sábado, 24 de enero de 2015

Una carta para Satnam

Historia


Autor/a: @Eru_Numb.
Sinopsis:
Ranjit le escribe una carta a Satnam y al resto de personas que una vez le quisieron pero que al final le dieron de lado por su condición.
Capítulo: 1.
Géneros: Homo, trágico, homofóbia.
Personaje: Ranjit y Satnam.
Link: http://www.wattpad.com/98191406-una-carta-para-satnam.
Notas: 
Hola fujoshis y fudanshis os recomiendo esta pequeña historia de un chico llamado Rajit ya que es muy emotiva y está contada desde la verdad: la fuerte homofóbia presente aun en algunos países muy religiosos. Estoy muy segura que os gustará ^^


Una carta para Satnam


Mi único error fue amar.

Amar desenfrenadamente. Amar sin sentido, sin lógica y sin más. Amar hasta que me dolió –el pecho, la cabeza, cada uno de mis huesos rotos-. Amar sin pararme a pensar el porqué. Amar hasta que unas personas opinaron que yo solo era un pedazo de mierda sin ningún valor que no poseía ese derecho. Amar porque no había otra cosa que pudiera hacer.

Él era maravilloso, y lo sigue siendo. No me importa lo que haya pasado entre nosotros. Y es horrible, odio seguir pensando así sobre él. Me traicionó, me dejó solo cuando más lo necesitaba. Quiero odiarle, pero simplemente no puedo. Tengo ganas de asesinarlo, pero a la vez, el simple pensamiento de su desaparición me hace temblar de miedo. Incluso ahora, con gran parte de mis huesos rotos, y cada uno de los recovecos de mi cuerpo siendo recorrido por el dolor, ansío recostarme entre sus brazos y apoyar mi cabeza contra su pecho, escuchando el acompasado latido de su corazón.

Conocí a Satnam el primer día de escuela. En Bihar, (uno de los 29 estados de la India) no era obligatorio estudiar, y muchos chicos decidían por ellos mismos no ir a la escuela y dedicarse a la agricultura o a la ganadería. Mi padre pensaba diferente. Siempre fue muy recto y decidido en sus convicciones. Sus hijos varones debíamos estudiar, conseguir una profesión respetable, (médico era de sus favoritas) casarse con una buena mujer y engendrar muchos hijos. Todo esto, haciendo siempre honor a la familia, llevando una vida sobria y sin giros inesperados. Educado escuchando esta ideología, pensé durante muchos años que era la correcta, y que el camino que mi padre quería para mí era inexpugnable y acertado.

Fue mi progenitor el que me llevó el primer día a el que sería mi centro de educación hasta que cumpliera la mayoría de edad. Era un camino largo, casi media hora de recorrido a pie, hiciera el temporal que hiciera. Allí estaba Satnam, con apariencia aburrida, sentado en el porche del colegio. Yo solo tenía 8 años por aquel entonces, pero siempre recordaré aquella boca torcida que soplaba hacia arriba de vez en cuando, con el propósito de apartar los rizos de sus ojos. Siempre he sido muy tímido, me escondí ante la visión de un chico de mi edad. Fue mi padre, irónicamente, el que me acercó a él prácticamente a empujones y me instó a que me hiciera amigo de aquel mocoso.

Y vaya si nos hicimos amigos. Nos hicimos algo más que eso, pienso ahora. El periodo escolar estuvo marcado por numerosas bromas y anécdotas que vivimos juntos, pero éstas, me temo, serían demasiado largas y dolorosas de contar. Así que por tú bien, o más bien por el mío, no lo haré.
La nuestra era una amistad extraña. A pesar de que nos necesitábamos mutuamente, no nos dolía separarnos. A veces Satnam desaparecía durante semanas por asuntos de los negocios de su familia y yo apenas me enteraba. Le necesitaba, pero me bastaba la idea de que estaba allí, en algún lado. Y según él me contó posteriormente, se sentía igual en respecto a mí en mis periodos de ausencia a la escuela. Teníamos un vínculo que ambos sabíamos, era irrompible, por lo que no nos preocupaba la distancia que nos separara. Lo nuestro era verdaderamente raro, sí…

Era inhumano, deshonorífico y visto como repulsivo por una gran parte de la sociedad hindú. Pero aun así lo hice, y no me arrepiento en absoluto. No me enamoré de él como ocurre en las novelas: de repente, de un día para otro. Era mi mejor amigo, eso habría sido ilógico. Fue en los últimos años de mi adolescencia en los que sentí algo crecer dentro de mí. Me pregunto ahora si hubiera podido detenerlo si me lo hubiera propuesto. Pero no lo hice. Lo dejé crecer dentro de mí, siendo yo bien consciente de su existencia. Me hacía feliz. Me hacía sentir bien. Me gustaba la sensación que provocaba cuando aquello saltaba dentro de mí cada vez que Satnam me dedicaba una sonrisa- a la que, por cierto, yo respondía siempre, quisiera o no-. Y me gustaba ver como crecía, se hacía más grande, más fuerte, y más dueño de mí que yo mismo.

Creo que fue este ser el que tomó posesión de mi cuerpo el día que besé a Satnam. Ambos conversábamos sentados en el suelo calentándonos las manos con una hoguera que yo había conseguido encender. Solíamos hacer esas ‘’acampadas’’ siempre que nos era posible. Yo no lo habría besado por mí mismo jamás. Sin mi amiguito interior, creo que habría ignorado mis sentimientos y simplemente me habría dirigido hacia la vida que mi padre quería para mí. Pero por fortuna (a pesar de cómo he acabado, pienso que fue así) no lo hice. Aposté mis labios contra los suyos y, para mi extrema sorpresa y contra todo pronóstico, él no me rechazó. Todo lo contrario. Cuando aparté la cara, presa de la vergüenza, agarró suavemente mi barbilla y volvió a besarme. Despacio, con miedo. Pero no lo percibí. Simplemente no percibí nada más que aquel leve roce. Yo era el muchacho más feliz del mundo. Amaba y era amado, y el resto me era indiferente.

Fue el mejor año de mi vida, sin lugar a dudas. Sabíamos que estaba mal, sabíamos que era dar la espalda a todas nuestras creencias… pero Satnam y yo supimos mantenerlo en secreto durante un gran periodo de tiempo. Nuestros encuentros íntimos eran fugaces y pasionales. El resto del tiempo, no teníamos problema por estar juntos. Nadie sospechaba nada raro en que dos amigos de la infancia no se separaran nunca. Realmente fue una época extraordinaria. Cada pequeño roce de manos, cada mínimo contacto visual provocaba en mí una sensación que sería inútil describir, pero que si has amado de verdad alguna vez, conocerás de sobra.

Mi mundo comenzó a venirse abajo el día en el que mi padre empezó a sospechar, y por ende, a controlar cada uno de mis movimientos, la dirección de cada una de mis miradas, la finalidad de todas mis sonrisas.

Estaba claro, acabarían por pillarnos, pero habíamos acordado ser valientes y defendernos el uno al otro, superando así cualquier dificultad que se inmiscuyera entre nosotros. El día en el que mi padre nos sorprendió durante uno de nuestros besos en un rincón apartado de la calle, no fue así.

La gente se acercó al oír el barullo. No me escucharon. Yo no tenía nada que decir. Estaba tan abrumado que tampoco lograba escuchar nada. Mi padre bramaba insultos en mi contra, y tenía la cara tan contraída por la ira que pensé que explotaría. Lo único que percibía era a Satnam intentando explicarse, negando toda evidencia de una relación carnal entre nosotros. Él no tenía nada que ver, yo lo había obligado a todo. Era mi culpa. Yo era el paria, el deshonrado, el inhumano, la lacra. Todo pasó extraordinariamente rápido si lo comparo ahora con lo doloroso que se siente.

Gritos, primero fueron los gritos de incredulidad. Luego los insultos. Unos insultos tan horribles que ni siquiera me atrevo a reproducir. Satnam siendo arropado y consolado, mientras evitaba en lo posible establecer contacto directo conmigo. Luego empezaron con los empujones.

Sería bonito decir que no sentí las patadas y puñetazos debido al desaliento emocional que sentía en esos momentos. Créeme, estés lo destrozado que estés interiormente, tu cuerpo siempre reserva algo de dolor. Ese que siento ahora en cada parte de mi cuerpo. Me avergüenza en sobremanera recordar esta parte de la historia. Simplemente me terminaron de romper. Hubo toda clase de agresiones físicas por parte de personas que me conocían de toda la vida. Vecinos, compañeros del colegio. Vi muchas caras de personas conocidas aliadas entre ellas en mi contra. Me desnudaron casi por completo y me hicieron recorrer ciertas calles transitadas del pueblo. Mi madre, mi padre y Satnam me observaban. Sentía sus miradas en mi nuca, pero no los miré a los ojos.

Mi interior era un barullo de emociones y recuerdos, cada uno más doloroso que el anterior.

Después me desmallé. Por la falta de agua, el calor, el cansancio. No lo sé. Desperté a la mañana siguiente tirado en el suelo al lado de una carretera de arena. Caminé un poco y un buen samaritano me recogió con su camioneta y me acercó a un hospital cercano.

Entiendo un poco de medicina. Guardé las tres dosis anteriores de analgésicos bajo la lengua y ahora las sujeto en mi palma. Uso mi último esfuerzo para realizar este escrito. No tiene sentido alguno seguir viviendo en un mundo en el que se me ha arrebatado el derecho de amar. Nunca seré querido por nadie. Nunca seré aceptado. Es mejor que me marche ahora que aún conservo una pequeña parte de mi cordura.

Padre, madre. No os culpo. Viví en una época y lugar equivocados. Soy yo el que está descolocado en el espacio y tiempo, no vosotros.

Satnam. Te odio, pero te sigo amando. Quizás esto no llegue a tus manos. Pero sé consciente si lo hace de que, aunque te avergüence y arrebate tu hombría, jamás quise a nadie más que a ti.
Al resto de las personas, no les hagan esto a sus hijos, amigos o conocidos. No les obliguen a perder quienes son, o a llegar a los extremos a los que me veo yo obligado a llegar. Todos somos personas. Y todos tenemos el derecho de decidir a quién amar.

Sed felices,
Ranjit.

No hay comentarios:

Publicar un comentario