lunes, 26 de enero de 2015

Capítulo 8 - Día 12.Festival de flores PARTE 2 |Pétalos de rosa|

Historia



Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 8.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan, Simon y Normand.


Capítulo 8

Día 12 - Festival de flores


“Yo quiero hallar la felicidad no más dolor” se decía Ethan continuamente agarrándose la parte de la camisa cercana a su corazón. Aquello le superaba, no se había sentido tan roto desde que sus padres le empezaron a tratar como una persona completamente diferente. Las lágrimas caían por sus afiladas mejillas formando dos pequeñas cascadas a cada lado. Los labios le temblaban y se contraían llenándole la barbilla de pequeños agujeros. A Simon se lo estaban llevando en una camilla. Por fortuna de Ethan no se lo iba a llevar en ambulancia si no que lo llevarían a la enfermería para atenderle mejor allí. El peliazul no podía apartar la mirada del cuerpo del peliblanco mientras se lo llevaban, necesitaba verle los ojos para poder seguir respirando . “Abrelos por favor, abre los ojos por mi” pidió y como si se le hubiese concedido un maravilloso deseo, los ojos de Simon se abrieron levemente. Un suspiro de esperanza salió de su boca. Cuando los ojos del contrario se posaron sobre los suyos una sonrisa tonta se dibujó en su cara, contagiándo la misma reacción a éste.

-Simon-dijo con los labios, sin emitir ningún sonido, hacia el peliblanco. Éste le respondió de igual manera pero diciendo su nombre haciendo que su sonrisa se ensanchara muchísimo más. Siempre le habían dicho que la gente que sonreía tontamente por aquellos actos es que estaba enamorada, ¿pero eso era aplicable para su situación? pensó. Poco después de susurrar su nombre cerró los ojos cansado por el esfuerzo. Al menos había conseguido lo que necesitaba aunque ahora quería más de él.

Ethan al darse cuenta de que estaba en un lugar público borró su sonrisa y miró su alrededor buscando a alguien que se hubiera percatado de la estupidez que acababa de hacer, o por lo menos así lo veía. Y a él le encantaban las estupideces. Por suerte nadie los había visto. ¿Por qué había hecho eso? preguntaréis y que Ethan es muy tímido y reservado. Pues bueno le había salido sin pensar, como si los ojos del contrario le hubieran pedido, o más bien rogado, que le llamara por su nombre. El peliazul empezó a darle vueltas a lo que acababa de pasar, a cómo había actuado ante Simon y unas mariposas danzantes en su barriga empezaron a hacerle cosquillas. Tragó un gran cúmulo de saliva para intentar que se fueran, pero no lo hacían, no se irían hasta que fuera a la enfermería, ellas querían saber como estaba el peliblanco. Querían que le volviera a besar como lo hizo aquella vez en esa sala de estudios. Necesitaban volver a probar el sabor de sentirse querido y deseado por alguien.

Al final decidió que esperaría al descanso de mitad del partido para ir a ver a Simon ya que no quería levantar sospechas. Sabía perfectamente que nadie les había hecho caso pero le era necesario dejar un tiempo entre medias para no parecer desesperado. Desesperado y patético para si mismo por ser la primera vez que sentía algo tan fuerte por alguien. El segundo cuarto terminó 29-35 para Aoku, estaban perdiendo por muy poco los de su escuela. Lo único bueno que habían sacado sus compañeros era más coraje para ganar ese partido y humillar al equipo contrario por haber jugado tan sucio. Ethan fue andando rápidamente hasta el interior de la escuela. Evitó los pasillos más transitados y a veces se escondió para que no le vieran. ¿Que por qué hacía eso? Se moría de la vergüenza cada vez que se cruzaba con alguien porque parecía como esa persona sabía lo que iba a hacer y se estaba riendo de él mentalmente por sentir algo por alguien de su mismo sexo. Bueno aquello le pasaba cada segundo de su vida que lo pasaba fuera de su casa, cada vez que oía como alguien se reía pensaba que se estaba riendo de él. Cada vez que alguien cuchicheaba con sus amigos de algo, pensaba que estaban hablando mal de él. Cada vez que alguien se le quedaba mirando más de la cuenta imaginaba que se estaba dando cuenta de lo imperfecto que era. Cada vez que escuchaba su nombre por la calle, aunque no fuera a él a quien estaban llamando, apretaba el paso para huir de aquel sitio. El adjetivo de persona segura de si misma no iba nada con él, más bien se veía repelida de su persona como cuando dos imanes del mismo polo se repelen entre sí. Después de un angustioso y largo camino por los pasillos llegó por fin a la puerta que daría a la enfermería, si la abría claro está. “Hazlo” se pidió mentalmente. Llevó una de sus manos al pomo de la puerta y lo agarró con fuerza, ya solo le faltaba girarlo y empujar hacia adelante pero su cuerpo no respondía. Su brazo estaba temblando.

-Me alegro de que ya estés mejor-escuchó decir desde el interior de la sala. Era una voz masculina y se estaba acercando a la puerta ya que Ethan podía ver su silueta por el cristal translúcido que había en medio de la puerta. “Mierda mierda mierda” maldijo. La puerta se abrió y el peliazul se echó a un lado para dejar pasar. Era el entrenador del equipo de Simon que había ido corriendo con los auxiliares para cuidar y acompañar al peliblanco.

-¡Oh! ¿Vienes a ver a Simon?-le preguntó sorprendido. El menor abrumado por el incremento de vergüenza solo pudo asentir con la cabeza mientras tocaba sus manos nerviosamente tras la espalda. Sus mejillas se estaban colorando de un carmín intenso. Sintió como toda la sangre de su cuerpo subía a su cabeza y se la calentaba.-Pasa pasa, solo ha sido un gran susto, gracias a Dios.

Obedientemente Ethan pasó hacia el interior de la sala y echó un vistazo hacia atrás. El entrenador amablemente se despidió con una gran sonrisa y cerró la puerta dejándoles solos. Movió rápidamente sus ojos escudriñando cada rincón de la sala buscando al peliblanco y lo encontró tumbado en una de las camillas de al lado de la ventana. Estaba lleno de vendajes. Normal, se había comido el suelo de hormigón con la piel desnuda. En algunos de ellos incluso había restos de sangre de no haber parado aun la salida de sangre. Se acercó a él rápidamente y le agarró de una mano para llamar su atención. La respiración de Simon era muy silenciosa y había girado la cara en cuanto se había percatado de la nueva presencia. ¿Por qué? Llevó la otra mano a la cara de éste y la giró levemente para saciar su enorme curiosidad por verle de nuevo aquellos hermosos ojos, esos mismos que se habían convertido en su droga en estos últimos días. La mirada llorosa y cristalina del peliblanco se posó en la suya. Simon estaba llorando. “Está llorando” se repitió en su mente. Llevó su mirada a uno ojo, luego a otro y lo repitió lo mismo cinco veces. Aquella maraña de sentimientos que le parecía imposible de desenmarañar se estaban deshaciendo ella sola. Aquellos ojos que no paraba de mirar le estaban llevando a su pequeño trozo de universo, aquellos ojos eran la solución a la pregunta que no podía responder por si solo. Debían de ser suyos.

-Pensaba que no ibas a venir-confesó Simon mientras agarraba la mano que le estaba tocando la cara y la apretó contra sí. Una enorme lágrima le calló por la mejilla y se estampó contra la mano de Ethan. El contrario negó con la cabeza y sorbió sus mocos. Era demasiado sentimental para estos momentos y no los podía aguantar. Se rió exageradamente provocándole una salida masiva de lágrimas, necesitaba expulsar la tristeza de su cuerpo.

-Y yo pensaba que te iba a perder- dijo Ethan mientas se sentaba en la camilla para poder estar más cerca. Necesitaba sentir su calor, le necesitaba a él.

-Ethan-susurró Simon de la misma forma que lo hizo mientras se lo llevaban en camilla de la cancha. Aquel mismo suspiro que se había escapado de sus labios cuando veía alejarse de la persona con la que quería estar.-Ethan, te necesito-dijo el peliblanco con angustia. Le tenía ahí, a su lado, como siempre lo había soñado tener. Agarró por los mofletes al peliazul, limpió sus lágrimas y se sentó, acercándose más al contrario.

Aquella escena le estaba recordando al sueño que tuvo el día anterior. A cuando se prometieron que siempre iban a estar juntos y que cuando luego empezaron a llorar como dos niños chicos, aunque en este tiempo si lo eran. Ethan mordió su labio inferior con fuerza reprimiendo las ganas de espachurrar al contrario entre sus brazos por miedo a causarle daño al tocar sus heridas, pero a Simon aquello no le importó y le abrazó fuertemente. En aquel momento pudo sentir calor, amor, alegría, alivio y ...¿felicidad? ¿Era esto a lo que comúnmente llaman felicidad? Se quedó atónito cuando lo sintió por primera vez. Todo lo que necesitaba para no seguir hundido en su miseria estaba ahí, se lo estaba proporcionando Simon. El peliazul sin dudarlo un segundo le devolvió el abrazo y hundió su cara en el hombro del contrario llenándolo de lágrimas. Quería más, necesitaba más. Absorbió todo su aroma con una ruidosa inhalación de aire y lo saboreó. Olía a … ¿rosas? Si a rosas, confirmó con una segunda inhalación. Las lágrimas no dejaban de asomarse por sus ojos. No estaba triste ya, ¿por qué seguía llorando?

-No te alejes de mi, no podría soportarlo otra vez-dijo Simon apartándose levemente de Ethan para poder mirarle a los ojos. Éste, de nuevo enmudecido al verse reflejado, negó con la cabeza seguro de si mismo. Esta vez no le haría lo mismo, esta vez se quedaría a su lado hasta el fin del mundo. El peliblanco, aliviado, tiró de la cara de éste para besarle.

Sus labios se encontraron ansiosos por tocarse, por sentirse, por comerse. Ambos empezaron a respirar fuertemente dominados una gran conexión que los unía y que les iba a levar a la lujuria en pocos instantes. Simon salvajemente empezó a mover su cabeza de un lado a otro mientras movía los labios dulcemente contra el inexperto menor. Agarró el largo pelo de Ethan, le quitó la coleta y entrelazó sus dedos en el cabello de éste. El pelo calló como una cascada por la cara del peliazul tapándosela, el pelo le llegaba hasta por debajo de los omoplatos. Aquello avivó aun más la llama que ardía en el interior de Simon y empezó a mover su lengua por el interior de la boca del contrario, lamiendo su interior y más tarde mordiendo sus labios. Ninguno de los dos quería parar pero lo que les pareció segundos en realidad fueron casi tres cuartos de hora. Se escucharon pasos cercanos a la sala y ambos se separaron rápidamente, jadeando. Tenían la boca algo roja y llena de babas, sin mencionar las notables erecciones que ambos tenían en sus pantalones. Los pasos se hacían cada vez más intensos y Ethan empezó a agobiarse. Tenía que salir de ahí, no había hecho todo lo posible por que nadie le viera como para que ahora le pillaran así. Echó una rápida mirada a Simon y este le observó curioso.

-No te vayas, aun no-pidió pero Ethan negó con la cabeza rápidamente. Los pasos sonaban cada vez más fuertes dentro de su cabeza haciéndole daño. Tenía que salir corriendo ya, pero una punzada de culpabilidad le retenía. No podía dejarle así como así después de todo.

-Mañana recógeme por la mañana, vallamos al cine y/o a comer algo-dijo avergonzado por el hecho de que le estaba pidiendo una cita. Sin esperar respuesta del contrario, ahora si que salió corriendo de la enfermería, sin ni siquiera pararse a mirar a la persona que se estaba acercando. Corría mientras ocultaba con sus dos manos la erección que llevaba.

Demasiada emoción por un día. Eran casi las cinco de la tarde y debía volver a su puesto ahora, ya llegaba tarde. En cuanto llegó vio a la presidenta muy enfadada esperándole en donde debería estar él. Pidió disculpas por haberse retrasado y empezó con su deber. Sorprendentemente las siguientes horas se le pasaron más rápido de lo que había imaginado. No paraba de venirle a la cabeza trozos de recuerdos de aquel mismo medio día. Simon le estaba ocupando por completo su cabeza y no le importaba para nada. Cuando por fin llegaron las 8 de la tarde le dieron permiso para irse y se fue hacia su casa, aunque las ganas por ver otra vez al peliblanco y besarle eran abrumadoras. Luchó contra ellas hasta que se montó en el tren, ya no había vuelta atrás. Inconscientemente miró al cristal del vagón en el cual se veía su reflejo, el mismo que había visto en los ojos de Simon. Sonrió de nuevo como un tonto sin poder retenerse. Se sentía tan idiota por tener esa reacción pero a la vez tan.. afortunado. No paró de mirarse atontado hasta que se tuvo que bajar.

Aquella noche fue la primera de contadas en las que los sentimientos buenos predominaban sobre los malos. Fue capaz de mirar sin miedo a aquel universo que por fin se iba aclarando, pudiendo ver algo más tras de él, su felicidad. Eso era, necesitaba apartar todo lo que le cegaba de la verdad. Tenía que echar a un lado todo lo que odiaba y le hacía daño para abrazar lo bueno, lo que hacía sentirse bien. “Ojalá todas las noches fueran así” pidió. ¿Por qué no? Había pedido ya un deseo y había sido cumplido, ¿por qué no intentarlo de nuevo?

Aquella noche pudo dormir con una sonrisa en la cara, una que no se dibujaba en su cara desde hacía años, era la sonrisa que tenía reservada solo para Simon.

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