martes, 23 de diciembre de 2014

Capítulo 3 - Día 3. Gineceo |Pétalos de rosa|

Historia


Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 3.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan y Simon.
Notas: 
Ya el tercer capítulo que publico.
Estoy trabajando en un One shot de esta historia pero que no tenga nada que ver con el hilo. Solo va a tener los mismos personajes.
Espero que os estén gustando mis capítulos c:


Capítulo 3

Día 3 - Gineceo

"Ethan estaba de nuevo en los vestuarios. Simon estaba acorralándole otra vez, cortándole el paso. Pero esta vez era diferente, esta vez algo fluyó entre ellos dos. 
-Ten cuidado conmigo, puedo ser... explosivo- declaró Simon mientras miraba intensamente a los ojos oscuros del contrario. Llevaban mirándose desde que recordaba estar en aquella escena. El peliblanco decidió dar el primer paso y acercó sus labios hasta los del contrario, rozándolos con timidez. Para ellos dos era la primera vez, su primera vez. Pero antes de que pudiera presionar sus labios contra los del otro, Ethan cae a un vacío.
Siente como su cuerpo cae y cae, pero no siente peso alguno. Es como si estuviera en la nada, sin poder sentir. ¿Era así como se sentía por dentro, vacío?"
La flor que se hallaba cerrada esperando el bueno tiempo, esperando más hora de sol, se abría poco a poco al notar que la primavera llegaba. Había empezado a hacer ya el calor y el buen tiempo necesario para que el rosal diera el visto bueno a la apertura de sus flores. La flor más pequeña de todas, la que se encontraba al lado del ápice caulinar del tallo, la más alta, aun no se abría. Al parecer le estaba costando más esfuerzo de lo normal que los sépalos y los pétalos se abrieran, dejando libres sus estambres y su carpelo. ¿Qué era lo que estaba pasando?
Ethan despertó después de un largo tiempo en el vacío. Estaba muy sudado. Busco a tientas el despertador y lo iluminó apretando un botón. Eran las 6:30 de la mañana y hasta dentro de media hora no se tenía que levantar, pero se notaba sin sueño. Normal, ayer se acostó a las 8 de la tarde.
Se levantó de la cama y abrió la persiana para poder ver el exterior. Para su mala suerte, aun era de noche y, encima, estaba todo cubierto por una espesa niebla. Aun así, se quedó mirando lo poco que veía: las viviendas que tenía en frente; un gato el cual se estaba asomando desde el balcón de enfrente, mirando con curiosidad qué era lo que había bajo de él; y un cuarto encendido, pero con las cortinas echadas. Sabía que si empezaba ya a prepararse, llegaría demasiado temprano a la estación de tren y al final tendría que estar esperando a su pandilla mucho tiempo. Aunque si hacía eso, tenía menos posibilidades de cruzarse con Simon, cosa que era probable ya que había visto que llegaba tarde.
Después de estar un par de minutos más mirando a aquel gato, se fue hacia el cuarto de baño e hizo lo de todas las mañanas: echarse agua en la cara y mirarse en el espejo. El recuerdo de ayer por la tarde en el vestuario se le vino a la mente, produciéndole una mueca en la cara. ¿Qué era lo que había ocurrido? ¿De verdad había sido tan impotente de no haber opuesto resistencia a que le acorralaran contra la taquilla?
Se llevó una de sus manos a los labios, nunca se había dado cuenta de que eran más rojos de los que había visto a la gente que le rodea. Es como si los llevara pintados o algo parecido. Además, el echo de que aun no tuviera barba, le hacía una cara muy aniñada para su gusto. Llevaba esperando ya años a que le saliera al menos un pelo, pero no había rastro de el aun. En ese momento fue cuando se le vino una pregunta, ¿es qué Simon pensaba que él era atractivo?.
-No, eso es imposible.
Ladeó la cabeza múltiples veces con fuerza, hasta que se le quitó de la cabeza. Recordó de nuevo la paliza que se llevó aquel estudiante por un malentendido relacionado con ese tema. La suya sería mucho peor si llegara a ocurrir. Sabía que nunca había tenido claros sus sentimientos, pero no quería meterse en ese tema ahora, no después del accidente de ayer. "Espera, un momento, ¿por qué me estoy auto-convenciendo de algo que no es?" se negó a si mismo.
El miedo le empezó a inundar todo el cuerpo, no quería ser objeto de más burlas. Ya tenía bastante con las que recibía en clase y, a veces, cuando andaba por los pasillos. Además, estas burlas irían acompañadas de violencia, agresiones hacia su persona, y nunca había aguantado bien el dolor. Después haberse vestido con el uniforme escolar y haber engullido el desayuno que había preparado su madre, con más amor que nunca porque se encontraba muy preocupada por el extraño comportamiento de su hijo, salió de casa con su "hasta esta tarde".
Llegó 20 minutos antes de lo normal a la estación y, como suponía, no habían llegado aun ninguno de los miembros de su pandilla. Sopesó dos opciones: quedarse ahí esperándoles y tener el riesgo de encontrarse con Simon; o ir a la escuela ya y esperar hasta que abran la puerta para entrar.
Ethan se decidió al final por la segunda, sin tener que pensarlo demasiado. Aun se encontraba afectado por lo ocurrido ayer en el vestuario, por lo que todo lo que fuera no tener que estar cerca de él, era música para sus oídos.
A esas horas de la mañana, las 7:40 de la mañana, solo había soledad y oscuridad. Cuanto más se acercaba, más se percataba del aire tétrico que emanaba de la escuela. Al menos las puertas de la entrada estaban abiertas, por suerte.
Cuando puso el primer pie dentro de la entradilla, alguien agarró de su brazo y le desvió de su camino hacia un lateral, estampándolo contra la pared interior de la entrada. El impacto contra aquel material tan duro le cortó la respiración, y cerró los ojos al sentir un pinchazo de dolor en su espalda. Clavándose en su cuerpo, notaba dos grandes manos, aprisionándole más y más contra la pared. No tenía opción de movimiento, estaba, otra vez, acorralado.
-Hola Ethan- dijo una voz grave y profunda. El peliazul sabía quien era perfectamente, la persona que había estado intentando evitar lo que llevaba de mañana. De nuevo lo tenía acorralado, indefenso. -¿Me esperabas?- Soltó en un tono burlesco.
Su respiración, recuperada ya del impacto, empezó a acelerarse. Se estaba agobiando. Hundió todos sus dedos sobre el estómago del contrario con desesperación, haciendo retroceder al atacante de por el dolor.
-Ahr- gruñó el peliblanco de dolor. A Ethan se le había olvidado cortarse las uñas esa semana y ahora lo agradecía. Al final consiguió desprenderse de su captor y se apartó de él, hasta una distancia prudente.
-Veo que no has cambiado para nada, Ethan- dijo Simon entre jadeos y con una sonrisa pícara dibujada en su cara.
Ese comentario sobresaltó a la presa. ¿Qué era lo que acababa de decir? ¿Qué no había cambiado nada?. Ethan no conseguía tragar aquellas palabras, y salió huyendo hacia la entrada del edificio, la cual estaba abriendo en ese momento.
Sin mirar atrás, corrió hasta la cuarta planta, donde se encontraba su clase y entró en el aula 4-E. Se dejó caer encima de la silla como si su cuerpo fuera un peso muerto, exhausto de la carrera, y aun con la cartera en la espalda. Poco a poco consiguió deshacerse de ella y la tiró al suelo. Su respiración se volvía más y más lenta, hasta que se terminó por normalizar. "¿Qué es lo que quiere de mí?" se preguntó y un par de gotas cayeron sobre su camisa, estaba llorando.
No recordaba la última vez que había llorado. Más lágrimas empezaron a caer de sus ojos, pero no había llanto. Ethan lloraba sin sentir tristeza, estaba tan confundido en ese momento que lo único que podía hacer era llorar. Volvió su mirada hacia el reloj que tenía en la muñeca: aun le quedaban 8 minutos más para seguir a solas. Con curiosidad, asomó sigilosamente su cabeza por la ventana. No había nadie. Buscó por todo el pato delantero en busca de su acosador, pero seguía sin encontrar a alguien. Después de la inspección, suspiró aliviado.
Los primeros estudiantes empezaron a llegar ya, sonrientes, felices de poder charlar un rato con sus amigos. Ethan secó las lágrimas de su cara, dejándola empapada. Cuando la primera clase empezó, biología con la profesora Limón, el peliblanco no estaba. Tampoco apareció en las restantes horas, cosa que inquietaba a Ethan. ¿De qué iba aquel chico? Todos los profesores preguntaban por su ausencia y nadie sabía que responder. Simon, al parecer, era muy buen alumno y muy respetado entre los miembros de docencia.
A final de la mañana, última campana sonó después de una larga espera por todos los alumnos. Hoy también se tenía que quedar en la escuela, ya que debía preparar todo para el festival. Comió solo, apartado de la multitud, intentando buscar la respuesta a todas las preguntas que le llenaban la cabeza, aunque ninguna era resuelta. Solo podía respondérselas una persona.
Después de comer, Ethan se dirigió hacia el gimnasio, donde estarían todos los estudiantes preparando sus puestos. Ese día de primavera era más fresco de lo normal, haciendo que Ethan temblara de frío cuando salió del edificio, al solo llevar la camiseta de manga larga del uniforme.
-¡Hey! Pásanosla por favor.-  le pidió un estudiante al peliazul. Al enfocar hacia el lugar donde provenía aquella voz, vió como un balón de baloncesto se acercaba a él. Corrió hacia este y con un rápido movimiento lo agarró. Una vez dispuesto a lanzar, miró hacia el frente, al grupo de personas que le estaba esperando para que le pasara el balón. Ahí estaba de nuevo, escondido entre dos chicos algo más bajos que él, mirándole. Eso le provocó la desviación de la trayectoria del balón al lanzarlo y que todos se rieran de su "patosidad".
El cuerpo se le heló, y esta vez no era por el frío. Cayó en la cuenta de que ese día, por la mañana, había visto a Simon con una equipación. En ese momento fue cuando notó la musculación del peliblanco: hombros muy desarrollados; brazos y piernas corpulentos; y, a veces, podía ver los oblicuos que se marcaban en la cintura. "ETHAN REACCIONA" se advierte a si mismo. Se había quedado mirando por demasiado tiempo y eso podía llamar la atención de alguien. Bajó la vista lo más rápido posible y, cabizbajo, fue hacia el gimnasio.
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La luz que entraba por las ventanas del gimnasio ya se estaba atenuando, reduciéndose el número personas que había en el recinto a medida que se iba oscureciendo. Al cabo de media hora más, la última persona que quedaba a parte de él, se despidió de éste.
-Cierra cuando salgas.- dijo mientras le tiraba las llaves hacia donde él estaba. Al fin se había quedado solo, ya podía trabajar de manera más relajada.
Acababa de terminar el recipiente donde iba a meter las bolas y había pintado alguna de estas. Para que no tocaran muchos premios buenos, Ethan pintó todas, menos seis bolas, de gris, que sería el premio más gordo. Luego tres con premio mediano (naranja), dos con alto (rojo) y una con el super premio (dorado). Le pareció una buena proporción hasta que alguien dijo:
-Creo que así nadie va a poder ganar nada, Ethan, eres un- hizo una pausa para dar más hincapié a la última palabra- tramposo.-  Simon volvió a sonreír de la misma manera que lo había hecho esa mañana. Al menos ahora no estaba acorralado, cosa que se había acostumbrado a hacer el peliblanco.
La bola que acababa de pintar con color dorado, se le cayó de las manos. Con la mirada, intentó trazar un camino por el cual poder huir de él. ¿Cómo sabía siempre cuando estaba solo?. Simon empezó a acercarse a él. Ethan gritó interiormente a sus piernas para que se movieran, quería salir de allí echando leches, pero no le hacían caso. Ese hombre le iba a matar a sustos tarde o temprano.
-¡¿Qué es lo que quieres de mi?!- gritó enfurecido Ethan hacia el peliblanco, sobresaltándole. Simon enarcó las cejas y sonrió de nuevo.- ¡ALEJATE DE MI!- dijo mientras apretaba los puños.
El otro, haciendo como si le estuviera haciendo caso, cesó su paso. Sacó una de las manos del uniforme de baloncesto, la cual agarraba una foto. Lentamente dejó la foto en el suelo y salió de las instalaciones. Ethan, en cuanto dejó de ver al contrario, corrió hacia la foto.
Salían dos pequeños sonriendo, pasándose un brazo por encima de el otro. Al cogerla y revisarla mejor, se dio cuenta de que uno de los pequenos era él, con un chaval peliblanco. ¿Por qué no recordaba eso? Parecía tener unos 8 años en la foto. Examinando al otro peque, observó lo mucho que se parecía a Simon: sus ojos, su sonrisa, su pelo. Eran ellos dos hace 7 años, aproximadamente. Lo único que se le ocurrió en ese momento fue su madre.
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-¡Oh! Me acuerdo de este chico, es Simon- dijo su madre al primer vistazo. Le había preguntado si conocía al chico que se encontraba al lado suya. Con una sonria, le devolvió la foto.- Erais muy amigos cuando pequeños. Pero no se qué os pasó, ya que un día le dejaste de ver.
-Gracias mamá.-  Fue lo único que pudo contestar Ethan.
Volvió hacia su habitación y se tumbó sobre la cama, mirando la foto. Al parecer él debería conocer a la persona de la foto, a Simon, pero no le venía ningún recuerdo a la cabeza. Era como si lo hubiese borrado totalmente.
Después de una larga tarde rebuscando entre sus recuerdos de pequeño, cayó en un profundo sueño.
Día tres completado.

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