lunes, 26 de enero de 2015

Capítulo 5 |Sweetie|

Historia



Autor/a: Kanade-nyan.
Sinopsis: 
Gabriel, un chico que desde los catorce años sabe que es gay, se enamorará de Daniel trayendo consigo un sinfín de situaciones, tanto cómicas, románticas o algunas un tanto dramáticas para explicarnos, en primera persona, la vida y las dificultades de esta peculiar pareja. ¿Conseguirán que sus padres acepten su relación? ¿Encontrarán un sitio para casarse? ¿Y si quieren tener hijos?
Capítulo: 5.
Géneros: yaoi, romance, drama.
Personaje: Gabriel, Daniel, Clara.


Capítulo 5


¡Ah! Os había dicho que yo era de Barcelona, ¿Vedad? Seguramente ya sabréis que rodeando los finales de Junio en Barcelona se celebra el Día del Orgullo Gay. Desde que tenía catorce años que visito las marchas para sentirme en mi salsa. Ya sabéis como eran mis padres. Y ese año no fue diferente, aunque, ahora que lo pienso, si que lo fue un poco...
—Vamos Dani, por favor...
—No lo se...
—¡Pero si Clara también viene!—Intentaba inútilmente convencerlo para que viniera conmigo a la marcha.
—No es eso Gabri, es que, no se si me sentiría cómodo...
—¿Por qué?
—¿Tú crees que soy gay? Suena tan raro decirlo...
—Bueno, te gusto, ¿no? Yo soy un chico, tú también. Tiene sentido decir que eres gay.
—Pero... ¿Y si no es que me gusten los chicos?, ¿Y si solo se trata de ti?, ¿Y si eres una excepción? No se si estoy preparado para salir del armario...—Se le notaba muy nervioso.
—No hay armario.—Respondí tajante, él me miró extrañado.—El concepto de "Salir del armario" no debería existir. Es decir, amor es amor, y punto.—Todo quedó en un incómodo silencio.—Si el problema es proclamar tu homosexualidad puedes... puedes venir como amigo. Como Clara, por ejemplo, de acompañante.
Se lo pensó unos largos segundos.
—Vale, estaría bien...
Con Clara, por otro lado, estuve haciendo sinfín de planes para aquel día tan especial. Normalmente, y en los últimos años, iba, en parte, para encontrar pareja. Cosa que ese año no intentaría, pero eso no quería decir que no luciera mis prendas más provocativas, ya que era el único día del año que podía vestir como gustase. Abrí el armario de par en par y examiné la ropa. Clara me aconsejaba conjuntos y otras cosas que podrían quedar bien mientras yo me ahogaba en un mar de tela sobre mis brazos. Al fin me decidí por unos pitillos azul cielo y una camiseta con bastante escote de color negra.
—A ver si algun tío te va a tirar la caña y Dani va a cojer celos.—Bromeó Clara.
—¿Me queda bien?—Dije mientras colocaba una gorra en mi cabeza, de esas planas.
—Te queda perfecto.
Suspiré.
—Estoy nervioso...—Dejé la gorra en mi escritorio.
—¿Por qué?
—Es mañana y Dani aún no me ha dado una respuesta clara sobre si irá o no.
—Está bastante aturdido, piensa que es la primera vez que le dicen de ir a un sitio de esa temática.—Se echó a reír.—¿Recuerdas que era el ligón del insti?
—¡Y lo sigue siendo! No sabes cúantas veces he escuchado su nombre en cotilleos entre chicas.
—Anda beffote, dáme un abrazo.—No recuerdo cuándo inventó esa palabra. Le di uno de esos abrazos que dejan sin respiración.—¿Sabes qué? A Dani le cuesta admitirlo, pero te quiere una barbaridad.
—¿Lo dices en serio?—Ella levantó una mano y la otra se la puso en el corazón.
—Totalmente.—Ambos sonreímos alegremente.
Aquella noche me costó mucho dormir ya que Dani no me había ni siquiera mandado un mensaje informándome de la respuesta. Daba vueltas y vueltas en la cama como si fuera un lápiz en una mesa, hasta que caí al suelo.
—¡Auch!—Me levanté pesadamente y me volví a la cama.—Vale Gabri, nada de hacer la croqueta en la cama.—Me dije a mí mismo.
Al final mi cuerpo cayó rendido ante los sueños. ¡Ya era hora!
Por la mañana me despertó el molesto sonido del despertador. Con rabia en mi cuerpo paré de golpe la máquina, pero luego pensé para qué me había avisado. ¡Por fin había llegado el día! Me levanté de golpe y estiré todo mi cuerpo.
—¡Viva mi naturaleza!—Sí, estaba muy orgulloso de ser lo que era, y lo sigo estando.
Tarareando la canción de moda me acerqué al perchero y saqué la ropa elegida ya con antelación, la extendí en la cama y me fui a dar una ducha. El agua cayó primero helada sobre mi cuerpo, arrancándome un pequeño grito.
—Regúla la temperatura antes de encender la ducha cabeza hueca.—Dijo Cris a través de las cortinas.
—Ya lo se listílla.—Dije con tono de burla.
—Pues yo creo que no lo sabes.—Abrió las cortinas viéndome completamente.
—¡¿Qué crees que haces?!, ¡Cierra las cortinas!—Dije enfadado, arrastrándolas para impedirle la vista.
—Dúchate rápido que tengo prisa.—Dijo saliéndo del baño.
Chasqueé la lengua contra el paladar y procedí a enjabonarme el cuerpo. ¿Quería que fuese rápido? ¡Pues mira, tal vez tardaba el doble! Aún así acabé rápido con la ducha y salí con una toalla envuelta a mi cintura hacia mi habitación. Me vestí con mi preciada ropa y llamé a Clara para avisarle de que ya iba en camino hacia su casa para recogerla.
—Ya sabes Cris, si preguntan, estoy con unos amigos.—Me refería a mis padres, por supuesto.
—Confía en mi, no se van a enterar de nada.—Le sonreí, por supuesto que confiaba en ella.
Salí de casa y, ¿a que no adivináis quén estaba en la puerta con una mirada tímida? ¡Dani!
—¡Dani!, ¿Qué haces aquí?—Vestía con unos pantalones anchos y una camiseta de manga corta también bastante ancha.
—Íbamos a ir a la marcha, ¿no? Por cierto, t-te queda muy bien la ropa...—Vi como sus mejillas adquerían un color rojizo.
—¿Te gusta?—Giré mi torso intentando verme la espalda.—Me alegro.
—Yo voy muy... heterosexual...
—¡No pasa nada!—Lo cogí del brazo y me pegué a él, olía tan bien... me había vuelto adicto a su aroma. Solo con que nuestras pieles rozaran mi corazón se disparaba a una velocidad sobrehumana. Un punto cálido se encendía en mi pecho y las peculiares mariposas empezaban a revolotear por mi estómago como siempre. ¡Realmente estaba enamorado!—Vamos, Clara nos está esperando.—Asintió con la cabeza y fuimos directamente a casa de Clara.
Ella estaba esperando fuera. Al vernos, agitó la mano en señal de bienvenida. Los tres nos dirigimos hasta la parada del autobús más cercana para ir a la marcha.
—¿Y bien?—Dijo Clara mirando a Daniel.—Veo que al final te has animado a venir.
—S-Sí...—Contestó algo nervioso, me encanta cuando se pone asi de nervioso.
El autobús no tardó en llegar. Subimos los tres y nos sentamos en un grupo de asientos de cuatro. Evidentemente me senté al lado de Daniel. Éste se veía distante, distraído.
—Dani, ¿Estás bien?
—¿Eh?—Apartó la vista del cristal.—Sí... estoy bien.—Cogió aire.—¡Haré mi mayor esfuerzo para integrarme!—Todos sonreímos.
Llegamos a la parada y bajamos observados por todos, algunos incluso miraron con cara de asco. Yo, dando briquitos, fui abanzando feliz, me seguía Clara con las manos en la nuca y los brazos alzados, y luego se encontraba Dani encogido de hombros observando a todo el mundo extrañado. Vi como un par de chicos me guiñaban el ojo, y creo que Dani también lo vio, porque avanzó y se puso a mi lado cogiéndome de la mano. Posteriormente me contó que la primera impresión que tuvo de la marcha fue que era un sitio donde se iba a ligar.
—Esque se va a ligar.—Le dije tranquilamente.—Bueno, en teoria es para reivindicar nuestros derechos, pero si encima ligas pues mejor.—Le expliqué.
El día fue muy divertido, pude soltarme y mostrarme tal y como era y Dani... Dani no se separó de mi lado ni un segundo. Luego dice que no es celoso. Lo que si que no me esperaba fue lo que hizo mientras estábamos comiendo. Fuimos a comprar unas hamburguesas y nos sentamos en un banco a comerlas. Vi como se acercaba un chico bastante ligero de ropa.
—Hola guapo.—Me saludó.
Vi como Clara estallaba en una risa.
—Hola...—Dije tímido.
Entonces, de buenas a primeras, Daniel me cogió del mentón y me dio un beso, y no fue un beso delicado que digamos. ¡Así y porque sí! La verdad es que fue un poco chocante.
—Lo siento pero ya está cogido.—Dijo serio.
—¡Dani no seas así!—Clara no paraba de reír. El chico acabó riendo también.
—Ya veo. Dani, ¿no? Tienes mucha suerte de tener a un chico tan mono. ¡No lo pierdas!—Y se fue despidiéndose con la mano.
—¿Esto es normal?—Preguntó confundido.
—De lo más normal, y espera que te digan algo a tí.—Giró la cabeza.
—Pues yo no quiero que me digan nada.
—¿Por qué?—Preguntó Clara.
—Porque yo soy de Gabriel.
Si supiérais como enrojecí en ese momento... ¡Cómo podía causarme tal reacción unas simples palabras! Diabetes, si la cosa seguía así me entraría diabetes de lo dulce que era Daniel. ¡Esque no se puede ser más dulce, enserio!
Caminamos un poco más entre la gente hasta que nos cansamos y decidimos ir a la playa. En ella, pegado al mar, había un gran precipicio en el cual nos quedamos a descansar. Pero no todo fue bonito aquél día.
Como siempre, y en todos los lugares, hay personas a favor y personas en contra. Y no nos pasó nada peor que encontrarnos con un grupo de homófobos cabeza huecas que solo querían molestar.
—Pues yo creo que te miraban más a tí.—Le comenté a Daniel.
—Mentira, tú eras el "mono".
—Mira por dónde.—Una voz sonó al fondo.—Un par de mariquitas.
Giramos nuestras cabezas para ver quiénes eran. Tres chicos con malas pintas y cara de borrachos sonreían ante las burlas que pronunciaban contra nosotros. Se acercaron un poco.
—¿De qué vas?—Saltó Clara.
—Clara déjalo.—Le advertí.
—Eso Clara, déjalo.—Se volvió a burlar de mí mientras los otros dos reían.—¿Y ese quién es?, ¿Tu novio?
—¿Y qué si lo fuera?—Respondió tajante Daniel.
—¡Que dais asco! Sois como una plaga...
Se acercó más a mí, más, más, más...
Demasiado.
Con un empujón en seco me tiró fuera del espigón, invitando a mi cuerpo a caer al mar.
—¡¡¡Gabriel!!!—Oí gritar a Daniel.
¿Ya está?... Pensé. ¿Esto se acaba aquí?
Decidido a rendirme cerré los ojos, esperando colisionar contra el agua helada.
Daniel...

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