martes, 16 de diciembre de 2014

Capítulo 2- Día 2. Androceo |Pétalos de Rosa|

Historia


Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 2.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan y Simon.
Notas: 
¡El segundo capítulo ya está aquí!
Estoy creando este fic con mucha ganas, ya tengo 3 capítulos más listos para subir y todo. Espero que os guste mucho y que el drama no sea para mucho.


Capítulo 2

Día 2 - Androceo


-Es hora de levantarse cariño, levántate ya si no quieres llegar tarde- dice la madre de Ethan en cuanto entra a su habitación, dando antes un par de golpecitos a la puerta a modo de aviso. Ésta se dirige hacia la ventana para abrirla. Luego sube la persiana, para que así entrase la poca claridad que había a esa hora de la mañana y que la fresca brisa de primavera lavara el ambiente cargado de aquella habitación.
-Mama... sabes que nunca llego tarde- se queja éste, dándose la vuelta, ya que estaba mirando hacia la ventana y le estaba molestado la luz. Su madre se vuelve hacia la cama, besa la frente de su hijo con ternura y le susurra casi al oído.
-Lo sé- acaricia el sedoso y largo cabello de Ethan y sale de la habitación para hacerle el desayuno.
Después de un rato apurando los pocos minutos más que podía estar desperdiciando en la cama, Ethan se levanta rápidamente de la cama, agarra sus zapatillas de estar por casa y se las pone. Medio dormido aun y con el cuerpo flojo, se dirige hacia el cuarto de baño para lavarse la cara y así poder despertarse del todo.
Una vez que termina de echarse agua se queda mirando su rostro y parte de su pecho en el espejo, apoyándose sobre el lavabo. Ethan siempre llevaba el pelo casi sin peinar. Se pasó una de sus manos por la cabeza para desalborotarlo un poco y dio su visto bueno al primer intento, luego cogió una goma de pelo y se hizo una coleta. Tenía el pelo muy lacio, oscuro y le llegaba por debajo de los hombros. Casi siempre lo llevaba recogido en una coleta con unos cuantos mechones salidos, que le caían por la cara. Sus cejas eran finas, tenía unos ojos que daban la impresión de ser más grandes de lo normal, una nariz respingona y unos labios finos.
Después de salir del baño se dirigió a su cuarto de nuevo, a ponerse el uniforme escolar y a guardar el uniforme gimnasia en la mochila. El uniforme no le gustaba mucho, pero era mejor que elegir qué ropa se iba a poner cada día. Ethan, como la gran mayoría de estudiantes de la escuela, no llevaba la corbata. No le gustaba como le sentaba porque le daba aires de ser importante, cosa que no era. Además, si la llevaba destacaría sobre los demás, y eso es lo último que él quería.
Al entrar en la cocina y sentarse en la mesa, su madre se acercó a él y le puso el plato de desayuno: un bocadillo de mantequilla con un trozo de york y un zumo de piña. Le había dicho a su madre millones de veces que solo le pusiera un lado del pan, no el pan entero, pero ella decía que así crecería y se pondría más fuerte. Ethan sabía que eso era mentira, que solo se lo decía para que comiera bien al menos la primera comida del día, porque le notaba muy delgado. Medía 1,75, una cosa normal en hombres. Después de haberle dado 6 bocados, el bocadillo había desaparecido. Luego se bebió de un trago el zumo de piña, se limpió la boca con una servilleta que le había tendido su madre y salió disparado hacia la entrada, donde estaba su mochila y zapatos.
Ethan estaba muy nervioso después de lo que le había pasado ayer, aunque también ansioso de saber quién era aquel chico. Esperaba que esta vez, la curiosidad no matara al gato. Se ató las zapatillas negras que venían en conjunto con el uniforme, puso la mochila a su espalda y salió de su casa diciendo "Hasta esta tarde".
Hoy le tocaba quedarse a comer en la escuela porque por la tarde tenía que ayudar a preparar el festival de primavera que su escuela organizaba todos los años. Era un festival muy conocido en toda la zona porque puede venir todo el que quisiera, a pasar la mañana o tarde allí. Había puestos: de juegos, de comida, de objetos hechos por los estudiantes, de tómbolas y de donaciones, por si alguien quería donar algo a los clubes, como pelotas o raquetas. Era muy importante para los estudiantes esta festividad porque de aquí, mayormente, era de donde sacaban el dinero para sus clubs, por lo que cada uno hacía un puesto o varios y sus integrantes ayudaban a llevarlos. Ethan estaba en el club de ciencias desde que entró a la escuela hace tres años, y para ellos era necesario conseguir el dinero para poder comprar materiales con los que luego podían hacer sus experimentos.
Este año habían decidido, entre todos, hacer tres puestos: uno de comida; otro de objetos relacionados con la ciencia: rocas, minerales, plantas...; y un puesto de sacar una bola al azar y según el color que te salga, te toca una cosa u otra. Ethan había sido el único voluntario para hacer el puesto de la tómbola, por lo que tendría que prepararlo él solo. Aun quedaban dos semanas, pero sabía que si no se daba prisa, no llegaría a nada ya que debía hacerlo todo solo.
Después de bajarse del tren que le llevaba a la estación más cercana a su escuela, se encontró con su pandilla, la cual le saludó y salieron todos juntos hacia la escuela. Todos hablaban de lo emocionados que estaban por el festival, de lo bien que se lo iban a pasar. Ethan, sin interés en el tema, se quedó rezagado, yendo a pocos pasos de ellos. Pensar en cómo iba a estar solo otro año más en un puesto, no le hacía mucha ilusión.
Llegaron a clase cinco minutos antes de que el profesor llegara. Ethan se sentó en su pupitre, sacó el estuche, el cuaderno de aquella materia, una botella de agua y los colocó encima de la mesa. Se encontraba a mitad de clase, al lado de la ventana, para poder pasar el descanso entre clases, mirando por ella. Su ventana daba justo a la entrada, que en ese momento estaba llena con los últimos alumnos que llegaban ya tarde. Al pasar los cinco minutos, oyó el "buenos días" de su profesor de literatura, el profesor Sin. Era un hombre ya mayor al que le apasionaba su trabajo, llegaba siempre puntual a clase y hacía que estudiar con él fuera una cosa maravillosa. Pocos segundos antes de que el profesor fuera a llamar la atención a sus alumnos porque iba a empezar la clase, Ethan vio por la ventana a alguien entrando por la puerta corriendo.
Era el chico de ayer. Pasó la entrada del colegio corriendo en un tiempo record y Ethan le perdió de vista en cuanto entró al edificio. "¿Cómo alguien podía llegar tan tarde?" se preguntó. Volvió la mirada hacia el profesor cuando este empezó a hablar.
-Bueno chicos, abrid vuestros libros de literatura por la página...- Sin abrió su libro y empezó a buscar la página por la que se habían quedado el día anterior.- Si, por la página 87. ¿Os acordáis que ayer vimos cómo se estructuraba un comentario periodístico? Pues hoy vamos a ver uno para practicar.- El profesor empezó a rebuscar entre su maletín y sacó un taco de folios con algo impreso. Empezó a pasarse mesa por mesa repartiendo uno a cada persona. Cuando llegó a la mitad de la clase, alguien llamó a la puerta.- Puedes pasar.- dice mientras se acerca a la puerta para abrirla.
En cuando la abre ve como el chico estaba empapado de sudor y respirando muy fuertemente. Parecía como su hubiera corrido kilómetros hasta llegar allí. Sin se quedó sorprendido y le hizo un gesto para que pasase dentro de la clase y se sentara.
-He llegado tarde, lo siento mucho.- dice mientras hace una reverencia y entra en clase. El profesor hace un gesto de negación con la cabeza, para darle a entender que no debía preocuparse. Una vez que terminó de repartir las hojas, volvió a la tarima y se puso a escribir en la pizarra.
Ethan no pudo apartar la mirada del chico durante más de 10 minutos. Vio como tenía todo su cuerpo y su ropa sudados. Aun respiraba con fuerza e intentaba peinar su cabello como podía con las manos. Éste se quedó embelesado por los movimientos de mano que hacía, tan armoniosos. Llamó su atención Sin, que había hecho hincapié en una palabra para que todo el mundo prestara atención a lo que estaba diciendo y no se quedara en Babia, ya que seguramente no era el único que no estaba centrado en lo que estaba diciendo.
Al acabar la clase y después de que el profesor se despidiera y saliera, el chico se acercó a Ethan, el cual estaba mirando de nuevo por la ventana. Le saludó como si nada.
-Hola Ethan.- dijo. Este giró la cabeza rápidamente y clavo su mirada en el rostro del contrario. Le había hablado y él no se lo esperaba para nada. No sabía qué responderle, le había llamado por su nombre, cosa que él desconocía. Se quedó así unos segundos, pensando cual era la mejor forma de responderle, hasta que el otro siguió hablando- Supongo que no sabes quién soy, me llamo Simon, soy uno de tus compañeros de clase- y ahora sí, esperó a que respondiera.
-H-Hola Simon- era la primera vez que Ethan decía ese nombre. No había conocido nunca a nadie que se llamara así, por lo que le parecía raro decirlo. En su garganta empezó a formarse un pequeño nudo y, aunque tragara para evitar que se formara, iba creciendo más y más. Abrió la boca para intentar decirle algo más, pero no había palabra alguna que le saliera de la boca.
-Quería hablar contigo para una cosa del festival. Es que me han dicho que eres el único que está solo entre todos los puestos que hay y yo quería participar ¿Estas libre después de clase y hablamos sobre ello?- Simon apoyó una de las manos encima de la mesa de Ethan y dejó caer un poco de peso en ella. 
-Bueno... después de clase iba a preparar el puesto que tengo que llevar en el festival. Pero creo que puedo hacerte un hueco antes de ello.- respondió a la pregunta, mientras mentalmente organizaba de nuevo su tarde. Esperaba que no fuera mucho tiempo, porque si no iba a llegar a casa muy tarde y su madre le volvería a hacer pucheros.
-Está bien, nos vemos después de clase, en el comedor, ya que supongo que te vas a quedar a comer aquí. Adiós.- y sin esperar a que Ethan le respondiera, este vuelve a su pupitre. El siguiente profesor ya había llegado y la clase estaba a punto de empezar.
Las horas siguientes pasaron rápido y sin nada importante a destacar. Había desviado varias veces la mirada hacia el pupitre de Simon, pero este estaba muy atento a la lección y no paraba de tomar apuntes, cosa que él debería estar haciendo.
La última hora había llegado. Ese día tocaba gimnasia y tuvo que dirigirse hacia el gimnasio, con sus compañeros de clase. Antes de empezar, todos se tenían que cambiar el uniforme escolar por el uniforme de hacer deporte. Para ello siempre hacían dos grupos: uno de chicas y otro de chicos, y cada uno iba a un vestuario para cambiarse la ropa. Como Ethan era muy vergonzoso y no le gustaba que nadie le viera, se quedaba rezagado en el grupo a posta. Lo que hacía era que se metía en un cuarto de baño del vestuario y, cuando todos habían salido ya a la pista, este aprovechaba para cambiarse la ropa. Después de haber dejado su mochila en la taquilla que nadie había utilizado aun, se cambió rápidamente la ropa y salió del vestuario.
El profesor de gimnasia ya había mandado, como siempre, a correr a toda la clase, a si que Ethan se unió a estos. Buscó con la mirada de nuevo a Simon, esta vez sin éxito. "¿Dónde está?" pensó, era raro que este faltara a una clase. Estaba nervioso por qué saber qué era lo que quería pedirle, ya que nunca nadie se interesaba por él, nadie. "¿Por qué ahora Simon si?" era una de las preguntas que rondaban por su cabeza mientras corría.
La clase de gimnasia terminó y volvió a hacer lo mismo que hizo al principio de la clase, meterse en un cuarto de baño para esperar a que todos se fueran. A veces escuchaba cómo algunos hacían bromas de por qué se pasaba tanto tiempo en el cuarto de baño, pero él prefería eso, a pasar vergüenza enseñando su cuerpo. Tardaron un cuarto de hora en abandonar el vestuario. Cuando dejó de escuchar ruido en el exterior, salió y se dirigió hacia su taquilla. Se quito la ropa rápidamente, la metió en una bolsa y cogió todo lo necesario para darse una ducha: una esponja, el champú, una toalla y las chanclas.
Mirando hacia todos los rincones por si acaso se había quedado alguien, fue lentamente hacia las duchas. Una vez que llegó allí, dejó todo los objetos que llevaba en las manos en un agujero que había en la pared para dejar las cosas y abrió el agua. Esta empezó a salir fría, pero progresivamente se fue haciendo más y más caliente, hasta que empezó a salir vapor de ella. Una vez que había llegado a ese punto, Ethan se metió bajo el chorro de agua y cerró los ojos. Ese era uno de los pocos momentos relajados que podía tener al día y lo disfrutaba como un niño pequeño.
-Hola Ethan.- dijo una voz conocida a pocos metros de él. El corazón de éste se paró momentáneamente. No se esperaba que alguien, después de haber mirado tan bien por el vestuario, pudiera aparecer por allí a esas horas. No quería abrir los ojos, no quería saber quién era la persona que le había pillado en aquella situación. Estaba asustado y no sabía qué hacer. Era de esos momentos en los que deseas que la tierra te tragara. Estaba completamente desnudo y desprotegido ante alguien. Mordió su labio con fuerza y lentamente abrió los ojos para poder ver quién era el que había perturbado su calma, su preciada calma. Si, era él de nuevo, Simon. Estaba parado delante de la apertura para entrar en las duchas, mirando a Ethan directamente.
-¿Qu-ué haces aquí?- dijo y volvió a morder su labio, con mucha más fuerza que antes. Ethan se intentó tapar los bajos con las manos. El corazón le estaba latiendo a mil por hora y parecía que se le iba a salir por la boca. "¿Por qué esta él aquí? Quedamos en el comedor después de clase" intentó recordar por si se le había pasado algo. 
-He venido porque estabas tardando mucho en llegar al comedor y suponía que estarías aquí. No me gusta esperar mucho tiempo.- dice Simon, serio. Éste había estado esperando alrededor de 20 minutos en el comedor y se había cansado.
-V...Vale, ¿puedes esperar un momento fuera? N-no tardo- propuso. Simon hizo un gesto de aceptación con la cabeza y salió de su campo de visión. Supuso que se fue hacia las taquillas, ya que no escuchó muchos pasos.
Ethan, aun con el susto en el cuerpo, ni si quiera se enjabonó. Cerró el agua, echo su cabello hacia atrás y se anudó la toalla a la cintura. Luego asomó la cabeza hacia el vestuario y, como predijo, estaba sentando en frente de su taquilla. "¿Es que no me va a dejar vestirme tranquilo?" dijo quejándose en sus adentros. Fue hacia la taquilla, y una vez que llegó, el contrario volvió a clavarle la mirada. Eso le incomodó tanto que se volteó para darle la espalda y, con mucho cuidado, fue vistiéndose sin que se le viera nada.
-¿Qué es lo que quieres? ¿Es que no te podías esperar?- dijo en tono molesto Ethan, ya ajustándose la camiseta. Era muy evidente de que Simon estaba siendo muy impertinente, pero al parecer este no le daba importancia o no se daba cuenta.
-Sé que me has estado mirando por mucho tiempo estos dos últimos días. Lo he notado.- declaró secamente Simon. Esas palabras se le atragantaron a Ethan, casi le ahogan. ¿Qué era lo que estaba diciendo? ¿Es que no sabe en qué lío se podían meter solo por lo que le había dicho?
Ethan dio un paso hacia atrás, chocándose con la taquilla. Eso produjo un ruido bastante estridente, haciendo que Simon sonriera de una manera que Ethan nunca había visto, era como una sonrisa maligna. ¿Qué estaba mal con ese chico?
Se llevó una mano a la boca y se la tapó, apretándola. La otra no paraba de pellizcar uno de los dobladillos laterales que se le hacían por estar demasiado delgado. Aun no sabía a la perfección lo que estaba pasando, pero no era nada bueno. Simon dio un paso hacia adelante, con seguridad y firmeza, produciendo una reacción en Ethan, el cual intentaba echarse aun más hacia atrás, pero la taquilla no le dejaba.
Poco a poco Simon se estaba acercando más a él, con pasos cada vez más largos, hasta que le alcanzó. Apoyó una de sus manos a uno de los lados de la cabeza de Ethan, acorralándole como a un pequeño animal indefenso. Este ladeó la cabeza hacia el lado que no estaba cortado por el brazo y cerró los ojos con fuerza, deseando que aquello fuera un mal sueño. Simon acercó la cabeza hacia la de Ethan, hasta que este notó el aliento del contrario en su mejilla y oreja. Su aliento se notaba caliente.
- Se que no te has percatado de mi presencia hasta ayer. Pero créeme que yo si sabía de ti desde que llegué hace dos meses.- dijo Simon casi susurrando. Apretó uno de sus puños y terminó de cortarle el paso a Ethan, dejándolo al lado de su cintura, rozándole.
Este ahogó un grito al notar el contacto con Simon y cerró con más fuerza sus ojos. Su cabeza estaba a punto de estallar. ¿Estaba sintiendo algo? Notó un cosquilleo en sus mejillas, notó como se le estaba acumulando sangre en la cara. Esperaba que no se notara con toda su alma.
-Te veo mañana, Ethan- y en un instante, ya estaba saliendo por la puerta del vestuario.
Las piernas le flaquearon, perdió la fuerza y cayó al suelo. Sintió como en su espalda se clavaban todos los salientes que tenían las taquillas y como algunos le raspaban la piel, pero ahora mismo eso no le importaba. Se quedó mirando el suelo, perdiendo el sentido del tiempo, hasta que sonó una campana. La que daba inicio a las clases para los alumnos que iban por las tardes. Recogió todas sus pertenencias y las metió de cualquier forma en la mochila.
Salió corriendo sin mirar hacia atrás, asustado por lo que le pudiera pasar. Corrió todo lo que pudo para llegar al próximo tren. Se pasó todo el trayecto apretando su mochila contra el pecho, analizando todo su alrededor, por si se encontraba de nuevo con Simon. Por suerte no hubo más incidentes hasta que llegó a casa.
-Hola cariño- dijo la madre gritando desde el salón- Llegas muy temprano, ¿qué has comido hoy? ¿Te ha ido bien?- preguntó, como siempre le hacía cuando llegaba por la tarde.
Ethan pasó completamente de las preguntas de su madre, se quitó los zapatos y fue directamente a su habitación. Tiró la mochila a un lado de la cama y se tiró en esta. Ese día fue el primero que se durmió a las 8 de la tarde, después de horas pensando qué era lo que había pasado, y sin haber comido nada.
Día 2 completado.

2 comentarios:

  1. Me gusto mucho tu novela es muy buena y tienes talento 0///0 pero quiero ver el 4to y no lo u. Encuentro si la segiras escribiendo y si cada cuanto la subes eso es todo gracias

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    1. De momento cada Martes estoy subiendo y ya tengo 6 caps escritos ^^

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