sábado, 13 de diciembre de 2014

Capítulo 1 - Día uno. Jardín de rosas |Pétalos de rosa|

Historia


Autor/a: @SrMichaelis
Sinopsis: ¿Qué pasaría si en realidad no eres como todos quieren que seas? ¿Cómo te sentirías tú al respecto por ser diferente a ellos?
¿Y si te enamoras de alguien con el cual no puedes estar por que no está bien visto por la sociedad en la que vives?
Un largo recorrido entre obstáculos difíciles de pasar.
Capítulo: 1.
Géneros: yaoi, homofóbia, sociedad, injusticia, adolescentes, romance.
Personaje: Ethan.
Notas: 
He creado esta historia porque me apetecía dar salida a todas las ideas que tenía en mi cabeza. Al final esto es lo que me ha salido, espero que os guste y a ver si puedo seguirlo de manera continua si os gusta <3.


Capítulo 1

Día 1 - Jardín de rosas

Para mi, ¿qué es la felicidad?
Ethan se preguntaba muchísimas veces qué era verdaderamente la felicidad, si él alguna vez la había sentido. Sabía con seguridad que él había estado contento alguna que otra vez, y que cuando era pequeño había sentido felicidad, como casi todos los niños pequeños, pero no sabía si había llegado al punto de ser feliz en su desarrollo hacia la madurez. Ethan se quedaba horas y horas tumbado boca arriba mirando el techo de su habitación, el cual tenía estrellas pegadas y algunos planetas creados por él colgados, dándo vueltas cada vez que había una mínima corriente de aire.
Se pasaba todas esas horas intentando averiguar cómo podría decir que es diferente, de alguna manera, de todo el mundo. Aunque Ethan no veía nada malo en serlo, sabía que sus padres no iban a pensar lo mismo. Seguramente acabarían echándolo de su casa, o lo peor de todo, acabarían por no hablarle el resto de su vida, y les quería demasiado como para que eso pasara. Tener una familia normal no quiere decir que tus padres te apoyen en todo.
¿Que por qué tanto drama por ser diferente? Te preguntarás. Digamos que la homosexualidad no está bien vista en la sociedad actual. Puedes llegar a ser un paria de la sociedad si lo declaras públicamente, ya que nadie va a querer saber de tí. Es como si fueras una enfermedad muy contagiosa y todo el mundo te evitara. Ethan ya lo había visto en su escuela, cómo habían apaleado a un estudiante que ni quiera era homosexual, solo porque uno de sus compañeros había visto algo raro en la forma que actuaba. Evidentemente Ethan no quería pasar por ese calvario, y más cuando aun no estaba seguro de lo que verdaderamente sentía.
Una maraña de sentimientos se enredaba más y más en su interior, y cuando más intentaba deshacerla y encontrar por fin la verdad de lo que era o de lo que sentía, se hacía más densa y difiícil de desenredar. A veces deseaba no pensar en estas cosas, en no tener tantas dudas y poder ser un chico corriente como sus compañeros de clase, los cuales a veces les escuchaba decir que estaban felices. Ethan no era capaz de decir que él lo era.
No tenía a nadie al que pudiera llamar amigo, solo a una pandilla de compañeros de clase que ni si quiera se preocupaban por él. Al no tener a nadie cercano, a parte de su familia, a la cual no le podía decir nada. El secreto le quemaba por dentro, necesitaba hablar con alguien, contárselo a una persona que le entendiera y que no le mirara mal por ello, pero era como dejar una bomba encendida al lado tuyo y esperar que no te haga daño.
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Te preguntarás, ¿cómo empezó todo este lío?
Pues con un simple acelerón de las pulsaciones del corazón. Ethan se encontraba en clase de Matemáticas en ese momento, con la profesora Momo, mientras daba las derivadas inmediatas, las cuales se tenían que saber de memoría. Como no le apasionaba mucho esta parte de las matemáticas y más o menos él ya sabía algo, desvió la mirada hacia los primeros sitios de la clase. Estuvo mirando a los estudiantes que se encontraban en primera fila hasta que se dió cuenta de que había un chico que le devolvía la mirada a ratos, mientras podía, porque de vez en cuando estaba cogiendo apuntes de la pizarra. Después de un segundo de mantener la mirada intensamente por las dos partes, Ethan se dió cuenta de que estaba abusando de ello. La respiración de se cortó, desvió la mirada rápidamente hacia la pizarra, donde debería haber estado mirando durante toda la clase, y su corazón se aceleró. Pero no de esas veces que te asustas y el corazón se te acelera mucho, sintiendo una clase de sudores fríos, si no cuando sientes algo ya que tu corazón late con mucha fuerza. En ese momento no le dio mucha importancia, o no quiso hacerlo por las consecuencias que ello podría acarrear.
Después de terminar las clases se dirigió con su pandilla hacia la estación, como hacían todos los días, y allí se despidió de ellos para coger el tren que le llevaría hacia los alrededores de donde él vivía. Se fue hacia el anden 3 y allí esperó a que llegara. Mientras esperaba, sacó su reproductor de música y se colocó uno de los cascos solo, para poder escuchar lo que pasaba alrededor a la vez que escuchaba música y luego guardo el reproductor en el bolsillo. Pasaron un par de canciones hasta que por fin llegó el tren, se dirigió hacia uno de los vagones centrales y cuando fue a entrar, desvió la mirada hacia un ruido que le había llamado la atención. Un chico había gritado un "¡Eh!". Era él, su compañero de clase, con el que pocas horas antes había tenido una situación incómoda. Allí esta tirado en el suelo, porque alguien le había empujado para poder entrar antes que él.
Ethan se quedó petrificado a las puertas del vagón a medio entrar, mirando a la nada, ya que el otro chico se había levantado y entrado al tren. Ethan no entró hasta que los pitidos de que se iban a cerrar las puertas perturbaron su estado de shock. En ese momento volvió a sentir aquellos latidos tan fuertes y acelerados, los mismos que sintió aquella misma mañana en clase. Se sentó en el primer sitio que vio libre y allí se quedó mirando hacia el horizonte de edificios y construcciones a medio hacer, con la música sonando en una de sus orejas pero sin llegar a escucharla. Se quedó así hasta que notó que el paisaje le sonaba, ladeó un poco la cabeza y se levantó en menos de un segundo. Si, acababa de perder su parada. El tren ya había cerrado sus puertas y había vuelto a coger velocidad.
Maldijo todo lo que se le ocurría en aquel momento y esperó, esta vez más atento, a la siguiente parada, la cual se encontraba a un par de kilómetros de la anterior. Nunca había llegado hasta la parada siguiente, rezaba por saber como llegar hacia su casa desde allí. Antes de llegar, cuando ya estaba anunciando el nombre de la parada, vió a lo lejos una casa de color marrón, bastante más grande que las demás. En ella había un precioso jardín verde, con un gran dominio del rosa en el. Le llamó muchísimo la atención y se preguntó quién podría tener el placer de disfrutar de ese pequeño espacio de naturaleza en su casa, ya que él vivía en un piso y difícilmente podría tener más de tres o cuatro plantas en su pequeño balcón.
Ese día llegó a su casa más tarde que nunca. Llegó medio ahogado por subir las escaleras corriendo. Su madre ya le estaba esperando en la puerta preocupada por si le había pasado algo y una vez que entró, esta se avalanzó encima de él para llenarle a besos y llorarle lo preocupada que había estado por su retraso.
-Mamá, no te preocupes por mí. No me puede pasar nada malo- dijo Ethan intentando tranquilizar a su madre. Odiaba que se preocupara tanto por él.
-Eso nunca lo sabrás con seguridad hijo mío- respondió su madre aun abrazada a él. Esta le dio un beso en una mejilla, una rápida caricia en uno de los cachetes y le ordenó- Venga, vamos a comer, que te hemos estado esperando todo el rato y estamos muertos de hambre.
Ethan hizo caso a su madre, se quitó las zapatillas y fueron a comer todos juntos, como hacen siempre. Después de haber comido y dejado los platos en el fregadero, se dirigió directamente a su habitación, se tumbó y miró hacia el techo, que en aquel entonces aun no tenía nada, sumiéndose por primera vez en un largo y profundo pensamiento, que finalmente se convertiría en costumbre a los pocos días.
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Ese día pasó toda la tarde y parte de la noche allí tumbado, sin llegar a sacar ninguna conclusión, ni si quiera qué era lo que le había ocurrido. Ethan nunca había estado enamorado. Le habían gustado varias chicas en su niñez, pero nunca les pudo decir nada por ser muy vergonzoso, y al final se le pasó en pocas semanas.
Antes de caer sumido en el sueño pensó en el chico. Le había visto varias veces por los pasillos y en el patio hacía poco tiempo, pero no sabía su nombre y lo peor de todo es que hasta ese día no sabía que se encontraba en la misma clase que él. Vale que Ethan era un poco despistado, pero el creía que conocía a todas las personas de su clase. "A lo mejor es un nuevo estudiante que ha venido a mitad de curso" pensó, porque ya estaban entrando en primavera. Aquel chico era un poco más alto que él, con el pelo gris claro, hasta las orejas y unos ojos verdes muy vistosos. No tenía barba ni indicios de ello y su boca era un tanto más grande de lo normal, con unos labios finos y marcados. Él era uno de los pocos que llevaba la corbata con el uniforme e iba bien peinado.
Este fue el primero paso en su largo camino hacia la verdad.
Día 1 completado.

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