado que aquí la temperatura es casi siempre la misma, de 21 ºC, por lo que podemos ir en manga corta durante todo el año. Las mariposas vuelven a danzar en mi estómago esta vez más notoriamente. Quiero saber ya qué voy a ser ya. Salimos de nuestra casa mi madre y yo y vamos hacia el auditorio de Luna, un enorme edificio en el centro de la ciudad. Como el sector 3 es el más cercano al centro, que es el sector 1, penas tardamos diez minutos andando y poco a poco notamos como un enorme bullicio de personas se apodera de las calles. A medida que vamos avanzando más gente va apareciendo y llenando las calles, hasta que llegamos al auditorio, el cual daba la impresión de estar lleno ya. Por suerte, yo y otros privilegiados, tenemos asientos reservados en las primeras filas, por lo que no pasa nada llegar algo más tarde que los demás. Entramos nerviosos y mi madre me agarra del brazo. Creo que lo está pasando peor que yo. Cuando llegamos a los asientos, nos vamos a los delanteros y buscamos mi nombre. Mi madre lo encuentra antes que yo y señala los dos asientos con un papel que pone: “Sebastian Thompson”. Ese definitivamente soy yo. Nos sentamos en nuestros asientos y esperamos a que todo comience. Cinco minutos antes de las 12, la sala se llena por completo y por los altavoces habla una voz femenina pidiendo que solo hubiera acompañantes para los que estamos sentados en la primera fila. Si querían ver la entrega tendrían que salir y subir a la parte de arriba para poder hacerlo.. Pasados esos minutos todo se vuelve más silencioso. En la atmósfera que bañaba toda la sala se puede notar el cúmulo de nervios. Más tarde una mujer de avanzada edad se deja ver por escenario y llama la atención de todos en cuanto empieza a hablar.

-Bienvenidos chicos y chicas a vuestro gran día-dijo dulcemente posando la mirada sobre el público. Yo tragué saliva. Quedaba cada vez menos.-Como sabéis, hoy os repartiremos diferentes oficios al azar-siguió contando. Todo el mundo sabe que al azar azar no son, ya que siempre tocan los mejores trabajos entre los chicos que están en la élite, como yo. Eso me da más esperanzas, yo solo quiero conseguir el trabajo de mis sueños y a lo demás que les zurzan.-Os iré llamando por orden que estáis sentados los de las primeras filas y luego alfabéticamente.

Y así es. Yo estoy en la mitad de la segunda fila. A cada nombre que escucho mis nervios van aflorando más y más. Mi madre me agarra de la mano y la aprieta para darme ánimos. Tres asientos más antes que yo, suena como el chico que coge un papel del saco aterciopelado negro canta alegremente que le ha tocado enfermero. “Mierda, tiene que haber uno más” pienso. Ese debería ser mío. Miro con ojos envidiosos al chico que, con una gran sonrisa, baja del escenario para volver a sentarse. Pronto ya es mi turno y suena mi nombre por toda la sala. “Sebastian Thompson, por favor suba”. Obedientemente subo al escenario muerto de miedo y nervios y meto la mano en el saco. Empiezo a remover todos los papeles que hay dentro y al final agarro el que está más abajo y al centro de todos. “Este es el mío, lo presiento” digo en mis adentros sonriendo. Lo saco angustiado por toda la espera que me estoy haciendo y lo abro. La sonrisa que se había dibujado antes en mi cara muere poco completo. Limpiador de fondo. ¡Me ha tocado ser un malito limpiador de fondo! Grito en mi cabeza. Noto como mis ojos quieren llorar y como mi garganta quiere chillar pero la mujer que estaba llamándonos me da un empujón para que baje del escenario. Atontado bajo y voy hacia el asiento donde está mi madre con cara de preocupación. Se ha dado cuenta. Me siento y no dirijo ninguna palabra. Ella calla para dejarme tranquilo y no agobiarme, es lo mejor que puede hacer ahora mismo.

Ya me diréis como va a cambiar mi vida por completo siendo un maldito basurero del fondo oceánico.

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