lunes, 19 de enero de 2015

Capítulo 7 - Día 12 . Festival de flores PARTE 1 |Pétalos de rosa|

Historia


Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 7.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan, Simon y Normand.


Capítulo 7

Día 12 - Festival de flores


"-Júrame que siempre seremos amigos, que no nos distanciaremos por nada del mundo, pase lo que pase.- dijo Simon mientras le sostenía una mano a Ethan con dos de las suyas. Se encontraban en la habitación del peliblanco. Acababan de terminar una historia emotiva entre dos amigos que lo dejaban todo para poder seguir juntos, pese a haber pasado grandes dificultades, cosa que les condujo a esta situación.

-Claro que siempre seremos amigos, no podría vivir sin ti.- dijo el peliazul sin mayor dificultad, era lo que sentía en el fondo de su ser. Era su mejor amigo, quería estar con él hasta el fin del mundo. Habían pasado tanta cosas juntos, habían hecho multitud de cosas que le era muy difícil imaginarse la vida sin Simon.- Te lo juro Simon, siempre estaré a tu lado, pase lo que pase.-repitió las mismas palabras que le había dicho el contrario para dar más importancia a su juramento, con un hilo de voz ya que en su garganta se estaba formando un gran nudo.

Ethan no pudo aguantar más y empezó a llorar de la emoción, haciendo que el contrario no pudiera evitar también su llanto. Habían hecho bastantes planes de futuro: como ir a vivir solos en una casa para ellos, comprarse un perrito, envejecer juntos... Algo usual que suelen hacer los mejores amigos cuando llevan un tiempo siéndolo. Aunque ya se habían dicho muchas veces aquellas palabras, esa vez fue especial o por lo menos para Simon, porque Ethan, después de que le respondiera, le besó en la mejilla dulcemente, cosa que llevaba mucho tiempo esperando.

-Gracias Ethan.- le respondió Simon entre sollozos y se abrazaron fuertemente. Llorando cada uno en el hombro del contrario, añadiendo otro momento nostálgico a su historia. Estaba claro que su amistad daría mucho más y podría ser maravillosa, si no fuera por lo que ocurrió pocas semanas después de ese día."

Ethan, sobresaltado, cayó de la cama estampándose contra el suelo de bruces. Apenas había podido dormir aquella noche por culpa de sus nervios por el festival y sus ganas de volver a ver a Simon. Estaba empapado en sudor, había tenido un sueño demasiado intenso aunque había olvidado la mitad de él. Lo único que recordaba era que había hecho una promesa al peliblanco y que la había roto sin saberlo. Aun en el suelo llevó sus piernas al pecho y se puso en posición de huevo, aguantándolas con sus brazos y hundiendo la cabeza entre las piernas. El corazón le estaba empezando a doler, unas punzadas insoportables le apuñalaban rítmicamente en cada impulso de sangre.

¿De verdad le había hecho a Simon? ¿Cómo podía haber sido tan mala persona? "No me lo puedo perdonar, debo pedirle perdón cuanto antes" pensó. Débilmente se levantó. Notaba su cuerpo demasiado delgado, más de lo normal. No había comido nada bien los últimos días y eso le iba a pasar factura hoy. Fue hacia el cuarto de baño, se desnudó con impudicia. Odiaba su cuerpo y más cuando llegaba a estos extremos. Miró al espejo a su imagen reflejada, la piel se introducía por los recovecos de sus huesos, las clavículas estaban grotescamente marcadas y sus pómulos nunca habían estado más afilados. El labio le bailó en un intento por contraerse y soltar algún insulto hacia su persona pero... ¿De qué serviría? Si la felicidad no le hallaba ya, acabaría consumiéndose mientras miraba su pequeño universo montado en el techo de su habitación. Una pregunta aun le seguía atormentando.

"¿Qué es la felicidad para mi?" ¡ESA MALDITA PREGUNTA SIN RESPUESTA ALGUNA!
Ojalá la pudiera contestar ya, necesitaba saber la respuesta lo más rápido posible y poder crecer como persona. Se había quedado demasiado atrás de todo el mundo, atrancado en un bucle sin fin sin poder salir de él, y eso se notaba, todos lo notaban aunque diera todo su esfuerzo por ocultarlo. Ethan deseaba con todas sus fuerzas que alguien llegara a su vida y la cambiara, que le diera un giro. ¿Esto era una reacción del karma por haber dejado solo a Simon tiempo atrás?

Agachó la mirada avergonzado y entró en la ducha. En cuanto abrió el grifo y empezó a salir agua caliente, se metió bajo el chorro e intentó olvidarse de aquello. Las gotas de agua rozaban cada recoveco de su cuerpo, quemándolo levemente por la alta temperatura que tenían. Sabía que eso le mareaba, pero le ayudaba a combatir los pensamientos tan pesados que le atormentaban algunas veces por las mañanas. Después de la ducha y haberse vestido con el uniforme, bajó al comedor para desayunar. Aunque aun no había visto qué hora era sabía que no debía de ser muy temprano ya que entraba algo de luz por las ventanas y había ruido en la casa. Al entrar en la cocina vio a su madre preparando el desayuno, le saludó con un "hola" y se sentó en la mesa a la espera de que le diera el plato.

-Hola cariño, pareces cansado.-dijo su madre mientras le tendía el plato con el desayuno con una sonrisa de oreja a oreja. Ethan cogió el plato, lo puso delante suya y empezó a comer despacio, el hambre aun no le había visitado.

¿Iba Simon a recogerle hoy? Le había dicho que iban a ir juntos a partir de ahora a la escuela pero el día anterior éste no había venido a recogerle. Ojalá viniera, así podría decirle todo lo que sentía haberse olvidado de él después de aquella promesa que parecía importante para los dos. Absorto en sus pensamientos, Ethan no se dio cuenta de que su padre había entrado en la cocina y se había sentado frente a él. Éste, como se había dado cuenta de que su hijo estaba en Babia, aclaró su garganta de forma exagerada.

-Hijo, deberías cortarte ya ese pelo, pareces una chica así.-dijo imperativo. Lo había dicho como una propuesta, pero se veía desde leguas la orden indirecta.

Ethan bajó de la luna y miró a su padre con odio en sus ojos. Sabía perfectamente que lo decía para joder. Su padre era un completo homófobo y le reprimía todo lo posible. Jamás le había dejado comprarse nada que llevara el color rosa o algo que no fuera completamente masculino. Aparte de que tenía que aguantar comentarios hirientes a su persona por como se movía, actuaba o lucía. Le había dicho tantas veces que ojalá hubiera tenido un hijo que se hubiera dedicado al fútbol, que hubiera sido un gran atleta y que hubiera traído a muchas chicas a su casa... "Así habría estado orgulloso de mi hijo" decía. Sabía perfectamente que él no era el hijo ideal para aquel tiempo pero no quería dejar de ser como era. Ser una persona completamente diferente para caer bien a la gente le parecía la manera más hipócrita de vivir la vida. Prefería ser odiado por algunos y ser amado por quien de verdad le querían por como era, a ser un propio desconocido para si mismo.

Pasó completamente del comentario de su padre y salió de casa sin apenas haber desayunado nada pese a que su madre le había amenazado con castigarle si no se comía todo el desayuno que le había preparado. Le cansaba tener que aguantar aquello, que su padre le tratara de aquella manera y que su madre intentara arreglar lo que había roto hace tanto tiempo. Cuando llegó a su portal vio que Simon aun no había llegado. Se sentó en uno de los lados apoyando su cuerpo contra la pared, intentando no presionar ninguno de los porterillos, y echó su mirada al cielo, el cual estaba lleno de colores rosados, anaranjados y violetaceos. ¿Cómo un simple elemento químico podía crear esos raros cuadros pintados en el cielo? Le parecía asombroso.

-Baja de las nubes que ya van a salir los pájaros y a ver si vas a querer salir volando con ellos.- dijo Simon mientras llegaba al portal del contrario con una sonrisa tímida en su cara. ¿Podía amar a algo más que cuando Ethan se perdía en sus pensamientos y se quedaba más quieto que una estatua? Bueno, amaba todo de él.

-¡Eh! Hola S-Simon.- dijo Ethan mientras recobraba la compostura y apretaba su coleta, ya que se había aflojado un poco al haberla apoyado en la pared. No pudo evitar sonreír también cuando se percató de la leve sonrisa que había en la cara del peliblanco.-Tenía que hablar conmigo.- Notó como llamó la atención de Simon, haciendo que este se acercara hacia él hasta quedarse a una distancia muy corta.-Veras...-dijo con nerviosismo mientras se frotaba las manos, las cuales estaban empezando a sudar.-Lo siento tanto Simon. Hoy he soñado cuando nos hicimos una promesa y yo.-tuvo que parar para coger aire.- La rompí.-y la voz se le quebró en la última palabra. Sabía que le iba a costar decir todo aquello, pero le estaba resultado más difícil.

-No importa, ya eso da igual.- dijo como si no le importara. Recolocó su mochila sobre el hombro, ya que la llevaba colgada de uno solo, y empezó a andar hacia la estación.

Ethan, aun peor de lo que estaba, le siguió a pocos paso tras de él. Sabía que con un simple "lo siento" no bastaba por todo el daño que le había causado a Simon. Impotente, agachó la cabeza y miró todo el trayecto hacia el suelo y los pies del contrario para no perderse.

Hoy era el día del festival. Normalmente los estudiantes llevan una pareja para la fiesta que hay por la noche dedicada a ellos, pero al peliazul nadie le parecía el candidato perfecto. Sabía perfectamente que debería ir con una chica, pero ¿para qué? ¿Para aburrirse mientras ella se divierte sola? Prefería quedarse mirando a las parejas felices. Por suerte había podido terminar su puesto a tiempo, aunque aun no sabía si Simon le iba a ayudar o no, pues aun no le había dicho nada aunque se suponía que el debía jugar unos partidos con su equipo de baloncesto. En cuanto llegaron cada uno se fue a un lado: el peliblanco, no muy hablador aquél día, se fue hacia las pistas de basquet; y el peliazul hacia los puestos.

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La mañana transcurrió muy tranquila. Apenas había gente interesada en la tómbola ya que los premios no eran de lo mejor y casi todo el mundo sabía las pocas posibilidades de que les tocara algo bueno. Ethan se moría de ganas por ver a Simon, lo de aquella mañana le había dejado muy mal sabor de boca y necesitaba más respuestas. Ya sabía que ellos habían sido grandes amigos hasta el punto de hacer planes para el futuro pero hasta ahí llegaba. "Seguro que tiene que haber más" dijo en sus adentros muy seguro. Mirando al reloj nerviosamente, esperaba a que le dieran sus horas libres para comer y tener algo de ocio. Los minutos se le estaban convirtiendo en horas, aquello era ya inaguantable y sus uñas peligraban por desaparecer. Al cabo de una eternidad vino la presidenta del festival y le dio vía libre para sus cosas.

-¡BIEN!- exclamó alegre y empezó a correr hacia las pistas donde se debería encontrar el peliblanco jugando. Tardó alrededor de 10 minutos por el bullicio de gente que había en su camino, aunque normalmente hubiera llegado en 3 minutos.

80-95 marcaba el puntuador aunque el equipo de su escuela no lo estaba jugando. Se maldijo por dentro, ¿podía tener tan mala suerte que las pocos minutos que tenía libres no los podría gastar en ver a Simon? Buscó con la mirada al peliblanco por los alrededores de las gradas y de las pistas no utilizadas en el partido y…¡BINGO! Estaba en un rincón calentando con el resto de su equipo, seguramente preparándose para cuando terminara el que se estaba jugando.

Ethan no pudo reprimir una leve sonrisa cuando los ojos de Simon y los suyos se encontraron por segunda vez aquella mañana. Aquellos hermosos ojos pardo-rojizos. El contrario no pareció inmutarse por la mirada del peliazul y apartó su mirada de una forma que daba a entender que le importaba poco que estuviera allí. Eso dejó descolocado al peliazul, avergonzándose de la reacción tan tonta que había tenido delante de todos y, incómodo, se acomodó en su asiento a la espera de que empezara el partido. Al final ganó el equipo visitante por más de 15 puntos de diferencia, aunque los dos equipos marcaron bastantes puntos.

Después de que ambos equipos hubieran abandonado la pista y que el personal hubiera sido reemplazado para el nuevo partido, entraron los estudiantes de su equipo a la cancha para calentar con los balones. La equitación era negra con los bordes en verde aguacate. En la parte superior de la camiseta, por la parte trasera, tenían el nombre de su escuela, "Seikun" que también estaba en verde. Simon llevaba el número 10. Después de pocos minutos moviendo el balón el equipo contrario entra en chancha también, la escuela "Aoku". Todos sus componentes parecían hombres a los cuales les habían dado de comer de manera exagerada cuando eran pequeños de lo fornidos que eran en comparación con su escuela, además de tener a bastantes integrantes altísimos. ¿De verdad esos chicos tenían entre 15 y 18 años? Era dudable, pero así estaban las cosas. Estuvieron calentando hasta que pasados los 10 minutos el árbitro pitó que el inicio del partido iba a ser próximo.

Ambos equipos se apelotonaron alrededor de sus banquillos trazando las estrategias que iban a utilizar en el primer cuarto y cuales de los integrantes iban a tener el honor de estar jugando en él. Cuando el árbitro tocó de nuevo el silbato, 5 integrantes de cada equipo, incluyendo a Simon, se acercaron al centro del campo y dos de ellos se colocaron a cada lado para saltar a por el balón cuando fuera lanzado. Ethan se quedó atónito cuando el peliblanco se puso en frente de su contrario, el cual le sacaba dos cabezas casi. No sabía que él era el que saltaba ya que había chicos más altos que él en su equipo. Al tercer pitido el árbitro lanzo la pelota al aire y el chico del equipo contrario saltó, dejando atrás a Simon. Tras esperar un par de segundos este cogió tal impulso que salió disparado hacia el aire llegando mucho más alto que el contrario, consiguiendo el balón y lanzándoselo a uno de su equipo que estaba esperando el balón dentro de la zona contraria para meter una canasta fácil. Cuando marcaron la grada se quedó en silencio, nadie se creía lo que acababa de pasar.

-UAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH Mirad que bueno es el numero 10.- gritaron algunos mientras que otros estallaron en júbilo y empezaron a tararear todos juntos el nombre de Simon. Ver aquella escena le hizo perder la vergüenza y se unió a los miembros de su escuela en los gritos de ánimo a su equipo.

Después de un par de canastas rápidas, gracias a que Seikun estaba moviendo el balón rápidamente, los del equipo contrario empezaron a enfadarse e hicieron una falta bastante desagradable mientras entraba uno de ellos a canasta, tirando al que le estaba defendiendo al suelo. Eso se estaba poniendo muy feo. Desde atrás suyo Ethan escuchó el comentario de un chico, el cual parecía aficionado al baloncesto de estas escuelas: "El equipo de Aokun es muy conocido por machacar al equipo contrario literalmente, espero que los de Seikun consigan hacerle frente y darles por fin lo que se merecen, perder por tramposos". Después de analizar lo que había dicho, una corriente eléctrica pasó por su espalda en presentimiento de que iba a pasar algo malo. Los minutos pasaban y el marcador apenas se movía, 12-9 para los de Seikun. A apenas 2 minutos del final del primer cuarto los jugadores de su escuela estaban molidos, algunos hasta escupían fuera de la pista sangre que tenían acumulada en la boca. Se les veía enfadados, les estaban acribillando y como los de Aokun lo hacían tan bien, no eran pillados por el árbrito ni aunque le avisaran de lo que les estaban haciendo.

La pelota había entrado poniéndose 12-11 y les tocaba sacar a ellos. Cansados de aguantar la presión, movieron el balón muy rápidamente de un lado al otro, recibiendo Simon, el cual estaba esperando en la línea de triple para lanzar cuando le llegara. Una vez que la tuvo en sus manos levantó su cuerpo como si pudiera volar. El balón salió de sus manos decidido a entrar a canasta limpiamente, dándole 3 puntos a su equipo y ganando distancia, pero por culpa de eso a Simon se le avecinaba un nubarrón. El más fortachón del equipo contrario, el número 7, se estaba abalanzando sobre él por detrás, ya que no le había dado mucho tiempo a llegar a taponar y un instante después de que el balón hubiera salido de las manos del peliblanco, los dos chocaron en el aire mientras el número 7 le propinaba un codazo, con el brazo que llevaba levantado, dándole en toda la cabeza. 

Con el corazón encogido, vio como el cuerpo de Simon se desplomaba sobre el suelo mientras que el del atacante pegaba un zapatazo en el suelo, imponiendo respeto y autoridad sobre los demás miembros que se hallaban en la pista. La grada de nuevo enmudeció, ¿de verdad había pasado lo que había visto con sus malditos ojos? Los de su equipo fueron a socorrer al pelibanco mientras la grada procesaba lo que había pasado y empezaba a abuchear la fullería del equipo visitante. Sus compañeros gritaban que trajeran personal médico ya que parecía estar muy bien.

-¡Simon!.- dijo a todo pulmón Ethan con los ojos empañados en lágrimas y salió corriendo hacia la pista, saltando habilidosamente la valla que les separaba. Se agacho al lado del pelibranco y pegó al suelo como si él tuviera la culpa.-S-Simon, mírame.- pidió entre sollozos esperando ansiosamente una respuesta.-¡MIRAME!-gritó con furia.

Notó como el peliblanco intento abrir los ojos, pero no pudo hacerlo. Luego lo apartaron para que las personas sanitarias pudieran atenderlo.

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